Secretos de la Segunda Rep¨²blica
Los documentos robados al presidente Niceto Alcal¨¢-Zamora durante la guerra prueban su negativa a secundar un golpe de Estado y su distanciamiento de Aza?a
De 1931 a 1936 pasaron cinco a?os y un mundo. De ese tr¨¢nsito del entusiasmo a la desolaci¨®n fue testigo excepcional un hombre que lo vivi¨® en primera l¨ªnea: Niceto Alcal¨¢-Zamora, abogado brillante, terrateniente liberal, cat¨®lico practicante, mon¨¢rquico decepcionado, finalmente republicano a machamartillo y pol¨ªtico equidistante en un tiempo malo para moderaciones. Alcal¨¢-Zamora (Priego de C¨®rdoba, 1877- Buenos Aires, 1949) fue el primer presidente de la Segunda Rep¨²blica, destituido por antiguos compa?eros de viaje en abril de 1936, a las puertas de la insurrecci¨®n militar. Y fue, consciente de su hueco en la historia, puntilloso anotador de impresiones, registrador de di¨¢logos y guardi¨¢n de documentos, como se puede ver en el legado depositado en el Archivo Hist¨®rico Nacional (AHN) despu¨¦s de peripecias dignas a veces de Le Carr¨¦, a veces de Ib¨¢?ez. As¨ª que el primer cronista de esos cinco a?os en los que Espa?a dio tantas vueltas fue su primera y m¨¢xima autoridad: el jefe del Estado.
Cuando fueron a detenerle en 1930 pidi¨® tiempo para afeitarse e ir a misa
Elogia la nobleza de la multitud por no poner en peligro a la familia real
Acusa al Gobierno de Aza?a de haber intervenido todos sus tel¨¦fonos
"No convivir¨¦ con nada que sea golpe de Estado o hechura de este"
- Del robo a la venta. Alcal¨¢-Zamora guard¨® en una caja fuerte del Cr¨¦dit Lyonnais de Madrid unos 1.200 documentos, que inclu¨ªan papeles privados como sus sucesivos testamentos, conferencias, discursos, cartas, diarios de sus d¨ªas en la presidencia y documentos oficiales como actas de las elecciones de 1936, informes militares sobre el aplastamiento de la revuelta de Asturias en 1934 o copias de telegramas y conversaciones telef¨®nicas. Al comienzo de la Guerra Civil los papeles desaparecen y su rastro no se recupera hasta 1941, cuando -no se sabe c¨®mo- llegan a manos de la familia Soria, que los conserva en secreto hasta 2008. Salen a la luz entonces de la misma forma turbia en que se hab¨ªan esfumado. La familia se los ofrece en venta a varios historiadores, entre ellos C¨¦sar Vidal. Enterados los descendientes de Alcal¨¢-Zamora, denuncian la operaci¨®n que finalmente frustra la Guardia Civil, que confisca la documentaci¨®n. El juzgado que asume el caso ordena que se depositen en la caja fuerte del Ministerio de Cultura, algo que solivianta al PP y a los herederos, que piden que se entreguen a la Academia de Historia. Se especula con que el archivo podr¨ªa contener explosivos papeles sobre el abuelo del presidente Rodr¨ªguez Zapatero, el capit¨¢n Juan Rodr¨ªguez Lozano, y la implicaci¨®n del PSOE en la revuelta de Asturias en 1934. El juzgado sobresey¨® el caso al considerar que no hab¨ªa delito en el intento de venta de la familia Soria, a la que se considera propietaria por usucapi¨®n (adquisici¨®n por uso). Finalmente los Soria entregan el legado en daci¨®n para saldar una deuda con Hacienda. La colecci¨®n fue valorada en 80.000 euros y depositada en el Archivo Hist¨®rico Nacional, "donde se custodian todos los documentos de los jefes de Estado", precisa el director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, Rogelio Blanco. El fondo ser¨¢ accesible para el p¨²blico en sala en cuanto finalice su restauraci¨®n que la directora del AHN, Carmen Sierra, calcula en un mes.
- El entusiasmo de 1931. Alcal¨¢-Zamora escribe sobre las reuniones de la oposici¨®n republicana, su paso por la c¨¢rcel de una dictadura que est¨¢ noqueada y la llegada de la Rep¨²blica. Todo revela el aroma de otra ¨¦poca. Por ejemplo, lean c¨®mo le detienen en su casa el 14 de diciembre de 1930. El pol¨ªtico pide "tolerancia" a los agentes para desayunar, afeitarse y... "Entre agentes fui a misa a San Ferm¨ªn, volv¨ª a casa y a¨²n obtuve unos minutos para escribir (...) y retratarme a petici¨®n de mi familia con esta y con el inspector". En la Modelo coincidir¨¢ con Fernando de los R¨ªos, Largo Caballero, Casares Quiroga, Giral y todos los prohombres que lideraran la llegada de la Rep¨²blica en abril de 1931. Espa?a fue una fiesta. "La revoluci¨®n fue tan pac¨ªfica y la multitud tan noble que la ¨²ltima noche de la familia destronada en palacio no ofreci¨® peligro ni sobresalto", escribe.
