Los l¨ªderes de la insurgencia quieren m¨¢s apoyo de Estados Unidos
La OTAN bombardea un dep¨®sito de armas en las afueras de Tr¨ªpoli
En las calles del mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n las banderas de Estados Unidos a menudo son pisoteadas y acaban incendiadas, y las efigies de cart¨®n de sus presidentes, en llamas. En Libia, no. El odio que profesan la gran mayor¨ªa de ciudadanos a Muamar el Gadafi supera con creces al arraigado sentimiento anticolonialista, m¨¢s vigoroso entre los entrados en a?os que entre los j¨®venes, que suman el 60% de la poblaci¨®n. La sublevaci¨®n tiene un objetivo: destronar al tirano. Pero quienes la encabezan carecen de la capacidad para derrotar a su Ej¨¦rcito y saben que solo un respaldo sustancial de los pa¨ªses occidentales puede ayudarles en su larga traves¨ªa hasta Tr¨ªpoli. Y quieren que Estados Unidos, que dirigi¨® las operaciones militares hasta ceder el testigo a la OTAN el 31 de marzo, se implique m¨¢s en la guerra. A Washington se dirigen gran parte de sus mensajes. Las barras y estrellas no se queman en Bengasi. Ondean a diario.
Los alzados se esfuerzan por ofrecer una imagen tranquilizadora
Solo Francia, Italia y Catar han reconocido formalmente al Consejo Nacional como representante leg¨ªtimo de Libia. Pero desde que a comienzos de marzo se constituy¨® este Gobierno transitorio de los rebeldes, sus dirigentes se esfuerzan por ofrecer la mejor de las im¨¢genes, la que desean ver en Washington, donde predomina la suspicacia sobre la identidad de los l¨ªderes insurrectos, y muchas m¨¢s sobre el d¨ªa despu¨¦s de la revoluci¨®n. No basta a los insurgentes con una OTAN dividida, que ayer bombarde¨® un dep¨®sito de armas subterr¨¢neo en las cercan¨ªas de Tr¨ªpoli, tan necesitados como est¨¢n de ayuda humanitaria y combustible.
"Estados Unidos no nos ha reconocido, pero lo que nos importa son los hechos. Exige que Gadafi abandone el poder, y ha enviado a un representante a Bengasi. Y la Uni¨®n Europea tambi¨¦n se ha reunido con el Consejo Nacional. El mundo cambia a nuestro favor. Es cierto que si nos reconocieran formalmente ayudar¨ªan m¨¢s, pero tambi¨¦n comprendemos sus problemas de pol¨ªtica interna", afirma Mustaf¨¢ Gheriani, portavoz del Consejo y empresario a caballo entre Michigan y Libia, en un intento por restar relevancia al recelo norteamericano. Sin ese visto bueno oficial, la exportaci¨®n de petr¨®leo tropieza con un sinf¨ªn de escollos. Y la adquisici¨®n de armamento resulta, por el momento, inviable.
Los principales ministros libios son angl¨®fonos, educados en universidades estadounidenses y residentes durante d¨¦cadas en este pa¨ªs; en los pasillos de los edificios oficiales se escucha tanto ¨¢rabe como ingl¨¦s, en boca de j¨®venes emigrantes retornados a Libia; y una empresa de comunicaci¨®n norteamericana, Harbour, asesora a los insurgentes. Desde el comienzo de su andadura, el Consejo ten¨ªa claro a qui¨¦n deb¨ªa dirigir su mensaje pol¨ªtico.
Un documento sobre la estrategia de comunicaci¨®n del Consejo al que ha tenido acceso este diario establece que sus portavoces, "con buen nivel de ingl¨¦s y capacidad para hablar en p¨²blico", deben refutar las "mentiras del r¨¦gimen", "pasar a la ofensiva para desacreditar" al Gobierno de Gadafi y "preparar estrategias de confusi¨®n sobre noticias" desfavorables. Y a?ade dos apartados: "Debe limitarse la aparici¨®n de armas tanto como sea posible" y "ha de enfatizarse la presencia de mujeres, tambi¨¦n las que no llevan velo, y de los j¨®venes".
En alguna medida, se est¨¢ consiguiendo que las armas dejen de tronar cada vez que un tipo quiere sacar m¨²sculo. Pero la cuesti¨®n de las mujeres es harina de otro costal. Y no digamos de las que no llevan velo. No obstante, las dos ¨²nicas portavoces del Consejo -las hermanas Bugheigis- nunca se cubren la cabeza, a diferencia de casi todas las libias de la oriental Cirenaica, y su ingl¨¦s roza la excelencia. Adecuado para sus interlocutores.
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