Matar al mensajero
Ana Pastor, la excelente conductora del programa Los desayunos de TVE, no pod¨ªa dar cr¨¦dito a las palabras de Dolores de Cospedal cuando, con todo el desparpajo del mundo, acus¨® de parcialidad a favor del Gobierno a los servicios informativos de las cadenas p¨²blicas estatales. La perplejidad de la periodista no solo se manifest¨® al recordar el ejemplo de descarado partidismo de algunas cadenas auton¨®micas, la mayor¨ªa de ellas en territorios gobernados por el PP. Tuvo que aludir tambi¨¦n a que el presidente de la corporaci¨®n RTVE hab¨ªa sido nombrado por consenso entre los dos grandes partidos. ?A qu¨¦ ven¨ªa, pues, esa afirmaci¨®n de Cospedal lanzada a las ondas sin aportar m¨¢s razones que dicha aseveraci¨®n desnuda? La respuesta solo la sabe ella, pero desde fuera podemos intuir que hay algo m¨¢s.
Lo que hay, por un lado, es que las encuestas ya no dan esa aplastante victoria a su partido. Est¨¢n, por decirlo de alguna forma, "raras". Tanto las de aquellos medios que les son favorables, que no les garantizan la ventaja habitual, como las de otros m¨¢s alejados de sus intereses. Ese nerviosismo se ha visto acentuado, por otra parte, al tomar conciencia de que la crisis econ¨®mica puede que ya no sea el tema central de la recta final de las elecciones generales. Si no hay novedades en el comportamiento de los mercados, les puede ocurrir como a la oposici¨®n portuguesa, que despu¨¦s de haber provocado la ca¨ªda del Gobierno a partir de la misma estrategia del PP -es decir, el "cuanto peor, mejor"- no tengan ninguna seguridad de acabar ganando. Solo as¨ª se explica su agresiva agitaci¨®n de la pol¨ªtica antiterrorista y, ahora, el poner en cuesti¨®n a todo un conjunto de profesionales del periodismo que no bailan al son que ellos van marcando a trav¨¦s de su amplia Brunete medi¨¢tica, pero a los que tampoco pueden acusar impunemente de "progubernamentales".
No nos equivoquemos, la oposici¨®n del PP se ha caracterizado por eludir la confrontaci¨®n argumentativa, el aportar razones cada vez que elevaba una cr¨ªtica al Gobierno, y por apostar por una estrategia de acci¨®n cuyo objetivo prioritario era el desprestigio del presidente del Gobierno. Sin Zapatero como contrincante, y ante la orfandad de propuestas concretas, solo le queda asegurarse su capacidad para construir la realidad a trav¨¦s de los medios. De este modo, y como estamos viendo a lo largo de las ¨²ltimas semanas con la excarcelaci¨®n de Troiti?o y otras cuestiones relacionadas con el Pa¨ªs Vasco, se aseguran la posibilidad de marcar la agenda del debate p¨²blico. La densa cortina de humo que han conseguido extender en todos estos temas tiene un objetivo claro, hacer olvidar la exitosa pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno y atacar a Rubalcaba para anularlo como alternativa a Rajoy. Y, sobre todo, ocultar su ausencia de ideas y que sus esc¨¢ndalos de corrupci¨®n no centren el debate de las pr¨®ximas elecciones locales.
Lo m¨¢s relevante de la democracia en la que vivimos, aqu¨ª y en otros lugares, es que los principales actores pol¨ªticos han renunciado ya a confrontar sus posiciones con el adversario. Lo que importa es la definici¨®n de lo que ocurre para ajustarlo a los intereses de cada una de las partes. Ya no se trata de "deliberar" para poder guiarnos por el mejor argumento, sino el "enmarque" (framing) de lo existente para que ese dibujo previo de lo real encaje como un guante con los objetivos pol¨ªticos de cada cual. La "opini¨®n" sobre lo que sea la realidad suple, en consecuencia, a la realidad en s¨ª misma. Esta deviene as¨ª en un mero dato provisional, en un instrumento maleable al servicio de aquello que en cada momento interese objetivar. Post-truth democracy, democracia que ya no aspira a la verdad, lo llamaba The New York Times refiri¨¦ndose a la ¨²ltima campa?a electoral de Bush.
Es obvio que para ello cualquier partido necesita disponer de medios de comunicaci¨®n que trasladen a la ciudadan¨ªa su particular visi¨®n de lo que ocurre. Y esto es precisamente lo que preocupa a Cospedal, la existencia de medios a los que no puede imputar el prejuicio de la "parcialidad". Uno de los grandes logros de Zapatero fue el haber conseguido que los medios p¨²blicos estatales dejaran de ser un instrumento m¨¢s del Gobierno de turno. Sus elevados ¨ªndices de audiencia y sus grandes dosis de profesionalidad sirven adem¨¢s de contrapeso a la hegemon¨ªa medi¨¢tica de la derecha que encontramos en otros lugares. Lo que seguramente se busca es desprestigiar o presionar a mensajeros que ahora m¨¢s que nunca pueden resultarles inc¨®modos.
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