El juego de la seguridad
La intrusi¨®n en la PlayStation de Sony demuestra que la protecci¨®n inform¨¢tica no es un dispendio
Que un intruso pueda haber tenido acceso a los datos de 77 millones de miembros de la plataforma PlayStation Network de Sony plantea una doble reflexi¨®n. El compromiso que deben tener las compa?¨ªas en la salvaguarda de los datos personales de sus clientes y las crecientes dificultades ante ataques inform¨¢ticos cada vez m¨¢s sofisticados y precisos. Que este mismo mes, una compa?¨ªa de seguridad de Estados Unidos, la RSA, haya padecido una brecha en sus sistemas es una muestra de ello.
El principal reproche que los usuarios de la citada plataforma hacen a Sony es la tardanza en avisarles del enorme alcance del problema. El mi¨¦rcoles de hace dos semanas cerr¨® el servicio alegando problemas de mantenimiento. El viernes de aquella semana reconoci¨® que hab¨ªa detectado una intrusi¨®n... pero no fue hasta el martes de la semana pasada que dio una informaci¨®n detallada de lo que estaba ocurriendo. Una "persona no autorizada" hab¨ªa entrado en su base de datos que estaba expuesta al robo de informaci¨®n tan sensible como las contrase?as, las direcciones postales y electr¨®nicas y, no era descartable a pesar de su almacenamiento cifrado, tambi¨¦n el n¨²mero de tarjeta de cr¨¦dito y su fecha de caducidad. Incluso en el probable caso de que los forenses de la compa?¨ªa que investigaban el ataque no evaluaran exactamente la dimensi¨®n del mismo hasta ese mismo martes, la empresa deb¨ªa haber avisado a sus clientes de que la intrusi¨®n pod¨ªa tener este alcance, sobre todo para que pudieran anticipar remedios como cambiar contrase?as iguales en otros sitios de Internet y vigilar movimientos bancarios sospechosos en sus cuentas.
Ahora se han abierto investigaciones por parte de las autoridades de protecci¨®n de datos y algunos bufetes ya han anunciado demandas colectivas. El coste de lo sucedido puede ser alt¨ªsimo para Sony. No solo por la reparaci¨®n de da?os y mejora de sus defensas inform¨¢ticas sino por la merma, ni que sea temporal, de confianza hacia la plataforma. Una desconfianza que se puede contagiar a servicios similares. La seguridad inform¨¢tica no puede garantizarse al cien por cien. Atacar exige detectar un ¨²nico agujero y defenderse supone rastrear cualquier debilidad en millones de algoritmos. Sin embargo, episodios como este demuestran que invertir en la misma no es un dispendio. Y, desde luego, no es un juego.
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