Los ventiladores
Una de las pel¨ªculas m¨¢s demoledoras sobre c¨®mo el matrimonio de ambiciones entre pol¨ªtica y medios de comunicaci¨®n produce monstruos es El gran carnaval, de Billy Wilder. En el film, Charles Tatum, un resabiado profesional interpretado por Kirk Douglas, intenta convencer al editor/director del diario del villorrio al que ha ido a parar, Jacob Q. Boot, de emprender lo que se llama -en exacta analog¨ªa con el lenguaje militar- "una campa?a informativa" sobre un hombre atrapado en una mina: "Si hace falta hacer un trato con ese sheriff corrupto..., por m¨ª, bien. Y si tengo que ali?arlo con una maldici¨®n india... y una esposa con el coraz¨®n destrozado... por m¨ª, bien". "Por m¨ª, no. Eso es un periodismo falso e injusto, eso es lo que es". "Injusto no, es un periodismo que llega a las entra?as, Sr. Boot. Inter¨¦s humano". "Ya me ha o¨ªdo, falso".
Aquel decreto e¨®lico que el PP tildaba de "el chollo de los nacionalistas" ha sido declarado legal
Ahora que los Tatum proliferan, sobre todo en los puestos de los Boot, me he acordado de El gran carnaval a cuenta del foll¨®n e¨®lico. Los molinos de viento son tambi¨¦n una mina, con todas sus ventajas y ninguno de sus inconvenientes: una concesi¨®n produce un beneficio estimado de entre 60.000 y 100.000 euros por megavatio, y ello sin tener que explotarla, simplemente revendi¨¦ndola. La industria del viento hered¨® los peores vicios de las energ¨ªas tradicionales: la discrecionalidad y el expolio, tanto para los afectados directos como para el conjunto de la sociedad gallega. Las concesiones de los molinos se repartieron durante a?os (incluida la etapa en la que Alberto N¨²?ez Feij¨®o estaba en los Consellos de la Xunta que los aprobaba) igual que se adjudicaban los estancos en el franquismo: como favor o compensaci¨®n. Y se llevaban a cabo mediante negociaciones con los propietarios lindantes con la extorsi¨®n, o como se le quiera llamar a pagar 22 c¨¦ntimos el metro cuadrado de terreno, como pas¨® en Muros, o a valorar las expropiaciones por su valor agr¨ªcola, cuando el uso que se le va a dar no es ese.
No tengo conocimientos, ni paciencia, para analizar el reparto e¨®lico del bipartito, y comprobar si sus agraciados ten¨ªan m¨¢s o menos m¨¦ritos que los actuales, pero s¨ª para reconocer que intentaba paliar las lacras tradicionales mediante la adjudicaci¨®n por concurso y el empe?o de revertir socialmente un porcentaje de los beneficios con la participaci¨®n p¨²blica en las empresas concesionarias. Dentro del desguace generalizado de lo heredado, fuese malo o bueno, que viene siendo la gesti¨®n de la actual Xunta, la derogaci¨®n del decreto e¨®lico se bas¨® en que "el chollo de los nacionalistas", en el lenguaje t¨¦cnico empleado por Feij¨®o, era ilegal. En base a ello, despu¨¦s de tres a?os de tr¨¢mites, se realiza un nuevo reparto (al que, respetando la base argumental y la terminolog¨ªa presidencial, se podr¨ªa calificar de "el chollo de los populares"), justo antes de que el Tribunal Superior establezca que el derogado era legal.
Una de las quejas contra los medios de comunicaci¨®n -una de las justificadas- es la de que, en ocasiones, una serie de informaciones sobre un asunto determina que sectores de la opini¨®n p¨²blica dicten una sentencia que despu¨¦s los tribunales rectifican. Suele pasar cuando los Tatum prevalecen sobre los Boot y las opiniones o los deseos, propios y/o ajenos, se venden como hechos. Los hechos son los que son, y son los medios quienes deben desvelarlos, la opini¨®n p¨²blica considerar si son reprobables y los tribunales sentenciar si son constitutivos de delito (y sin ¨¢nimo de pisarle el terreno a mi compa?ero de origen, de colegio y de columna Carlos Mart¨ªnez Buj¨¢n, una cosa es que no se pueda condenar a alguien por algo que ha hecho -porque ha prescrito el delito, por ejemplo- y otra que no lo haya hecho).
En este caso, o en el de las presuntas irregularidades de Uni¨®ns Agrarias, que empez¨® siendo una trama de financiaci¨®n ilegal y acab¨® siendo un desajuste en la carteler¨ªa, lo que ha habido es una mezcla de dos juegos infantiles: el los papeles cambiados y el de las sillas. Los pol¨ªticos determinan lo que es ilegal, a la gente se le vende como un hecho lo que es una opini¨®n y la justicia busca como puede su silla. Cuando la encuentra, nadie pide disculpas por haber ocupado la que no deb¨ªa. Lo revelador de la pol¨ªtica actual es que el presidente de un club de f¨²tbol se excuse por aventurar un resultado futbol¨ªstico, y no lo haga quien ha atribuido una conducta impropia a los dem¨¢s. (Otro ejemplo: el ex portavoz del Gobierno de Aznar, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, considera que si llam¨® "nazi" al doctor Montes la culpa no es suya, sino de las teles donde lo dijo).
Por si no vieron El gran carnaval, Tatum convence a las autoridades (y a la opini¨®n p¨²blica) de acometer el rescate por un sistema lo suficientemente lento para convertir lo que ser¨ªa un accidente laboral de unas l¨ªneas en un operativo de alcance nacional. Desafortunadamente para el minero.
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