Todo persuasi¨®n
El t¨¦cnico portugu¨¦s convence a todos los estamentos del equipo blanco de que la UEFA favorece a los azulgrana
Mourinho entr¨® al vestuario elevando la voz. "?Siempre lo mismo!", repet¨ªa tras la derrota ante el Bar?a (0-2) el mi¨¦rcoles. "?Siempre lo mismo!". Los jugadores lo observaron como quien asiste a un fen¨®meno rutinario. Los m¨¢s pr¨®ximos le dieron la raz¨®n entre sonoras lamentaciones. Los m¨¢s alejados siguieron a los suyo, duch¨¢ndose o visti¨¦ndose. "?Ahora cuando salg¨¢is ten¨¦is que decirlo! ?El ¨¢rbitro nos ha robado!", dec¨ªa el t¨¦cnico.
Aunque no les sugiriese nada, los jugadores ya sab¨ªan lo que ten¨ªan que hacer en caso de derrota: se?alar al ¨¢rbitro. El entrenador del Madrid llevaba un mes repiti¨¦ndoles que la UEFA les tender¨ªa una trampa. Sin dar m¨¢s razones, les hab¨ªa reunido varias veces para explicarles que el organismo que rige el f¨²tbol europeo no les quer¨ªa en la Champions. "La UEFA nos vigila", les dijo Mourinho antes de la eliminatoria de cuartos contra el Tottenham, como si revelase un secreto. "Nos tienen entre ceja y ceja. Los ¨¢rbitros nos estar¨¢n esperando para sancionarnos".
"Nos tiene entre ceja y ceja", le dijo el t¨¦cnico a la plantilla sobre el organismo europeo
Muy pocos jugadores razonaron que proyectaba una coartada. La mayor¨ªa le dieron la raz¨®n sin m¨¢s, confortablemente instalados en una posici¨®n, la de v¨ªctimas, que los exim¨ªa de hacerse responsables de sus actos. Antes del cl¨¢sico de Liga en el Bernab¨¦u, sin embargo, hubo jugadores que razonaron el plan desde la perspectiva de Mourinho. Interpretaron que el t¨¦cnico les pedir¨ªa que cedieran el campo y el bal¨®n al Bar?a, m¨¢s pendiente de evitar una goleada que de producirla. Anticiparon que buscar¨ªa mecanizar al equipo para atribuirse el ¨¦xito, si lo hab¨ªa. Entendieron que si no dejaba de anunciar una conspiraci¨®n arbitral era porque no ten¨ªa mucha fe en las posibilidades del equipo. Y que, en caso de perder, lo achacar¨ªa a los arbitrajes.
Si por algo se distingue el t¨¦cnico portugu¨¦s es por su gran capacidad de persuasi¨®n. Mourinho ha convencido al club y a la plantilla de que su denuncia del arbitraje debe ser el mensaje oficial de la misma manera que ha inducido a los futbolistas y a parte de la afici¨®n a sentir que solo pueden competir contra el Bar?a si asumen su inferioridad, es decir, regalando el bal¨®n. Este posicionamiento va contra una historia centenaria. La vieja divisa madridista de resistirse a la derrota, ese Hasta el final, vamos Real que canta la gente en el campo, ha quedado desvirtuada por el derrotismo que promueve Mourinho. "Estamos eliminados", anunci¨®, sin reparar en que quedan 90 minutos de partido en el Camp Nou y que no le faltar¨¢n jugadores para asaltar la porter¨ªa de Vald¨¦s. Ning¨²n equipo en Europa tiene la n¨®mina de atacantes del Madrid. Ninguno en la historia ha invertido 500 millones de euros en fichajes en un periodo de cuatro a?os.
Adem¨¢s de admitir que la derrota era inevitable, Mourinho acus¨® a la UEFA de proteger al Barcelona y, por extensi¨®n, de corromper el torneo. "Me dar¨ªa verg¨¹enza ganar esta Champions porque no est¨¢ limpia", declar¨®, tras quejarse del arbitraje de Wolfgang Stark. Lejos de provocar una reacci¨®n en su contra, en las ¨²ltimas horas Mourinho ha verificado la adhesi¨®n de todos los sectores del madridismo. En el club nadie se atreve a contradecirle. Ayer, en las oficinas del Bernab¨¦u se baraj¨® la posibilidad de denunciar al Bar?a ante la UEFA por la presunta simulaci¨®n de faltas de sus jugadores. La p¨¢gina oficial del club en Internet public¨® un cat¨¢logo de los errores de Stark que perjudicaron al Madrid. Nunca mencion¨® las decisiones que afectaron al Bar?a, como el pisot¨®n de Marcelo a Pedro en el ¨¢rea de Casillas.
La clasificaci¨®n para las semifinales de la Champions propag¨® la noticia de que Mourinho continuar¨ªa el a?o que viene en el club. Despu¨¦s de meses de incertidumbre y declaraciones ambiguas por parte del t¨¦cnico, los jugadores alcanzaron la plena convicci¨®n de que el hombre que gobierna el vestuario con mano de hierro seguir¨¢ siendo su jefe el a?o que viene: el ejecutivo plenipotenciario que decidir¨¢ altas, bajas, renovaciones, subidas y bajadas de sueldo y reparto de minutos de juego. Ante esta realidad, muy pocos se atreven a ponerle una mala cara. Muy pocos son capaces de no sobreactuar en el cumplimiento de una orden t¨¢ctica, por desagradable que resulte. Casi nadie est¨¢ dispuesto a decir lo que piensa. Solo Cristiano, que, por ser una estrella mundial, se siente m¨¢s fuerte que el entrenador, hizo el mi¨¦rcoles una cr¨ªtica al planteamiento conservador de su t¨¦cnico: "No me gusta jugar as¨ª, pero es lo que hay".
Cristiano Ronaldo ha sido el primero en cuestionar al entrenador. Pero es un caso excepcional. La gran mayor¨ªa no est¨¢n en posici¨®n de criticar al entrenador. Como dijo un empleado del club: "Mou nunca olvida".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.