Reajuste corporal
D¨ªas entre par¨¦ntesis, minivacaciones masivas contradictorias del pron¨®stico catastrofista que sobrevuela la econom¨ªa privada de los espa?oles. Carreteras abarrotadas, personal que ans¨ªa escapar de su establecimiento habitual para pisar la arena de la playa o la roca y el primaveral verdor de las monta?as. Queda una multitud, en regresi¨®n, que disfruta del espect¨¢culo a?ejo de las procesiones, guiris visitando por fuera los monumentos, pues buena parte de los museos y recintos tienen a sus celadores en Benidorm o cualquier otro lugar lejano.
No faltan las noticias, generalmente malas, vengan de donde fuere, lo que nos empuja con suavidad a la introspecci¨®n y al aburrimiento bien ganado. En estos d¨ªas he tenido tiempo para visitar a un pariente pr¨®ximo hospitalizado, con la atenci¨®n sanitaria algo disminuida, pero sin que ello signifique grave percance, pues est¨¢ de largo habituado a pasar con frecuencia por los quir¨®fanos de gran parte del pa¨ªs. No me atrevo a sugerirle que solicite un lugar en el libro de los r¨¦cords, donde ser¨ªa sin duda aceptado en m¨¦rito a su copiosa historia doliente. La verdad es que se ha acostumbrado y a todo se hace uno, incluso ser un ep¨ªtome de anatom¨ªa averiada. En el sufrido cintur¨®n figuran 22 muescas de otras tantas intervenciones, la mayor¨ªa de pron¨®stico reservado a grave. Ninguna por accidente de tr¨¢fico, laboral, ni ca¨ªdas por pr¨¢ctica atolondrada del deporte.
Uno se acostumbra a cualquier cosa y que, como dijo el tan repetido torero, "hay gente 'pa t¨®"
Tiene implantado un ri?¨®n, anda con una rodilla de titanio enganchada a la cadera izquierda, tambi¨¦n postiza, lo que le obliga a explicaciones y exhibiciones en aeropuertos, bancos y tribunales, cuyos arcos pitan estruendosamente a su paso por causa de las placas, ganchos, f¨¦rulas y varillas met¨¢licas implantados por causas siempre distintas.
Ha sufrido desprendimiento de retina, flebitis, trombosis mesent¨¦rica con p¨¦rdida de metro y pico de intestino, ruina de meniscos, presbicia cr¨®nica. En fin, pas¨®, como digo, en 22 ocasiones por el quir¨®fano. Ha tenido m¨¢s suerte que aquel gitanillo del chiste, cuando un hermano aseguraba que estaba en la Facultad de Medicina y al preguntarle qu¨¦ curso segu¨ªa respondi¨®: "Dentro de un frasco de formol". Como es var¨®n, le coment¨¦, para derivar la conversaci¨®n hacia el humor negro, que no deja de ser afortunado al quedar libre de la amenaza del c¨¢ncer de matriz.
-La verdad -repuso con la sonrisa de quien no le han extirpado el optimismo, al menos por ahora- estaba, al parecer, mal hecho, con defectos de f¨¢brica. Lo que llevo puesto es de buena calidad y ello puede permitirme sobrevivir a dolencias ya amortizadas. Espero sobreviviros a todos.
Yo tambi¨¦n lo deseo en persona con esa reciedumbre de car¨¢cter y sentido de la proporci¨®n, que convierte en ley f¨ªsica aprovechar la fuerza contraria para restablecer el equilibrio. Llevado por la inercia de su buen talante pregunt¨¦ si le hab¨ªan tocado el ap¨¦ndice y, sonroj¨¢ndose levemente coment¨® que no le gustaba hablar de aquella minucia. "Me lo operaron cuando ten¨ªa cinco a?os y es una de las pocas se?ales poco est¨¦ticas que tengo en el cuerpo".
No cabe duda de que se acostumbra uno a cualquier cosa y que, como dijo el tan repetido torero, "hay gente pa t¨®". Estaba resultando que quien recib¨ªa una dosis de moral y ¨¢nimo era yo, venida de la figura incombustible que yac¨ªa dec¨²bito supino en el est¨¦ril recinto hospitalario. Pienso que el pariente no es ejemplo de nada, su temperatura moral es cong¨¦nita y posiblemente lucir¨ªa semejante modo de disfrutar plena salud. Movi¨® un poco el brazo donde ten¨ªa clavada la aguja del gota a gota para asimilar el suero, la alimentaci¨®n, los antibi¨®ticos y la vacuna anticatarral, ¨²nica dolencia que se le reproduce anualmente. Como cabe imaginar, ten¨ªa puestas las llamadas gafitas, ese fino tubo colocado en los agujeros de la nariz que presta a los pacientes el aire de int¨¦rpretes en la serie del doctor House.
-No s¨¦ si merece la pena que me den el alta y volver a casa -dijo al despedirme-, porque voy fatal del o¨ªdo y no me sorprender¨ªa que fuese un tumor cerebral. Solo me preocupan estos d¨ªas de fiesta total, pues los mejores cirujanos andan de vacaciones y, francamente, me disgustan las chapuzas quir¨²rgicas.
Sal¨ª del centro sanitario reconfortado por aquel ejemplo de conformidad, pero tan perplejo y confundido que casi me atropella un autob¨²s al cruzar la calle.
Por cierto, una precisi¨®n: En una cr¨®nica anterior se desliz¨® un error: el rey Alfonso XIII no abandon¨® Espa?a a bordo de un buque de guerra ingl¨¦s sino, desde Cartagena, en el crucero espa?ol Pr¨ªncipe Alfonso, que le llev¨® hasta Marsella.
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