Unos a remontar, otros a rematar
El Madrid intenta aumentar la tensi¨®n y el Barcelona aspira a afirmarse con su juego
Hoy culmina en el Camp Nou la serie del cl¨¢sico con un cuarto partido que tiene la liturgia, la fuerza y la simbolog¨ªa propias del punto final, se?al de que el enfrentamiento ha ido in crescendo y la trama ha resultado entretenida, hasta cierto punto estresante y, al mismo tiempo, respetuosa con la ley del f¨²tbol: se han dado los tres resultados posibles, el Madrid ha ganado el torneo en el que ten¨ªa m¨¢s posibilidades por jugarse a un encuentro (la Copa) y el Bar?a reafirm¨® su jerarqu¨ªa en la competici¨®n a largo plazo (la Liga).
A doble partido, como pasa en las semifinales de la Champions, la condici¨®n de favorito recae en el Barcelona, ganador ya en el Bernab¨¦u por 0-2. Ocurre que no hay ning¨²n rival de mayor categor¨ªa que el Madrid, seguramente el ¨²nico equipo capaz de sobreponerse a un 5-0 encajado en el choque de la Liga de noviembre para despu¨¦s levantar la Copa y disputar el acceso a la final europea. As¨ª que, de momento, el Bar?a gana al Madrid, Messi a Cristiano Ronaldo y Guardiola a Mourinho. La duda est¨¢ en saber de qu¨¦ ser¨¢ capaz la mezcla Mou-Madrid, el poder del t¨¦cnico y una m¨ªstica blanca a veces representada en el esp¨ªritu de Juanito y otras en la leyenda de Di St¨¦fano.
Hay serias dudas sobre el planteamiento madridista, sobre todo porque ha desaparecido Pepe, su hilo conductor en la serie, y su segundo entrenador, Karanka, sostuvo ayer que el partido ha pasado a un segundo plano despu¨¦s de que la UEFA desatendiera la denuncia del club. Pepe est¨¢ sancionado, al igual que Ramos y el propio Mourinho, mientras Khedira sigue lesionado, ausencias que favorecen una alineaci¨®n m¨¢s ofensiva, cercana al esp¨ªritu irreductible del Madrid y alejada del intervencionismo de Mourinho, normalmente m¨¢s protagonista en las formaciones y los cambios que en las correcciones t¨¢cticas.
El Bar?a, por el contrario, es un libro abierto: recobra a Iniesta y se supone que ser¨¢ un equipo m¨¢s pr¨®ximo a su idiosincrasia futbol¨ªstica. La recuperaci¨®n de Puyol y la sapiencia de Mascherano le han permitido sobrevivir al agujero del lateral izquierdo (ayer se reincorpor¨® Abidal al grupo y fue convocado) y a la poca profundidad de banquillo.
Aspira el Barcelona a que no ocurra nada que le impida desarrollar su juego. Al Madrid le interesa, en cambio, negar incluso el partido; aumentar la tensi¨®n, la carga emocional, el cuerpo a cuerpo; recrear de alguna manera el escenario que tan bien le funcion¨® la temporada pasada a Mourinho con el Inter. El barcelonismo no se olvida de que el fichaje del portugu¨¦s por el club blanco se fragu¨® en la vuelta de las semifinales de la Champions. Mou impidi¨® que el Bar?a alcanzara la final de Chamart¨ªn y ahora suspira por que descarrile antes de Londres.
Escarmentados, superados entonces por la excitaci¨®n, los azulgrana apuestan ahora por la revancha y por rematar la ronda, liberados desde que su entrenador plant¨® cara al del Madrid. A ojos del Bar?a, la intervenci¨®n de Guardiola no solo neutraliz¨® el efecto Mourinho sobre el cl¨¢sico, sino que sac¨® la versi¨®n m¨¢s agresiva del t¨¦cnico de Set¨²bal y anim¨® a los jugadores barcelonistas.
Aunque llegan a la cita despu¨¦s de dos derrotas en la Liga, la trayectoria de ambos equipos anuncia un duelo espectacular por el contraste de estilos y el bot¨ªn en disputa. Juega el Bar?a con las blancas, pero pocos se manejan mejor con las negras que los equipos de Mou, hoy fuera del banquillo, interesado en hacer ver que no se juega un encuentro de f¨²tbol, sino un simulacro.
Tenga o no la legitimidad del Madrid, hoy habr¨¢ un finalista de la Champions y acabar¨¢ la serie del cl¨¢sico. Punto final.
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