Que Dios te asista
Andan los taxistas cabizbajos. Las cosas no van nada bien en el sector. Solo hay que fijarse en las colas de taxis anclados en las paradas a verlas venir. El gremio, uno de los populares de Madrid, est¨¢ preocupado por su futuro. Muchos lo llevan con filosof¨ªa y con humor, buen m¨¦todo para enfrentarse con la vida. Ellos son los que mejor conocen esta ciudad. Por eso es una gozada charlar con algunos de ellos. Suelen saber de casi todo, o al menos lo aparentan, como los porteros de fincas urbanas.
Ayer tom¨¦ caf¨¦ con un taxista sandunguero y un portero m¨¢s alegre que una casta?uela. Ambos son excelentes profesionales en sus respectivos cometidos.
El portero, Tom¨¢s, tiene a su cargo un edificio de 102 viviendas. Es del Bar?a, aunque nada m¨¢s sea por tomar el pelo a la gente en un barrio que parece un nido madridista. Le llaman San Iker, cosa que le saca de sus casillas, pero se lo toma con guasa.
-Qu¨¦ pasa, Tom¨¢s -le dijo Diego, el taxista.
-Aqu¨ª, cuidando el reba?o.
-Esa suerte tienes. En lo m¨ªo ya casi no quedan ovejas.
-Pero a vosotros no os hacen circular con uniforme y gorra, como en otros tiempos. Las ordenanzas deber¨ªan ser m¨¢s estrictas.
-No me hables de ordenanzas porque el Ayuntamiento nos tiene fritos a impuestos. Para sacar algo en limpio tenemos que hacer jornadas de 14 horas toreando el tr¨¢fico infernal de esta ciudad.
-T¨² debes rezar m¨¢s, colega. Vete aunque sea a la procesi¨®n atea que tan cabreado tiene al arzobispo.
-Mira, t¨ªo, yo no soy de misas, pero no me gustan esas cosas. Si eso lo hicieran en un pa¨ªs ¨¢rabe, se armaba la de dios es Cristo. A m¨ª la Iglesia no me molesta, ni yo a ellos.
-Que Dios t,axista.
-Y a ti, que San Ronaldo te bendiga.
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