El hombre que se reun¨ªa con los an¨®nimos
Era un hombre triste; tanto que parec¨ªa que esa era su naturaleza. Y, sin embargo, siempre que lo recuerdo lo veo pidi¨¦ndole a Jorge Valdano, su paisano exfutbolista, que le diera un pu?etazo en el est¨®mago "para que compruebe lo fuerte que estoy". Era hace una d¨¦cada; entonces volvi¨® a Madrid, con su compa?era, Elvira Rodr¨ªguez Fraga, como si se viniera a despedir de Espa?a viajando por este pa¨ªs viejo.
Pero a la vuelta ya se hizo tan mayor su tristeza que convirti¨® su cuerpo, su memoria y su deseo en pura melancol¨ªa. Hubo un filamento en ¨¦l, siempre, de alegr¨ªa rec¨®ndita, secreta, la que lo hac¨ªa amar la vida a rega?adientes. Pues, a pesar de las apariencias, Sabato era tambi¨¦n un cascarrabias que disfrutaba, un hombre capaz de alternar su preocupaci¨®n por la ceguera (la suya, la que lo amenazaba) con las bromas y los chismes que le gustaba levantar sobre la clase literaria a la que pertenec¨ªa de lleno pero a rega?adientes.
Era un cascarrabias que disfrutaba; alternaba las bromas y la preocupaci¨®n por su propia ceguera
Hace unos d¨ªas Elvira Gonz¨¢lez Fraga me llam¨®; ella lleva con la ilusi¨®n inmarchitable y con un sentido del humor que siempre contrast¨® con el pesimismo de su compa?ero, la Fundaci¨®n Ernesto Sabato, incrustada en lo m¨¢s bello de Buenos Aires. Ella era consciente de los peligros de la edad, pero cre¨ªa que a¨²n no era la hora.
Se acab¨®. La muerte de Sabato es un trago amargo y simb¨®lico de la Argentina y de la literatura. ?l representa a Argentina, con todas las contradicciones que en ¨¦l actuaron en la baja frecuencia y que tambi¨¦n machacaron a Jorge Luis Borges, algunas veces su amigo, y casi siempre su oponente; sobre ellos, de maneras distintas, cayeron los denodados latigazos que ese pa¨ªs le ha dado a la raz¨®n para despojar a los hombres de la serenidad de la discusi¨®n o el desacuerdo. Esas contradicciones se han reflejado en estos dos titanes ahora ya desaparecidos. Las heridas est¨¢n en los libros, en las entrevistas que se hicieron juntos y en los desplantes que se hicieron en p¨²blico y en privado. Hay un libro en el que ambos se enzarzan a hablar de la literatura, de Dios y del diablo, y aunque no se quisieron nunca del todo, ah¨ª se ve que en ambos hay una pregunta que acaso es el sustento de la inquietud com¨²n: ?para qu¨¦ tanto l¨ªo si hemos de morir y de esto no quedar¨¢ ni siquiera un verso sencillo?
Pero ahora que toca certificar el fin de Sabato conviene recordar m¨¢s su literatura que esas escaramuzas que uno acept¨® como riesgos del destino y que el otro, el que acaba de fallecer, convirti¨® en el trampol¨ªn de una decisi¨®n civil que lo marc¨® como un h¨¦roe de una Argentina nueva que no acaba de ser nunca una Argentina verdaderamente renovada. Y la literatura de Sabato se asienta en la oscuridad del presente y del porvenir del ser humano, en el miedo al vac¨ªo que retrata tambi¨¦n en su pintura. El t¨²nel y Sobre h¨¦roes y tumbas son como el trasunto de esa oquedad rabiosa de sus ojos.
?l quer¨ªa desaparecer y estar. Una vez, en Casa Lucio de Madrid, donde hab¨ªa querido comer huevos estrellados, cantamos juntos una milonga argentina, de Reguera, creo: "Se me est¨¢ haciendo la noche / en la mitad de la tarde / no quiero volverme sombra / quiero ser luz y quedarme". Sabato hizo suyos esos versos, pues ¨¦l, que ya llevaba avanzados los 90, quer¨ªa quedarse, seguir, estar, terminarse esos huevos estrellados, seguir viaje a Galicia, a Sevilla, volver a Argentina, vivir, aunque ya su est¨®mago no estuviera tan firme como cuando le pidi¨® a Valdano que le golpeara la barriga, "si viera lo fuerte que est¨¢".