- A vueltas con la Iglesia. Alcal¨¢-Zamora era en junio de 1931 presidente del Gobierno provisional de la Rep¨²blica. Y cat¨®lico. El interlocutor perfecto para que los poderes eclesi¨¢sticos le transmitieran su rechazo a la reforma que se avecinaba. De mayo de 1931 hay un dictamen donde se recomienda el procedimiento para salvar valores, cuentas y bienes inmuebles de la Iglesia: "La experiencia ense?a que en casos de revoluci¨®n ninguna propiedad es tan respetada como la de los extranjeros puestos bajo el amparo de sus respectivos Estados". Cardenales y arzobispos espa?oles tambi¨¦n env¨ªan una carta, fechada en Roma el 3 de junio de 1931, en la que protestan por los incendios de iglesias y las reformas que se proyectan: secularizaci¨®n de cementerios, supresi¨®n de cuatro ¨®rdenes militares, eliminaci¨®n de misas en ej¨¦rcitos y c¨¢rceles o prohibici¨®n del crucifijo y emblemas religiosos en escuelas -el pasado siempre vuelve-. "Violan de un modo manifiesto derechos sacrat¨ªsimos de los que vienen gozando desde tiempo inmemorial la Iglesia en Espa?a", dicen. Alcal¨¢-Zamora tambi¨¦n guard¨® la carta que le envi¨® el cardenal Segura, arzobispo de Toledo, en protesta por su expulsi¨®n de Espa?a.
- La rebeli¨®n de Asturias. Entre los documentos depositados en el Cr¨¦dit Lyonnais se incluye una colecci¨®n de fotograf¨ªas a¨¦reas del avance de las tropas, dirigidas desde un despacho de Madrid por el general Franco, que moviliz¨® regulares africanos que practicaron una salvaje represi¨®n contra la poblaci¨®n civil, igual que har¨ªan dos a?os despu¨¦s. Hay tambi¨¦n un informe de la Jefatura de Aviaci¨®n con los detalles de los bombardeos. El presidente de la Rep¨²blica escribir¨¢ a prop¨®sito de lo ocurrido: Barcelona, que tambi¨¦n se subleva capitaneada por la Generalitat, fue "alto ejemplo de moderaci¨®n humanitaria". "En el noroeste la rebeli¨®n se desata como una guerra civil".
- La desolaci¨®n de 1936. La lectura del Dietario de un presidente, que arranca el 1 de enero de 1936 y finaliza el 8 de abril, tras su destituci¨®n, estremece por el tel¨®n de fondo. De aquel pa¨ªs entusiasta y pac¨ªfico que salud¨® la Rep¨²blica ya no queda casi nada. Hay disturbios y actos violentos con frecuencia, que son ocultados a Alcal¨¢-Zamora. Su aislamiento es casi total. Su relaci¨®n con Manuel Aza?a, presidente del Gobierno, p¨¦sima. "El Gobierno es Aza?a, y solo Aza?a", escribe en una ocasi¨®n. El retrato seguir¨¢ ennegreci¨¦ndose, ya que Alcal¨¢-Zamora reproduce duras conversaciones y ataques de ira de Aza?a. Llega a afirmar que el Gobierno le ha intervenido los tel¨¦fonos del despacho y de casa. El 31 de marzo escribe: "Siguen concretos, insistentes, amenazadores, los s¨ªntomas o anuncios del golpe de estado militar, que yo me resisto a creer por absurdo". Tambi¨¦n le llegan anzuelos golpistas, que rechaza: "No convivir¨ªa con nada que sea golpe de Estado, hechura de este o situaci¨®n de fuerza". Cuando el 8 de abril, un coronel le pide "en nombre del ej¨¦rcito" que destituya al Gobierno de Aza?a en respuesta "al golpe de Estado" de la C¨¢mara que le ha destituido, cuenta: "Me niego en absoluto. Mi camino es otro". En julio estaba en un crucero cuando fracasa la insurrecci¨®n y comienza la guerra. Entre los golpistas, su consuegro, el general Queipo de Llano. No sirvi¨® para protegerle. El moderado Niceto era un estorbo en tiempos radicales. Antes de morir en el exilio, a¨²n tuvo tiempo de sufrir m¨¢s ataques: en 1941 la dictadura le retir¨® la nacionalidad, le confisc¨® sus bienes y le impuso una multa de 50 millones.
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