El prisionero de la avenida Lexington
Narrativa. Desde Esperando al enemigo (1996), Gonzalo Calcedo (Palencia, 1961) ha publicado 14 libros de cuentos (g¨¦nero que s¨®lo abandon¨® en 2003, con la novela La pesca con mosca), que lo han consagrado como uno de los m¨¢s brillantes "cuentistas" de nuestro actual panorama. Al abrir las p¨¢ginas de El prisionero de la avenida Lexington, enseguida reconocemos el lenguaje, que Calcedo maneja con sobriedad y elegancia, puestas al servicio de la sugerencia. Con unos pocos elementos cuidadosamente seleccionados, el autor construye una historia cuyos pliegues y repliegues condensa en unas cuantas escenas -con di¨¢logos muy bien medidos- que tensan la ballesta de unas vidas que se perciben n¨ªtidas en su fluidez, porque basta una peque?a incisi¨®n -practicada con la implacabilidad del l¨¢ser, eso s¨ª- para representar las distintas secuencias de un conflicto: el antes y tambi¨¦n el despu¨¦s que inevitablemente llegar¨¢, pero no porque ¨¦ste sea previsible o t¨®pico, sino porque Calcedo ha logrado sugerirlo y el lector puede transitar por esos m¨¢rgenes. A tal fin contribuye asimismo el preciso despliegue de una serie de leitmotiv, generalmente temporales y espaciales, que crean una fina malla que se extiende de un relato a otro, aproximando aconteceres y vidas muy diversas las unas de las otras y entre las que a menudo hay brechas insalvables, como las que se dan entre clases sociales, pero tambi¨¦n entre padres e hijos, adultos y ni?os, vecinos o c¨®nyuges. Todos los cuentos suceden en Nueva York: en sus calles, en exclusivos apartamentos de lujo o en las casas con jard¨ªn de las afueras o "suburbios" cercanos; todos reflejan con nitidez la atm¨®sfera o ambiente en que se mueven los personajes, que parece de pl¨¢stico cuando el autor retrata la banalidad y el tedio de mujeres-maniqu¨ª, no menos solas y alienadas que las que viven ro¨ªdas por la pobreza y el abandono, ni que los hombres abocados a desempe?ar un papel. En varios relatos son los adolescentes quienes observan a sus padres y descubren el tedio, la desaz¨®n, el abandono, el enga?o, la desesperanza, la verg¨¹enza o el rid¨ªculo que laten bajo su pautada normalidad: conductas postizas con las que en vano los adultos disimulan o maquillan una mezquindad moral que los ni?os descubren s¨®lo con asomarse a una ventana o montar en un ascensor capaz de llevarlos a la Luna.
El prisionero de la avenida Lexington
Gonzalo Calcedo
Menoscuarto. Palencia, 2010
204 p¨¢ginas. 15,50 euros
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