Siete claves para el despertar ¨¢rabe
Los ¨¢rabes arrancaron el siglo XXI con una segunda Intifada en Palestina y una gran movilizaci¨®n contra la invasi¨®n de Irak. No estaban dormidos, sino buscando c¨®mo superar las tiran¨ªas poscoloniales
Despertar? Al final ha resultado que los ¨¢rabes no estaban tan dormidos. ?Claro que no! Hasta el islamismo de las ¨²ltimas d¨¦cadas ha sido una manifestaci¨®n de que los ¨¢rabes estaban inmersos en una angustiosa b¨²squeda de superaci¨®n de las tiran¨ªas poscoloniales. Como ya dej¨® escrito Samir Kassir (De la desgracia de ser ¨¢rabe), ensayista liban¨¦s asesinado por sicarios en 2005, la crisis ¨¢rabe no era end¨¦mica, la depresi¨®n era perfectamente superable, pues los ¨¢rabes hab¨ªan participado de los episodios mayores de la modernidad y su desgracia se deb¨ªa m¨¢s a la geograf¨ªa que a la historia.
?Dormidos? Los ¨¢rabes comenzaron el siglo XXI con una segunda Intifada en Palestina y una movilizaci¨®n masiva contra la invasi¨®n de Irak y la aquiescencia de sus reg¨ªmenes; protagonizaron luchas de car¨¢cter socioecon¨®mico (alzamientos bereberes en Argelia, huelgas del textil en Egipto, revueltas mineras en T¨²nez); negaron toda legitimidad a las soluciones yihadistas (Occidente contribuy¨®: no hab¨ªa mejor revulsivo que el binladismo con que se quiso empaquetar a todo musulm¨¢n); y se reinventaron la participaci¨®n ciudadana a base de espacios p¨²blicos no patrimonialistas, con asociaciones c¨ªvicas y ONG a la cabeza.
En 2002 el uso de Internet era el 0,5% del total mundial. En 2009 subi¨® hasta el 4,5%
Mientras los ¨¢rabes no sean due?os de su destino, Palestina no lo ser¨¢ del suyo, y viceversa
1. Zapatos contra dictadores. Una de las im¨¢genes m¨¢s repetidas de las revueltas ¨¢rabes ha sido la de la muchedumbre increpando zapato en mano al tirano. Al lego en los usos ¨¢rabes le parecer¨¢ una pintoresca manera de protestar. Pero nada hay tan vejatorio para el inconsciente colectivo ¨¢rabe como la suela del zapato, que simplemente mostrada a otra persona equivale al insulto m¨¢s grave. La suela del zapato es lo contaminado, lo inhumano. Mostr¨¢rsela al gobernante es el acto mismo de pisotearle. Levantarlo en la mano es alzar una antorcha de libertad. Recordemos el zapato que vol¨® hacia Bush. El zapato es la calle, que ha despertado en T¨²nez y Tahrir no solo para los ¨¢rabes sino para el mundo entero. Estos ¨²ltimos meses han hecho justas las palabras que Blanchot escribi¨® en 1968: "La calle es el lugar donde toda libertad es posible".
2. La revoluci¨®n siempre es joven. S¨ª, pero ?por qu¨¦ ahora? Hace dos d¨¦cadas que el porcentaje de poblaci¨®n ¨¢rabe menor de 25 a?os supera el 50%. La novedad es su nivel de educaci¨®n y su integraci¨®n en la sociedad de la informaci¨®n. La novedad es que son j¨®venes que se saben j¨®venes y quieren serlo: emanciparse, viajar, consumir. La alquimia de los n¨²meros ayuda a comprender por qu¨¦ ahora: en 2002, el uso de Internet por los ¨¢rabes apenas rozaba el 0,5% del total mundial (constituyendo los ¨¢rabes el 5% de la poblaci¨®n), pero en 2009 el Arab Knowledge Report de Naciones Unidas constataba una fuerte subida hasta el 4,5%. Excluidos de los medios de participaci¨®n y de producci¨®n tradicionales, que no han sabido encauzar su frustraci¨®n, los j¨®venes, provistos de ordenador y m¨®vil, han hallado el medio y formulado el mensaje.
3. ?rabes en red. Una red es una forma, un s¨ªntoma, no una causa: es horizontal, multidireccional, no tiene centro. Las revueltas ¨¢rabes se han servido de las redes (de las del mundo virtual, s¨ª, pero tambi¨¦n de otras m¨¢s tradicionales, operativas en las sociedades ¨¢rabes: la familia, el gremio, el vecindario) como un modo de comunicaci¨®n que a su vez vehicula un modo de organizaci¨®n. Pero una vez logrado el vuelco, lo que est¨¢ en juego es el futuro de las formas en red como mensaje mismo, algo que no deber¨ªa pasarse por alto. Las redes propician una participaci¨®n distinta de la din¨¢mica electoral ordinaria, una libertad de expresi¨®n que supera los medios de comunicaci¨®n unidireccionales y una responsabilidad individual que no se siente representada por la divisi¨®n de poderes. El experimento est¨¢ en marcha, pero no es privativo del mundo ¨¢rabe. Al contrario: entronca con las demandas de recomposici¨®n del paradigma democr¨¢tico que desde Seattle y G¨¦nova han marcado lo que llevamos de siglo.
