El Gobierno anuncia una gu¨ªa de gesti¨®n de conflictos religiosos
Cuando se muere un madrile?o de religi¨®n musulmana, sus familiares deben pedir permiso a Marruecos para enterrarlo en el ¨²nico cementerio que hay en la Comunidad de Madrid seg¨²n el rito que dicta el Cor¨¢n. Est¨¢ en Gri?¨®n, a 30 kil¨®metros de la Puerta del Sol, y lo cre¨® Franco para su guardia personal, la Guardia Mora. Est¨¢ abierto tambi¨¦n a los musulmanes de las dos Castillas, pese a que apenas queda espacio para 800 tumbas. La poblaci¨®n a la que da servicio supera las 200.000 personas.
A falta de la prometida reforma de la ley de Libertad Religiosa, el Gobierno se conforma con un dietario o protocolo para uso de autoridades locales. Lo est¨¢n pactando la Fundaci¨®n Pluralismo y Convivencia y la Federaci¨®n Espa?ola de Municipios y Provincias (FEMP) y estar¨¢ listo para junio. Lo anunci¨® ayer el ministro de la Presidencia, Ram¨®n J¨¢uregui, en una jornada organizada por Tender Puentes y la Fundaci¨®n Ideas con el t¨ªtulo Creencias diversas, ciudadanos iguales. Gesti¨®n p¨²blica de la diversidad religiosa.
Jos¨¦ Manuel L¨®pez Rodrigo, director de la Fundaci¨®n Pluralismo y Convivencia, explic¨® m¨¢s tarde algunas de las l¨ªneas maestras de ese pacto.
Licencia de discoteca
Hay unos cuatro millones de espa?oles que confiesan religiones distintas a la cat¨®lica (musulmanes, evang¨¦licos, jud¨ªos, testigos de Jehov¨¢, budistas, mormones, etc¨¦tera). Muchos son espa?oles de nacimiento, forzados todav¨ªa a mendigar derechos en clara desigualdad con otros que practica la religi¨®n cat¨®lica. Ocurre, por ejemplo, cuando solicitan a su Ayuntamiento la licencia para abrir una mezquita. A veces, el alcalde les remite a la Concejal¨ªa de Emigraci¨®n. Cuando se le advierte que est¨¢ hablando con un espa?ol de varias generaciones, el edil acaba remiti¨¦ndolo a la Concejal¨ªa de Cultura y Espect¨¢culos, cuyo titular no suele entender qu¨¦ tiene que ver con los espacios de culto.
Al final, se toma un camino extravagante: la mezquita abrir¨ªa con una licencia de sala de fiesta, incluida la obligaci¨®n de contar con una docena de servicios. Si el pastor, el im¨¢n o el rabino preguntan por qu¨¦ no se exige la misma reglamentaci¨®n a los templos cat¨®licos, el alcalde despacha: "Esos siempre han estado aqu¨ª".
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