Fanatismo 'versus' diversidad
El monstruoso atentado perpetrado el jueves 26 de abril contra el caf¨¦ Argana en el coraz¨®n de la plaza de Xemaa el Fn¨¢ lleva la firma inconfundible de la nebulosa del salafismo radical, agrupado o no en las c¨¦lulas de Al Qaeda en el Magreb Isl¨¢mico. Como en Egipto, en donde los salafistas incendian los templos y ermitas suf¨ªes, a los que tildan de herejes, y predican -desautorizados por los propios Hermanos Musulmanes- la guerra santa contra sionistas y cruzados, el autor material del atentado de Marraquech -no se conoce a¨²n si fue un kamikaze o hizo estallar la bomba con un temporizador- sab¨ªa muy bien el efecto que persegu¨ªa. En primer lugar, la elecci¨®n de la Plaza como objetivo respond¨ªa a una bien calculada repercusi¨®n medi¨¢tica: Xemaa el Fn¨¢ es el s¨ªmbolo no solo de Marraquech sino de todo Marruecos. Atentar contra un caf¨¦ lleno de extranjeros aseguraba los titulares de la prensa y televisiones del mundo entero. En segundo lugar, asestaba un golpe dur¨ªsimo al floreciente sector tur¨ªstico del que depende una gran parte de la poblaci¨®n de la ciudad. El viajero europeo, tras desertar de los habituales destinos de T¨²nez y Egipto despu¨¦s del derrocamiento de sus dictadores, rehuir¨¢ probablemente tambi¨¦n los de las playas y ciudades marroqu¨ªes promocionadas por los vendedores de sol barato. Los marrach¨ªs lo han entendido as¨ª y manifiestan su indignaci¨®n a quien quiera escucharles.
El fin del atentado responde a la voluntad de hacer descarrilar el proceso democr¨¢tico
El prop¨®sito del autor o autores de la matanza -mientras no haya una reivindicaci¨®n del atentado que hasta ahora no se ha producido- responde, como en T¨²nez y Egipto, a la voluntad de descarrilar el proceso democr¨¢tico puesto en marcha por las protestas c¨ªvicas que se extienden en los pa¨ªses ¨¢rabes. A diferencia de lo ocurrido en las pasadas d¨¦cadas, los pueblos no corean las consignas de los grupos religiosos radicales: exigen libertad, dignidad y democracia, el fin del autoritarismo y de la corrupci¨®n. Las manifestaciones del pasado 24 de abril en las principales ciudades de Marruecos ped¨ªan cambios razonables y se llevaron a cabo de forma pac¨ªfica sin incidentes ni provocaci¨®n algunos. Las redes sociales creadas por los j¨®venes toman hoy la palabra por delante de los partidos y sindicatos desacreditados por su conformismo y encabezan las demandas pol¨ªticas, sociales y econ¨®micas de la poblaci¨®n. Sus peticiones son las de sus colegas occidentales e incluso un amplio sector del dividido movimiento islamista toma como punto de referencia el partido turco de Erdogan. Los organizadores del Movimiento del 20 de Febrero saben que si bien los valores que invocan nacieron con la Revoluci¨®n Francesa, no son valores exclusivamente europeos sino que tienen validez universal.
Este cambio, el primero desde el arrinconamiento de las ¨¦lites laicas de los a?os cincuenta y sesenta del pasado siglo, ha pillado por sorpresa tanto a los poderes establecidos como a los salafistas radicales. Por razones diametralmente opuestas, unos y otros -especialmente en los reg¨ªmenes derrocados- buscan crear un caldo de cultivo propicio a sus intereses y a la manipulaci¨®n interesada de las creencias religiosas.
El proceso de transici¨®n democr¨¢tica que reclaman los j¨®venes desde T¨¢nger a Dajla, ha sufrido un dur¨ªsimo rev¨¦s con la matanza perpetrada en Xemaa el Fn¨¢. Pero sus organizadores no deben arredrarse por ello y seguir adelante de forma pac¨ªfica con firmeza y serenidad. Proclamar una dictadura suele ser f¨¢cil. La democracia al rev¨¦s es un camino muy largo sembrado de trampas y obst¨¢culos. Los extremistas que se oponen a ella saben que no cuentan con el apoyo de la poblaci¨®n y por ello intentan sembrar la discordia y el caos. Los turistas que recorren la Plaza no son vistos como cruzados por nadie o casi nadie. Xemaa el Fn¨¢ ha sido y espero que sea siempre un espacio abierto a la convivencia y la diversidad.
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