4. La tele de las masas, las masas en la tele. Quiz¨¢ de todos los factores implicados en la preparaci¨®n del cambio ¨¢rabe, la cadena catar¨ª de televisi¨®n Al Yazira ha sido el m¨¢s decisivo y uno de los menos recordados ahora. Durante a?os, Al Yazira ha estado dando cuerpo a dos realidades: la de que los ¨¢rabes tienen voz y su voz es su dignidad, y la idea de pueblo ¨¢rabe sufriente que se rebela. No ha de olvidarse que para Al Yazira el eje motor del mundo ¨¢rabe es la causa palestina, a la que luego vino a sumarse Irak. El que no haya visto asiduamente esta cadena ignora hasta qu¨¦ punto el ¨¢rabe de a pie tiene la palabra en ella y su palabra y la de los corresponsales son la esencia misma de la cadena. La gente de Tahrir, por mucho que use Internet, no se informa mediante The New York Times o Le Monde, sino por medio de Al Yazira (no Al Jazeera, que se emite en ingl¨¦s para la di¨¢spora, y que tiene una l¨ªnea editorial ligeramente diferente).
5. Se llama Palestina y les importa a los ¨¢rabes. Los israel¨ªes lo saben bien. Y saben del hond¨®n insalvable que lo palestino abre entre el pueblo (al-chaab, la palabra m¨¢s repetida en todos los esl¨®ganes de las revueltas, el mantra que puede cambiar el mundo ¨¢rabe) y los dirigentes ¨¢rabes, sumisos en uno u otro grado a los intereses de Israel. Tambi¨¦n el r¨¦gimen iran¨ª sabe de ello, y trata de jugar sus bazas para que el curso de los acontecimientos no le arrincone como protagonista del conflicto ¨¢rabe-israel¨ª. Ni a Israel ni a Ir¨¢n les interesa el cambio ¨¢rabe. Cuando algo puede cambiar en Palestina, llega un cohete Katiusha y todo vuelve a su sitio: los palestinos, a su futuro imposible; Ir¨¢n e Israel, a su presente eterno; los ¨¢rabes, a su pasado irredento. Mientras los ¨¢rabes no sean due?os de su destino, Palestina no lo ser¨¢ del suyo, y viceversa. Es una ecuaci¨®n demasiadas veces demostrada.
6. El peligro de la inteligencia militar. La sombra de la inteligencia militar (estadounidense o local) planea sobre el futuro ¨¢rabe. Las transiciones tuteladas por el Ej¨¦rcito corren varios riesgos. El primero, el de los compa?eros de viaje: el recurso interesado al islam pol¨ªtico como combinaci¨®n ideal de estabilidad y cambio. Al fin y al cabo, las formaciones islamistas son las mejor organizadas y, en muchos casos, la ¨²nica oposici¨®n operativa. El segundo, el del populismo: las fuerzas armadas como garantes de la voluntad popular propenden a creerse la voz del pueblo. El tercero, claro, el de la perpetuaci¨®n: generaciones de "oficiales libres" se han sucedido en el poder tras golpes que cambiaron lampedusianamente todo un pa¨ªs (Egipto, Irak, Yemen, Libia, Siria) para que nada cambiara.
7. Al rescate del Mediterr¨¢neo. Los levantamientos en curso han zarandeado dos siglos de historia ¨¢rabe a remolque de Europa. Es m¨¢s, le han recordado a Europa el potencial de las ciudadan¨ªas cuando ejercen su fuerza desde la base. La demanda de pluralismo y libertad de las clases medias ¨¢rabes sintoniza con la reivindicaci¨®n de una equidad socioecon¨®mica y una ¨¦tica distributiva por parte de las clases m¨¢s desfavorecidas. Esta convergencia, a¨²n incipiente, fluctuante y en peligro, deber¨ªa despertar a las sociedades de todo el Mediterr¨¢neo, embarcadas en un neoliberalismo depauperante y un creciente d¨¦ficit democr¨¢tico. Es una oportunidad para repensar de un modo diferente un futuro com¨²n.
Pero el despertar a¨²n es tibio, es un fr¨¢gil comienzo. En cualquier caso, obliga a un cambio de paradigma tanto a los ¨¢rabes como al llamado Occidente. Los ¨¢rabes habr¨¢n de aparcar el paradigma del orientalismo defensivo ("Vosotros me menoscab¨¢is") y cambiarlo por una actitud protagonista y positiva. Y Occidente habr¨¢ de olvidarse del orientalismo ofensivo, el pr¨ªstino ("Vosotros sois inferiores"), y de supeditar el mundo ¨¢rabe a sus intereses econ¨®micos y securitarios.
Luz G¨®mez Garc¨ªa es profesora de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.