'Hip-hop', ?jope!
Los Mossos d'Esquadra se ven forzados a poner orden en un masivo festival de este estilo de danza en Viladecans al superarse el aforo - El g¨¦nero est¨¢ en auge
De no cre¨¦rselo. C¨®mo un pac¨ªfico y soleado domingo de ir a ver bailar a tu hija en un festival mayormente de aficionados puede convertirse en un tumulto digno de la kasba de Sidi Bel-Abbes. La falta de previsi¨®n de la organizaci¨®n del V Festival de Hip-Hop de Viladecans, de pago, provoc¨® ayer un tremendo tumulto en la entrada al auditorio Atrium al encontrarse numerosos familiares de los participantes sin poder acceder al recinto, cuyo aforo, de 850 personas, se hab¨ªa visto ampliamente superado. La situaci¨®n, con nervios, gritos, llantos, amenazas y otras salidas de tono - "?que no puedo ver bailar a la ni?a!, ?y una leche!", manifestaba con todo lujo de aspavientos un airado progenitor-, borde¨® el desorden p¨²blico y oblig¨® a la intervenci¨®n de varias patrullas de los Mossos d'Esquadra. Algo ins¨®lito, hay que reconocerlo, en un festival de danza - "?hosti, t¨², ni que fuera el f¨²tbol!", apunt¨® otro acompa?ante de bailarina en ciernes-. "Pues vaya con el hip-hop, ?jope!", sintetiz¨® alguien entre la multitud. Tras vivirse momentos muy tensos y perder los papeles varios padres y miembros de la organizaci¨®n, las cosas pudieron reconducirse. Se habilit¨® la sala peque?a, con aforo de 250 personas, para seguir las actuaciones en circuito cerrado de televisi¨®n. Pese a todo, algunos familiares manifestaron su voluntad de denunciar a los organizadores. M¨¢s all¨¢ del suceso, el ¨¦xito de convocatoria pone de relieve el auge popular en Catalu?a del hip-hop, el baile de moda ahora entre ni?os y adolescentes.
Un padre no pod¨ªa creer la expectaci¨®n: "?Ni que fuera la 'Champions'!"
El V Festival de Hip-Hop de Viladecans empezaba a las once de la ma?ana. A las 9.30 la cola ante la ¨²nica taquilla del Atrium era de varios cientos de personas. Y as¨ª segu¨ªa, tras un lento goteo, a las 10.30, cuando corri¨® la voz de que se hab¨ªan agotado las entradas. "Pero ?c¨®mo? Si mi hija est¨¢ dentro...", "?vengo de Girona y no la voy a poder ver bailar?", "ya dec¨ªa yo que ten¨ªamos que haber seguido con el baloncesto". Un padre novato no pod¨ªa creerse la expectaci¨®n que despertaba la convocatoria. "Ni que fuera la Champions, t¨ªo". "Pues tendr¨ªas que haber estado el S¨¢bado Santo en Sant Cugat", le contestaba otro, resabiado, "antes ten¨ªas que tragarte la final del campeonato del mundo de bailes de sal¨®n: ganaron unos rusos". Los familiares m¨¢s curtidos, los que ya distinguen el poping del tetris y el new style, portaban bebida y bocadillos, incluso se vio a un padre con el sesudo ensayo The british officier, leading the army from 1660 to the present: tendr¨ªa tiempo de leerlo, lo juro. Y es que el festival de Viladecans es solo una etapa del circuito (habr¨¢ progenitores que lo califiquen de v¨ªa crucis) de hip-hop en que numerosos adolescentes se han introducido de la mano de sus escuelas de danza.
T¨² metes a tu hija o hijo a clases de danza, pensando que es una bicoca porque as¨ª se acabaron las ma?anas de domingo en polideportivo (vale: y por que te hace gracia que baile, que es m¨¢s culto). Resulta que en vez de cl¨¢sica o jazz les da por el hip-hop, que, pasado de la calle a las escuelas, est¨¢ ahora de requetemoda. Te seleccionan al reto?o -que recibe la noticia con la natural ilusi¨®n- para un grupo de competici¨®n que concursar¨¢ contra los de otras escuelas (previo dispendio en met¨¢lico y en pintorescas ropas de funci¨®n: t¨² la quer¨ªas en tut¨² y a veces te la encuentras de reina poligonera). Y ya se ha liado. De repente te levantas una ma?ana y tienes cita en Moi¨¤, Cornell¨¤, Sant Cugat o Viladecans. T¨² y otros mil padres.
La gente se lo toma de un amplio abanico de maneras que van del entusiasmo a la resignaci¨®n. Los primeros acuden a los festivales, de un ambiente socialmente muy, pero que muy heterog¨¦neo, con profusi¨®n de c¨¢maras y estridentes bocinas. Los segundo se llevan a s¨ª mismos. El hip-hop, en¨¦rgico, efervescente, prende en la juventud danzante con una fuerza de convicci¨®n que los acerca a seguidores del Maharishi. Se lo pasan en grande. Sudan, se emocionan, sufren, disfrutan.
Sufr¨ªan tambi¨¦n ayer los m¨¢s de dos centenares de padres que se hab¨ªan quedado fuera del Atrium (incluso con entrada) cuando se anunci¨® que el recinto estaba lleno. La incredulidad y la estupefacci¨®n dejaron paso a la indignaci¨®n y esta a la rabia. Los organizadores, la asociaci¨®n juvenil de Viladecans Dreambox, intentaron dar explicaciones -"estas cosas pasan"- , pero trate usted de hacer entrar en raz¨®n a una madre a la que separan de sus hijos o a un padre con bocina. En primera instancia se opt¨® por la manga ancha. Pero los responsables del recinto municipal alertaron del peligro de un aforo a reventar y se prohibi¨® que entrara a nadie m¨¢s. Con la situaci¨®n a punto de ebullici¨®n -acusaciones de sobreventa y de acaparamiento de entradas, amenazas de llevarse a los ni?os- llegaron los mossos, una decena. Se tom¨® la decisi¨®n de habilitar la sala peque?a para los padres sobrantes (!). Un miembro de la organizaci¨®n explic¨® que les hab¨ªa sorprendido el ¨¦xito de la convocatoria; a otras citas con igual n¨²mero de grupos, dijo, no hab¨ªa acudido tanta gente; que el c¨¢lculo de entradas es dif¨ªcil porque los ni?os del p¨²blico no pagan y los que bailan, al acabar, se suman al aforo. Empezada la funci¨®n, los organizadores pidieron disculpas desde el escenario.
Ayer hasta mediod¨ªa actuaron 52 grupos en tres categor¨ªas de menores de 17 a?os. Un mont¨®n de hip-hop, de verdad.
Y el pr¨®ximo fin de semana, m¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.