El valor del voto
No siempre es verdad lo que dice el refr¨¢n de que nadie escarmienta en cabeza ajena. Los seres humanos aprendemos no s¨®lo de lo que nos ha ocurrido a nosotros, sino tambi¨¦n de lo que le ocurre a los dem¨¢s, especialmente de los errores que podamos advertir que han cometido. Y cada vez m¨¢s como consecuencia de que ahora obtenemos mucha m¨¢s informaci¨®n de la que nunca se ha tenido en el pasado.
Espa?a, al ser el ¨²ltimo pa¨ªs de Europa occidental que se constituy¨® democr¨¢ticamente tras la Segunda Guerra Mundial, aprendi¨® mucho en la Transici¨®n tanto del buen comportamiento que se hab¨ªa impuesto en las tres d¨¦cadas anteriores a la muerte del general Franco en la mayor parte de los pa¨ªses europeos occidentales. Tambi¨¦n de los errores que hab¨ªan cometido Grecia y, sobre todo, Portugal en el proceso de recuperaci¨®n de la democracia poco antes que nosotros, errores que no son ajenos a la crisis de deuda que les ha conducido a la intervenci¨®n. Los espa?oles, los pol¨ªticos espa?oles, que ahora mismo est¨¢n en horas bajas, seg¨²n nos dicen los ¨²ltimos bar¨®metros del CIS, aprendieron de las experiencias europeas, tanto de las buenas como de las no buenas, ya desde el comienzo de la transici¨®n, cu¨¢les son los l¨ªmites en los que tiene que moverse cualquier pa¨ªs en un mundo globalizado. Y ello nos evit¨® tropezar en piedras en las que otros hab¨ªan tropezado.
Interiorizar los l¨ªmites en el ejercicio del poder es el presupuesto indispensable para acertar en pol¨ªtica. El desajuste entre lo que se quiere hacer y lo que realmente se puede hacer tiene siempre consecuencias dolorosas. Cuanto m¨¢s se tarde en advertir dicho desajuste, tanto peor.
En algunos casos la percepci¨®n del desajuste llega tan tarde que resulta imposible evitar la intervenci¨®n del pa¨ªs. Ah¨ª est¨¢n los ejemplos de Grecia, Irlanda y Portugal. A ninguno les ha servido de nada la disoluci¨®n anticipada del Parlamento y la convocatoria de elecciones. Cuando el sistema pol¨ªtico de un pa¨ªs no es capaz de hacer las reformas que tiene que hacer, se les acaban imponiendo reformas mucho m¨¢s duras desde el exterior.
En Espa?a estamos ahora mismo en un momento decisivo, en el que nos jugamos o decidir nosotros mismos las reformas que tenemos que hacer o deslizarnos por la pendiente por la que se han deslizado Grecia, Irlanda y Portugal. Se han empezado a hacer cosas, pero todav¨ªa quedan m¨¢s por realizar.
Nos encontramos ante un problema b¨¢sicamente pol¨ªtico. Condicionado por una realidad econ¨®mica, pero b¨¢sicamente pol¨ªtico. Lo que vamos a comprobar es si el Estado compuesto que hemos construido desde la entrada en vigor de la Constituci¨®n, con la complejidad de la superposici¨®n de distintos niveles de gobierno, es capaz de expresar hacia el exterior una voluntad ¨²nica o no.
Cada palo va a tener que aguantar su vela. No solo el Gobierno de la naci¨®n, sino tambi¨¦n los Gobiernos auton¨®micos y municipales. La totalidad de los gobiernos municipales y la mayor¨ªa de los auton¨®micos se van a renovar en mayo y los que no se renuevan en mayo lo van a hacer en menos de un a?o. En esta ocasi¨®n, pienso que los ciudadanos van a estar mucho m¨¢s atentos de lo que han estado nunca en el pasado a las ofertas electorales y van a ser m¨¢s combativos que nunca en la exigencia del cumplimiento de las mismas.
Es la hora de la POL?TICA con may¨²sculas. Y nos podemos llevar sorpresas. Tengo para m¨ª que los ciudadanos van a ser mucho m¨¢s conscientes del valor de su voto en los pr¨®ximos procesos electorales de lo que lo han sido en el pasado. La intensidad y la persistencia de la crisis nos ha hecho madurar a todos. Nada va a volver a ser igual. Atentos.
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