Primarias pol¨¦micas
La renuncia anticipada de Zapatero a encabezar las listas socialistas en las pr¨®ximas legislativas se vio acompa?ada el pasado d¨ªa 2 por el aplazamiento -hasta despu¨¦s del 22-M- de las elecciones internas partidistas para designar a su sustituto, a fin de no perturbar la campa?a de los comicios locales. El procedimiento empleado para escoger a los candidatos socialistas a cargos p¨²blicos unipersonales (la presidencia del Gobierno en este caso, las presidencias auton¨®micas y las alcald¨ªas de las capitales y ciudades por encima de 50.000 habitantes) ha sido bautizado con el t¨¦rmino primarias pese a las considerables diferencias existentes entre el sistema estadounidense y la variante espa?ola. Puestas a prueba por los socialistas en 1998, las primarias han sido incorporadas al bagaje estatutario del PSOE mediante una normativa reguladora de obligado cumplimiento que seguir¨¢ vigente mientras no sea modificada por un congreso.
El PSOE celebrar¨¢ tras el 22-M elecciones internas para designar candidato a la presidencia del Gobierno
Cualquier afiliado que re¨²na los requisitos exigidos (la propuesta de la Ejecutiva, el aval de la comisi¨®n o el apoyo del 10% de los militantes en este caso) puede poner en marcha las primarias, si bien el reglamento hace una excepci¨®n con las instituciones gobernadas por el PSOE. Si solo existiese un candidato, ser¨¢ proclamado sin votaci¨®n; de otra forma, los aspirantes deber¨¢n competir entre s¨ª para lograr el respaldo de los afiliados al PSOE, cuyos efectivos pendientes de revisi¨®n oscilan entre las 200.000 y las 300.000 fichas.
Al menos en teor¨ªa, la preferencia de los socialistas por ese sistema no descansa sobre razones utilitarias, sino ¨¦tico-pol¨ªticas. La elecci¨®n directa en primer grado (por todos los militantes del ¨¢mbito territorial correspondiente) superar¨ªa cualitativamente a las de segundo o tercer grado (los congresos, las ejecutivas y las comisiones). Pero la apuesta de los partidos por los principios de la democracia participativa en el marco de un r¨¦gimen parlamentario de democracia representativa puede producir la indeseada consecuencia de que el candidato elegido por los ideologizados militantes no sintonice adecuadamente con la sensibilidad m¨¢s pragm¨¢tica de los votantes, sea inadecuado para encabezar una coalici¨®n o provoque una bicefalia de poder con el secretario general.
Tambi¨¦n cabe abogar por las primarias con criterios disuasivos: su implantaci¨®n en todos los partidos evitar¨ªa escisiones como la precipitada por Cascos al no ser tenido en cuenta para la candidatura del PP a la presidencia de Asturias. La contradicci¨®n entre los derechos fundamentales garantizados por la Constituci¨®n a todos los ciudadanos y el r¨¦gimen de excepci¨®n impuesto a su libertad de expresi¨®n y otros derechos en tanto que militantes tal vez se debilitar¨ªa mediante la generalizaci¨®n obligatoria de las primarias, pese al riesgo de que puedan servir de instrumento a objetivos pol¨ªticos y ambiciones personales ajenas al elogiable fin de forzar la democratizaci¨®n de unos partidos peligrosamente oligarquizados.
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