Lo contrario de un libro es un crucifijo
El creer s¨ª ocupa lugar, y por eso normalmente donde hay un crucifijo no cabe ninguna otra cosa, as¨ª que este a?o el 23 de abril dej¨® de ser el D¨ªa del Libro para dejar pasar las procesiones de Semana Santa, como Dios manda, y hubo que empujar las tumbas de Cervantes y Shakespeare hasta ayer, tal vez porque se da por hecho que la fe y la inteligencia solo se hablan a trav¨¦s de sus abogados y cuando se cruzan por la calle no se saludan. Lo contrario de las ideas son los dogmas.
Pero como cualquier raz¨®n para leer es buena, como para las cosas importantes siempre es mejor tarde que nunca y como al fin y al cabo el D¨ªa del Libro, lo pongas donde lo pongas, es un d¨ªa postizo en el que Madrid se disfraza de Barcelona para copiarle su Sant Jordi y calentar motores de cara a su verdadera fiesta literaria, que es la Feria del Libro del parque del Retiro, Juan Urbano y yo nos echamos a la calle sin m¨¢s, para comprar algunos libros, demostrar que una de las grandes idioteces que se llevan repitiendo desde hace 1.000 a?os sin que nadie les eche el freno es esa de que a las ferias del libro solo va la gente que no lee el resto del a?o, y para buscar en su caso alg¨²n fil¨®sofo y el m¨ªo alg¨²n poeta o novelista de los que nos importan en los dos sentidos de la palabra, porque nos llevan a su mundo y porque nos interesan: a los dos nos gustan las obras dedicadas, nos parecen m¨¢s nuestras y pensamos que, de alg¨²n modo, cuando el autor te pone su firma en la primera p¨¢gina es como cuando dos ni?os se pinchan la yema de un dedo para mezclar su sangre: una dedicatoria es una alianza, un pacto, una promesa. Al menos cuando el autor es alguien que no te haga huir de sus libros, naturalmente, porque hay de todo por ah¨ª: "un tonto nunca se repone de un ¨¦xito", como dec¨ªa Oscar Wilde.
Es casi una heroicidad que los libreros sigan ah¨ª. Ojal¨¢ no tuvi¨¦ramos que admirarlos tanto
A Juan y a m¨ª, adem¨¢s, nos encanta ver tambi¨¦n a los libreros, da igual si es el 23 de abril que este a?o ha ca¨ªdo en 27, cualquier tarde en sus librer¨ªas y, sobre todo, en la Feria del Libro: esa gente, en la mayor¨ªa de los casos, tiene tanto respeto por su oficio que no hay m¨¢s que mirarles las manos para comprobarlo: cogen los libros igual que si afinaran un viol¨ªn. Con lo duro que es su trabajo, la poca ayuda que reciben y el acoso que tienen que soportar, es casi una heroicidad que sigan ah¨ª, contra viento y marea. Ojal¨¢ no tuvi¨¦ramos que admirarlos tanto, porque siempre es mejor no correr peligro a que te salve un h¨¦roe, pero las cosas son como son, incluso las que deber¨ªan de ser de otra manera, qu¨¦ le vamos a hacer. Porque lo que es mentira a la hora de hablar de los lectores es verdad a la hora de hablar de las instituciones: por desgracia, como nuestros pol¨ªticos no suelen tener planes sino solo estrategias, en la mayor parte de los casos ellos s¨ª que solo se acuerdan de los libros cuando llega la fecha en rojo en los calendarios, y eso no sirve para nada.
Lo que hay que conseguir es un apoyo sostenido a la lectura y a las librer¨ªas, porque lo dem¨¢s es como Sant Jordi, un simple disfraz que el 23 de abril o el primer d¨ªa de la feria en el Retiro, se pasea por la calle y luego se guarda en el fondo del armario hasta el a?o que viene. Lo contrario de las ideas son los dogmas, lo contrario de un libro es un crucifijo y lo contrario de la cultura, la demagogia. A ver si se enteran.
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