La Rambla de los trileros
Cinco grupos de timadores act¨²an en la zona sin que la Guardia Urbana logre frenarlos - La impunidad lleva a los turistas a pensar que es una actividad legal
"Pero... ?esto no es legal?". El desconcierto invadi¨® el rostro rojizo del turista noruego. Minutos antes el hombre, de unos 45 a?os, acompa?ado de su esposa, gu¨ªa de Barcelona en mano, hab¨ªa perdido su apuesta de 50 euros en plena Rambla. Se trata de una nueva v¨ªctima de los grupos de trileros que estos d¨ªas se han adue?ado del tramo central de La Rambla.
Es cierto que su presencia es tan antigua como el paseo mismo, pero ya hace tiempo que dejaron de ser una postal t¨ªpica de la picaresca espa?ola para convertirse en bandas organizadas que, a base de estafar a los turistas, pueden hacerse con 400 euros en media hora, seg¨²n comprob¨® EL PA?S.
Ya son pocos los espa?oles que se dedican al negocio del trile. Ahora los que mandan provienen de Europa del Este y de Italia. En los dos primeros meses del a?o, la Guardia Urbana ha impuesto 127 multas y ha practicado 437 detenciones, especialmente en La Rambla. En todo 2010, dichas cifras llegaron a 1.766 y 2.635, respectivamente.
Estos operativos, sin embargo, no parecen intimidar a los trileros. A eso de las diez de la ma?ana, unos cinco grupos comienzan su jornada laboral. Uno de ellos tiene como despacho el espacio entre dos paradas, a la altura de la calle del Pintor Fortuny. La forma de trabajar es siempre la misma. Uno dirige el juego mientras otros tres, incluida una chica, fingen estar jugando y hacen de gancho. Metros arriba y metros abajo, dos vigilan que no se acerque la Guardia Urbana. Tras poner una peque?a alfombra roja en el suelo, el corrillo de curiosos no tarda en formarse. Las apuestas de los supuestos participantes se hacen con billetes de 50 euros falsos. Esa es la cantidad que suelen pedirle a la v¨ªctima, a quien, como es obvio, le dejan ganar la primera partida, eso s¨ª, d¨¢ndoles ellos mismos el dinero. Si por casualidad apuesta menos, los tres ganchos le piden que la suba. La presi¨®n del corrillo hace el resto.
Un movimiento de manos, un segundo de expectaci¨®n y el jugador pierde. Si el estafado reclama, los dos falsos jugadores lo intimidan y ahuyentan con insultos. Y tan pronto como los vigilantes ven llegar un peto amarillo fosforescente de la Guardia Urbana, avisan por tel¨¦fono m¨®vil. El peque?o grupo desaparece con la misma rapidez con que se form¨® y busca refugio en una cafeter¨ªa cercana, no sin antes repartirse el bot¨ªn. Y as¨ª se repite la escena todo el d¨ªa, a¨²n con presencia policial a pocos metros..
"?Queremos exportar la imagen de una ciudad que enga?a a 70 millones de turistas que caminan por aqu¨ª cada a?o?", se pregunta M¨®nica Trias, presidenta de la Asociaci¨®n de Pajareros de La Rambla. Sin embargo, el problema no se queda solamente en un asunto est¨¦tico. "Para nosotros no es f¨¢cil trabajar con delincuentes as¨ª enfrente, ya que tambi¨¦n muchos carteristas se aprovechan de las aglomeraciones", a?ade. Trias y otros propietarios de puestos aseguran haber recibido amenazas tras intentar alertar a los visitantes de que se les est¨¢ timando. "No son solo insultos, es tambi¨¦n que se pasen el dedo por la garganta para que te calles", relata una florista, que pide el anonimato "por seguridad".
Xavier Masip, gerente de Amics de la Rambla, defiende la labor policial, pero considera: "Mientras tengamos una legislaci¨®n insuficiente, tendremos a los trileros en la calle". Precisamente una portavoz de la Guardia Urbana asegura que hasta que entre en vigor la modificaci¨®n del C¨®digo Penal que endurece las penas por la reincidencia, no se contar¨¢ con una herramienta para reducir los peque?os robos.
Masip y Trias coinciden en un aspecto curioso. "Los barceloneses somos tan inc¨ªvicos que no advertimos a los turistas de que esto es un timo", coinciden. Tal vez ese ser¨¢ el recuerdo que se lleve de Barcelona el noruego de cara roja.
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