Queda la conciencia implacable
Sidney Lumet fallece a los 86 a?os tras una larga carrera - El realizador de 'Doce hombres sin piedad' conceb¨ªa el cine como una forma de analizar el mundo
Sidney Lumet, fallecido ayer en Manhattan a los 86 a?os, fue un implacable retratista del lado oscuro de la sociedad estadounidense. Pocos directores han dado en la llaga tantas veces y de forma tan certera. A trav¨¦s de t¨ªtulos como Doce hombres sin piedad, S¨¦rpico, Tarde de perros o Network. Un mundo implacable, Lumet fue uno de esos artistas capaces de convertirse en la conciencia cr¨ªtica de un pa¨ªs y nunca abandon¨® la garra combativa.
Sus pel¨ªculas, de factura cl¨¢sica, eran muchas veces oscuras y siempre mostraban los recovecos menos amables de Estados Unidos. Nacido en Filadelfia, aunque pas¨® la mayor parte de su vida en Nueva York, una ciudad profundamente ligada a su cine, Lumet es autor de cerca de 40 pel¨ªculas (y de m¨¢s de 70 t¨ªtulos si se incluyen tambi¨¦n sus trabajos para televisi¨®n). Recibi¨® un Oscar honor¨ªfico por el conjunto de su obra en 2005: hicieron falta cincuenta a?os de cine para que Hollywood reconociese el trabajo de un director que hab¨ªa rodado muchas escenas que formaban parte de la memoria colectiva. Pero nunca se mud¨® a California, ni fue complaciente con la industria ni quiso adaptar su discurso a las modas.
"Hay muy buenas historias que contar relacionadas con el lado oscuro", dec¨ªa
En 2005 recibi¨® un Oscar honor¨ªfico por una carrera de casi 40 pel¨ªculas
Su carrera, en una industria que acorrala demasiadas veces a los veteranos, fue extraordinariamente larga: dirigi¨® sus primeros cap¨ªtulos para series a principios de los a?os cincuenta, realiz¨® su primer filme en 1957 -Doce hombres sin piedad, su segundo fue Todos los hombres del rey, una versi¨®n para televisi¨®n de la implacable novela ganadora del Pulitzer de Robert Penn Warren- y el ¨²ltimo en 2007, Antes que el diablo sepa que has muerto.
Lumet siempre concibi¨® el cine como una forma de an¨¢lisis del mundo en el que viv¨ªa y, desde sus primeros t¨ªtulos, lanz¨® una mirada nada complaciente hacia el mundo contempor¨¢neo. Con los a?os no se fue dulcificando, m¨¢s bien todo lo contrario, porque pocas pel¨ªculas tan desangeladas y certeras ha ofrecido el cine contempor¨¢neo como Antes que el diablo sepa que has muerto. Su t¨ªtulo m¨¢s conocido es Doce hombres sin piedad (1957), una versi¨®n de la obra de Reginald Rose con la que se estren¨® en la gran pantalla, en la que despedaza el sistema judicial estadounidense. Este filme, convertido en un cl¨¢sico, refleja su estilo: blanco y negro sin concesiones, una historia llena de suspense que esconde mucha cr¨ªtica social y, a la vez, un canto a la solidaridad y el compromiso, encarnado en la figura de Henry Fonda, que decide no dejarse arrastrar por la rutina sino tratar de que se haga justicia.
En la ¨²ltima entrevista a este diario, Lumet explicaba que no ten¨ªa m¨®vil ni ordenador. "La gente se pasa 10 horas frente a la pantalla y lo triste es que piensa que est¨¢ comunic¨¢ndose", dijo entonces. "Escribo a mano. Y no quiero que me impongan el estar siempre disponible. Si me buscan pueden llamarme por tel¨¦fono y dejar un mensaje en el contestador. Y en cuanto a Internet, creo que me queda poco tiempo de vida y prefiero invertirlo en aprender m¨¢s sobre las personas que sobre las cosas". En aquella entrevista, que se desarroll¨® en su barrio, el Upper West Side de Manhattan, relataba tambi¨¦n su forma de enfrentarse a las pel¨ªculas: "Hay muy buenas historias que contar relacionadas con el lado oscuro del ser humano. Y si creas razones que justifiquen las decisiones de los personajes, te sale una buena pel¨ªcula".
En esa b¨²squeda constante del lado oscuro, no dej¨® t¨ªtere con cabeza. Network. Un mundo implacable (1976), con Robert Duvall, Faye Dunaway y William Holden, es todav¨ªa uno de los retratos m¨¢s devastadores que se han hecho del mundo de la televisi¨®n y se rod¨® antes de que la telerrealidad asaltase las pantallas. Tarde de perros (1975), con un Al Pacino para algunos sobreactuado, describe la historia de un perdedor que asalta un banco para que su pareja pueda hacerse una operaci¨®n de cambio de sexo en una sociedad rota en medio de una enorme crisis econ¨®mica. De nuevo, un tema totalmente contempor¨¢neo.
S¨¦rpico (1973), con Al Pacino otra vez, y La noche cae sobre Manhattan (1996), con Andy Garc¨ªa, Ian Holm, James Gandolfini -Toni Soprano antes de entrar en la familia de Nueva Jersey- y Lena Olin son dos t¨ªtulos impresendibles sobre la corrupci¨®n, sobre las grietas en el sistema, en las que personajes idealistas tratan de sobrevivir sin manchas en un mundo que no tiene piedad.
Incluso las pel¨ªculas alimenticias que dominaron sus ¨²ltimos a?os (Negocios de familia, Una extra?a entre nosotros, El abogado del diablo, A la ma?ana siguiente, hasta el remake de Gloria) tienen ritmo y suspense, una factura m¨¢s que correcta y, sobre todo, siempre dejan escapar ese sentido social, ese compromiso que domin¨® todo su cine. En su obituario, The New York Times recuerda una frase de Lumet: "Aunque el objetivo de todas las pel¨ªculas es entretener, el tipo de cine en el que creo va m¨¢s all¨¢. Obliga al espectador a enfrentarse a su propia conciencia, a estimular su inteligencia".
Resulta dif¨ªcil elegir un solo t¨ªtulo de Lumet (m¨¢s all¨¢ de Doce hombres sin piedad), pero quiz¨¢s El prestamista (1964) sea su filme m¨¢s completo y devastador. Relata la historia del due?o de una tienda de empe?os, interpretado por Rod Steiger, en el barrio neoyorquino de Harlem. Es un superviviente del Holocausto, un hombre que ha perdido la confianza en los seres humanos, que se enfrenta a profundas contradicciones que le provoca su oficio. Es una pel¨ªcula sobre la justicia y la injusticia, sobre la soledad, sobre la solidaridad y el ego¨ªsmo. Es, al final, un filme sobre los abismos de la humanidad. Como todo el cine de Lumet.
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