Wilders juega de ¨¢rbitro en Holanda
El l¨ªder antimusulm¨¢n es imprescindible para la coalici¨®n de centro-derecha en el poder
Un d¨ªa ser¨¦ primer ministro, algo muy bueno para que Holanda deje de arrodillarse ante el islam". La frase es de Geert Wilders, l¨ªder de la derecha populista y antimusulmana holandesa, que navega con aplomo por la escena pol¨ªtica nacional. En cinco a?os, su fuerza pol¨ªtica, el Partido de la Libertad, se ha convertido en la tercera fuerza del pa¨ªs, con el 15,45% de los votos, a escasa distancia de la democracia cristiana (16,61%), que gobierna en coalici¨®n con los liberales (20,49%). La socialdemocracia (PvdA) encabeza la oposici¨®n (19,63% del voto).
El tir¨®n del Partido de la Libertad y de su l¨ªder poco tiene que ver con su propio pasado de diputado liberal, especializado en escribir discursos para los jefes de filas. Wilders es ahora el campe¨®n de las cr¨ªticas contra la sociedad multicultural y los inmigrantes que no proceden de pa¨ªses occidentales, ni son cristianos o jud¨ªos, las dos tradiciones religiosas que considera "nuestras". Apoy¨¢ndose en afirmaciones rotundas como su ya famoso: "Solo soy intolerante con la intolerancia", su popularidad no ha dejado de crecer. En gran parte, porque ha sabido explotar con ¨¦xito las contradicciones de la arraigada tolerancia nacional holandesa, que ignor¨® durante d¨¦cadas la integraci¨®n de sus minor¨ªas por temor a verse tachada de racista.
El actual Gabinete de centro-derecha, formado por liberales y democristianos, no es ajeno a esta especie de ocaso de la tolerancia que parece afectar a Holanda. Pero la coalici¨®n en el poder se encuentra en minor¨ªa, y para gobernar necesita de los 24 esca?os de Wilders (en un Parlamento de 150). A cambio, ¨¦l quiere marcar el paso en inmigraci¨®n y seguridad. En estos momentos, pelea para deportar al mayor n¨²mero posible de personas en situaci¨®n ilegal. El ministro de Inmigraci¨®n, Gerd Leers (democristiano), tiene todo el d¨ªa a Wilders en el cogote. Por ejemplo, se debate qu¨¦ hacer con varias ni?as afganas, totalmente occidentalizadas, a las que el Gobierno dudaba si expulsar o no. Al final han pactado que se queden las que tienen entre ocho y dieciocho a?os; seg¨²n Wilders, esto abre la v¨ªa a que cualquier otro inmigrante alegue que est¨¢ muy occidentalizado y se llegue a la situaci¨®n de no poder echar a nadie.
A la vez que presiona en esa direcci¨®n, su defensa de los derechos de los homosexuales y de las mujeres es inequ¨ªvoca. Pero su rechazo al islam es rabioso y concreto. Asegura que "no odia a los musulmanes; solo a su religi¨®n retr¨®grada". Sus soflamas le han valido un juicio por incitaci¨®n al odio y la discriminaci¨®n, que denuncia como un atentado a la libertad de expresi¨®n. Amenazado de muerte por el integrismo isl¨¢mico, Wilders no ceja, y prepara la segunda parte de Fitna, el cortometraje de 2008 donde calificaba al islam de ideolog¨ªa violenta. Tal vez su tal¨®n de Aquiles sea su propia fuerza. Su partido no admite militantes, carece de congreso anual y las ¨²nicas ¨®rdenes son suyas. Una situaci¨®n parad¨®jica y antidemocr¨¢tica dif¨ªcil de mantener. Por el momento, en el Gobierno, y por ende en el Congreso, nada se mueve a espaldas de Wilders. La situaci¨®n es menos clara en el Senado, aunque esta semana se ha comprobado el grado de influencia ejercido por el pol¨ªtico radical. Las elecciones a la C¨¢mara Alta son indirectas en Holanda, y el reparto definitivo de senadores se decidir¨¢ en mayo. Como el Gobierno no puede quedarse en el aire, el primer ministro liberal, Mark Rutte, invit¨® a Wilders a su despacho para que le ayudara a buscar apoyos. As¨ª garantizar¨ªan un n¨²mero suficiente de senadores leales. Acosado por las cr¨ªticas, Rutte ha reconocido luego que el lugar no era el m¨¢s adecuado para una cita de esta ¨ªndole. De todos modos, sigue creyendo leg¨ªtimo "haber estudiado maneras de velar por la buena salud y la continuidad" de su Gobierno.
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