La eliminaci¨®n de Osama bin Laden
Aunque saben que no ganar¨¢n la guerra, siguen matando. Nos dicen que no luchamos solo contra el terrorismo internacional; ahora defendemos -con las armas manejadas por soldados profesionales y tambi¨¦n por exitosas empresas de seguridad privada- la democracia electiva, el libre mercado y la igualdad de oportunidades; en definitiva, el modo de vida occidental frente a la barbarie fundamentalista del islam dirigida por la "alianza criminal entre Al Qaeda y los talibanes" -Obama dixit-, cuyo fanatismo impide que los pueblos sometidos a su ¨¦gida decidan soberanamente lo que m¨¢s les conviene. Esto es, aceptar nuestra civilizada propuesta de libre econom¨ªa y reparto desigual de la riqueza a trav¨¦s del mercado.
Tenemos que proteger all¨ª, en el pa¨ªs del Hindu Kush, a miles de kil¨®metros, el Estado de bienestar; curiosamente el mismo que nos recortan aqu¨ª por id¨¦nticos motivos, esto es, para reducir el d¨¦ficit p¨²blico, mejorar la balanza de pagos, y otorgar oportunidades de negocio a "nuestras empresas" en un mundo global y competitivo.
Obama no ha reconocido la autoridad de la joven Corte Penal Internacional (2002) como garant¨ªa m¨ªnima de legalidad contra los desmanes de la guerra, pero a pesar de eso le hemos otorgado el liderazgo moral imprescindible para llevar a cabo esta extra?a intervenci¨®n militar libertadora. Hemos renunciado a la superioridad moral que nos otorgaba el condenar todo tipo de violencia pol¨ªtica contra el Estado o del Estado.- Luis Fernando Crespo Zorita. Alcal¨¢ de Henares, Madrid.
Es vergonzoso que el mundo no solo no condene el asesinato de una persona, por muy da?ina que sea, sino que se alegre y d¨¦ palmaditas en la espalda por ello. La comunidad internacional no ha hecho m¨¢s que un ejercicio de seguidismo a Estados Unidos mostrando de nuevo su doble vara de medir y haciendo gala de una completa e inmoral hipocres¨ªa.
Qu¨¦ sentido tiene que Europa se jacte de su desapego de la pena de muerte y la lleve por bandera como paradigma de la moral si luego se alegra de la matanza de una persona, abominable o no. Hubiera sido mucho m¨¢s ejemplar sentar a Bin Laden en el banquillo y leerle todos los cargos que se le imputen antes que entregar su cabeza.
Aun con todo, lo m¨¢s indignante es que el presidente del Gobierno espa?ol env¨ªe un mensaje de felicitaci¨®n a Obama en su nombre y en el de toda la sociedad espa?ola. ?Alguien nos ha preguntado como para escribir en nuestro nombre?.- Ana¨ª L¨®pez. Madrid.
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