La vida blanda
En su Trilog¨ªa della villeggiatura, Goldoni mostr¨® que el veraneo es el tiempo id¨®neo para escenificar las grandes crisis sentimentales: en ninguna otra estaci¨®n la pareja tiene tanto espacio para el roce. En Veraneantes, a trav¨¦s de conflictos de pareja sin fecha de caducidad, Gorki retrat¨® la decadencia moral de las ¨¦lites rusas pocos a?os antes de que la revoluci¨®n les estallara en la cara.
Miguel del Arco ha tra¨ªdo la acci¨®n de esta obra a nuestros d¨ªas, al jard¨ªn del chalecito al borde del mar que poseen Israel (Elejalde), pol¨ªtico arribista, y B¨¢rbara (Lennie), que se siente a su lado como un cliente en manos de un banco. Por all¨ª se descuelga una camarilla de amigos y conocidos, entre los que figuran un constructor y su esposa infiel, un m¨²sico depresivo, un escritor acomodado y la dirigente de una ONG. En la comedia original, Gorki diferencia claramente entre personajes con fondo positivo, hombres de poder y creativos hedonistas.
VERANEANTES
A partir de la obra hom¨®nima de Gorki. Versi¨®n y direcci¨®n: Miguel del Arco. Int¨¦rpretes: B. Lennie, I. Elejalde y M. Montilla. Escenograf¨ªa: Eduardo Moreno. Teatro de La Abad¨ªa. Hasta el 29 de mayo.
La versi¨®n de Del Arco es c¨ªnica: no salva a nadie ni deja entrever salidas
La versi¨®n de Del Arco es m¨¢s c¨ªnica: no salva a nadie ni deja entrever salidas a sus problemas, aunque B¨¢rbara sigue dando al final un portazo tan en¨¦rgico y oportuno como el de Nora en Casa de mu?ecas. Donde el autor ruso quiso reflejar el choque entre grupos de personas de igual fortuna que simbolizan la voluntad de cambio, la corrupci¨®n moral y la indolencia, el director espa?ol ha preferido hacer un retrato amablemente acre de la vida blanda de las clases acomodadas en la Espa?a de hoy. Su puesta en escena, en un escenario central rodeado de p¨²blico, nos acerca todav¨ªa m¨¢s a esos personajes que se llaman entre s¨ª por el nombre propio de los actores.
A su trabajo cabe ponerle un par de pegas, referidas sobre todo al primer acto, en el que el tono medio de la interpretaci¨®n est¨¢ sobrevoltado: lo que debiera de suceder por debajo, como en Ch¨¦jov, se exterioriza de manera que actitudes, voces y ademanes anticipan los cl¨ªmax de un segundo acto donde el espect¨¢culo encuentra felizmente su cauce. En esa primera mitad sin reposo, se acusa el recorte que Del Arco le ha tenido que meter al texto, para economizar int¨¦rpretes.
Veraneantes avanza entre dos aguas hasta el momento en que se produce el primer encontronazo entre Elisabet Gelabert y Ra¨²l Prieto, de una claridad brutal, que desemboca en una serie de escenas de pareja fluidas y recoletas. El segundo acto comienza en alto bajo una luz solar, y sigue a tono con una serie de entradas y salidas tan ¨¢giles como las de los c¨®micos en el shakespeariano bosque de Arden. En lo interpretativo, destaca el dramatismo cierto de Manuela Paso, el peligro de Ra¨²l Prieto y la qu¨ªmica corrosiva de sus escenas con Gelabert, la verdad final que destila Lennie y el oficio de Chema Mu?oz. Lidia Ot¨®n y Crist¨®bal Su¨¢rez resuelven su escena clave con gracia y sensualidad. Elejalde, Ernesto Arias y Miriam Montilla no consiguen despegar de s¨ª cierto artificio. Miquel Fern¨¢ndez est¨¢ espumoso en un personaje cuya falta de matices comienza en el texto.
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