Marruecos sigue en pie pese al terror
Los j¨®venes que encabezan el movimiento de protestas por la democracia mantienen la lucha para que el brutal ataque de Marraquech no les arrebate sus conquistas
Aquellos j¨®venes que desde hace m¨¢s de dos meses se han echado a las calles de Marruecos para reivindicar el cambio no quieren que el atentado del jueves en Marrakech d¨¦ al traste con los logros hasta ahora conseguidos y otros que vislumbran. Al d¨ªa siguiente de que el reino sufriese su mayor golpe terrorista desde hace ocho a?os las consignas eran de condena a la violencia y de mantener, e incluso reforzar, las movilizaciones para cambiar el sistema. En la voladura del caf¨¦ Argana murieron 16 personas -ayer falleci¨® en el hospital una francesa- y otras 25 resultaron heridas.
Las autoridades, con el rey Mohamed VI a la cabeza, se han adentrado a su vez por la v¨ªa de las reformas aunque su oferta dista mucho de satisfacer a la calle. Tambi¨¦n ellas quieren seguir adelante. "Es una opci¨®n estrat¨¦gica que no ser¨¢ interrumpida despu¨¦s del atentado de Marrakech", afirm¨® ayer Khaled Naciri, portavoz del Gobierno. "Preservar la seguridad no es antag¨®nico con continuar las reformas", a?adi¨®.
El ministro del Interior revela que la bomba se activ¨® a distancia "La pista islamista parece poco cre¨ªble", afirma un intelectual
"No al majz¨¦n [el entorno del monarca] y no al terrorismo". Este eslogan virtual que circula por las redes sociales resume la reacci¨®n de aquellos que desde febrero se manifiestan en Marruecos. Los cortejos de protesta los encabezan los j¨®venes del Movimiento 20 de Febrero. Su secci¨®n de Marraquech asegur¨® ayer que el atentado, que condenan, "busca acabar con el proceso de cambio".
En su comunicado, advierten adem¨¢s a las autoridades que "este tr¨¢gico acontecimiento" no debe ser aprovechado "para recortar las libertades y los derechos humanos, en especial el de manifestaci¨®n", del que volver¨¢n a disfrutar el domingo junto con los sindicatos. Piden, por ¨²ltimo, a sus seguidores que acudan a los hospitales de Marraquech a donar sangre para las v¨ªctimas.
El temor de que tras el atentado el pa¨ªs padezca una ola represiva que merme las libertades, ya de por s¨ª algo escasas, es obsesivo. Eso fue precisamente lo que sucedi¨® despu¨¦s de que 12 kamikazes provocaran una serie de explosiones en Casablanca, en mayo de 2003, que acabaron con la vida de 33 personas, cuatro de ellas espa?olas.
"Hacemos un llamamiento para que la vulneraci¨®n de los derechos humanos no se reproduzca", afirma en otro comunicado Justicia y Espiritualidad, un movimiento islamista ilegal pero tolerado que posee una gran capacidad de movilizaci¨®n. Sus militantes participan tambi¨¦n en las manifestaciones de protesta. Con el atentado se intenta "propagar el miedo y perturbar la ola de reivindicaciones que recorre Marruecos", concluye.
Hasta un grupo de salafistas, los islamistas m¨¢s radicales, que a?os atr¨¢s fueron complacientes con el terrorismo, colgaron un v¨ªdeo en el que rechazan un atentado que pretende "distraer" la atenci¨®n "ahora que todos los marroqu¨ªes se manifiestan y exigen el fin del despotismo". Ellos esperan, sobre todo, que contin¨²en los indultos reales, como el que hace dos semanas excarcel¨® a un centenar de correligionarios suyos, muchos de ellos radicales aunque no ten¨ªan las manos manchadas de sangre.
El ataque terrorista no ha interrumpido las protestas. Ayer, por ejemplo, se concentraron en Rabat ante la sede del ente p¨²blico audiovisual periodistas, t¨¦cnicos y empleados detr¨¢s de una larga banderola en la que se pod¨ªa leer: "Por unos medios de comunicaci¨®n p¨²blicos al servicio del pueblo, de la modernidad, de la democracia y del pluralismo".
La determinaci¨®n de seguir peleando no est¨¢ re?ida con las preguntas que se hacen muchos sobre qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s del atentado. Con una celeridad poco habitual, achacable a las instrucciones del rey, el ministro del Interior, Taieb Cherkaoui, compareci¨® ayer ante la comisi¨®n parlamentaria que le corresponde y despu¨¦s ante la prensa.
Desminti¨® que el atentado fuese obra de un terrorista suicida. La explosi¨®n "fue provocada a distancia", revel¨® Cherkaoui. La bomba estaba "compuesta de nitrato de aluminio, de TATP [per¨®xido de acetona] y de clavos" que aparecieron incrustrados en los cuerpos de las v¨ªctimas. El TATP, que puede fabricarse con productos de uso dom¨¦stico, fue, por ejemplo, empleado por los terroristas islamistas en Londres en 2005.
Aunque en un v¨ªdeo colgado en Internet el 25 de abril AQMI, la rama magreb¨ª de Al Qaeda, amenazaba por en¨¦sima vez a Marruecos con atacar si no liberaba a los presos islamistas de la c¨¢rcel de Sal¨¦, hasta ahora no ha reivindicado el atentado. Aun as¨ª el ministro Cherkaoui sostiene que fue perpetrado "con el estilo habitual de Al Qaeda". La seguridad ha sido reforzada en todo el pa¨ªs.
Una pareja holandesa que sali¨® del caf¨¦ Argana minutos antes de la explosi¨®n inform¨® a los investigadores de que en la mesa de al lado estaba sentado un joven de aspecto ¨¢rabe que llevaba dos mochilas voluminosas y escuchaba un MP3. Creen que sali¨® del local justo detr¨¢s de ellos porque, entre otras cosas, la polic¨ªa condujo a los turistas al dep¨®sito de cad¨¢veres y no le reconocieron entre las v¨ªctimas.
La actuaci¨®n del Ministerio del Interior ahora contrasta con la que tuvo hace ocho a?os tras los bombazos de Casablanca. La confusi¨®n y la opacidad caracterizaron aquellas jornadas de mayo de 2003 y a¨²n hoy se desconoce qui¨¦nes fueron los instigadores de esos atentados perpetrados por kamikazes.
Al margen de unos comunicados intranscendente, AQMI ha estado ausente de las revueltas en el norte de ?frica excepto en Argelia. Desde el 17 de abril ha logrado asesinar a 11 soldados, guardias forestales y gendarmes.
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