En sus diarios espa?oles (Espa?a en los diarios de mi vejez, Seix Barral), escribi¨® esta entrada: "Cuando siento que me falta tanto de lo que goc¨¦ en otras ¨¦pocas, me queda esto, agarrar un papel o sentarme a mi vieja m¨¢quina de escribir, vieja y compa?era, y anotar esto, esto quiz¨¢ sin importancia, pero que me hace sentir reunido con los an¨®nimos y sin embargo, por alg¨²n misterio, cercanos lectores que estos papeles tendr¨¢n".
Quer¨ªa desaparecer, pero quer¨ªa quedarse, tener lectores, recibir aplauso y reconocimiento; esa ansiedad estaba tambi¨¦n en su mirada herida que ahora se acaba de apagar. Sabato, un tit¨¢n disminuido siempre por la constancia rabiosa de sus melancol¨ªas.
- "En la tarde del 5 de enero, de pie en el umbral del caf¨¦ de Guido y Jun¨ªn, Bruno vio venir a Sabato, y cuando ya se dispon¨ªa a hablarle sinti¨® que un hecho inexplicable se producir¨ªa". Abadd¨®n el exterminador
Casi un siglo
- Nace el 24 de junio de 1911 en Rojas (Argentina). "Fui el pen¨²ltimo hijo de una familia
de 11 hijos varones", le dijo
a Borges en un coloquio. Su padre era italiano y su madre, albanesa. "Pas¨¦ la ni?ez casi encerrado, y casi podr¨ªa decir que los dos ¨²ltimos hermanos vimos el mundo a trav¨¦s de
una ventana". Ese encierro
y su timidez, dijo tambi¨¦n,
le "empujaron a la lectura".
- Se afilia en 1930 al Partido Comunista, que terminar¨¢ abandonando al saber de
los cr¨ªmenes estalinistas.
- Tras doctorarse en 1938
en f¨ªsica en la Universidad
de La Plata, investiga
sobre las radiaciones
at¨®micas en el Laboratorio Curie de Par¨ªs.
- Abandona la ciencia en 1945. El af¨¢n de racionalidad extrema de esa disciplina se convierte en el gran objeto de sus cr¨ªticas. Ese mismo a?o publica el ensayo Uno y
el universo, centrado en
la cr¨ªtica de la deshumanizaci¨®n de la sociedad tecnol¨®gica.
Su otro ensayo de referencia
es El escritor y sus fantasmas, de 1963.
- En 1948, la editorial Sur de Buenos Aires publica la primera de sus tres novelas, El t¨²nel.
El director espa?ol Antonio Drove adapt¨® la obra al cine
en 1988 con Peter Weller y Jane Seymour en los papeles protagonistas.
- En 1961 aparece su segunda novela Sobre h¨¦roes y tumbas, que contiene el c¨¦lebre Informe sobre ciegos.
- En 1974 publica su tercera
y ¨²ltima novela, Abadd¨®n
el exterminador.
- A petici¨®n de Ra¨²l Alfons¨ªn, primer presidente democr¨¢tico tras la dictadura militar (1976-1983), presidi¨® entre 1983 y 1984 la Comisi¨®n Nacional sobre la Desaparici¨®n de Personas. Sus conclusiones aparecieron en el libro Nunca m¨¢s, tambi¨¦n conocido como Informe S¨¢bato.
- Obtiene el Premio Cervantes en 1984. Fue el segundo autor argentino en ganarlo despu¨¦s de Borges.
- En 1998 publica sus memorias, Antes del fin. En 2004 ver¨ªa la luz Espa?a en los diarios de mi vejez. En la editorial Seix Barral, como
el resto de su obra.
- Ayer falleci¨® en la ciudad de Santos Lugares, donde se instal¨® en 1945. En los ¨²ltimos a?os, un severo problema
de vista le llev¨® a dedicarse
a la pintura.
Babelia
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