Un aliado tan necesario como poco fiable
Las relaciones entre Pakist¨¢n y EE UU est¨¢n te?idas por la desconfianza en la lucha contra la insurgencia
La muerte de Osama bin Laden puede alzarse en un nuevo obst¨¢culo en las ya de por s¨ª dif¨ªciles relaciones entre Washington e Islamabad. Seg¨²n EE UU, no inform¨® a su aliado de que se dispon¨ªa a realizar una operaci¨®n armada en su territorio para acabar con el cerebro de Al Qaeda. Esa omisi¨®n, de ser cierta, revela hasta qu¨¦ punto desconfiaba la Casa Blanca del presidente Asif Al¨ª Zardari, muy criticado por no luchar con suficiente convencimiento contra la insurgencia talib¨¢n. Sin embargo, no se descarta que, al igual que los papeles de Wikileaks revelaron que Zardari acept¨® en secreto los ataques de aviones no tripulados estadounidenses contra elementos de Al Qaeda, tambi¨¦n haya consentido la operaci¨®n contra el l¨ªder de esa organizaci¨®n. La debilidad de Zardari, viudo de la asesinada ex primera ministra Benazir Bhutto, justificar¨ªa el secreto en el consentimiento para evitar las cr¨ªticas de la oposici¨®n y especialmente la acci¨®n de los numerosos grup¨²sculos terroristas existentes en Pakist¨¢n, que ten¨ªan a Osama bin Laden como su gu¨ªa espiritual.
Washington asegura que no inform¨® a Islamabad de la operaci¨®n
"Ahora los gobernantes de Pakist¨¢n, el presidente Zardari y el Ej¨¦rcito, van a ser nuestro primer objetivo. EE UU ser¨¢ el segundo", declar¨® Ehsanul¨¢ Ehsan, portavoz de Tehrik i Taliban, el partido que agrupa a buena parte de los talibanes paquistan¨ªes m¨¢s radicales, cuya principal lucha es la liberaci¨®n de la Cachemira india.
Pakist¨¢n siempre ha rechazado que mantuviera alg¨²n tipo de contacto con Bin Laden o con Al Qaeda, pero el hecho de que el terrorista m¨¢s buscado del mundo residiera en la ciudad de Abbottabad, a unos 60 kil¨®metros de la capital y junto a una de las mayores academias militares paquistan¨ªes, deja pocas dudas de que al menos la c¨²pula militar, el jefe del Estado y, por supuesto, el todopoderoso ISI (el Servicio de Inteligenia Interior, dependiente del Ej¨¦rcito y considerado un estado dentro del Estado) conoc¨ªan el paradero del mayor enemigo estadounidense. Abbottabad es un ciudad a medio camino entre la frontera con Afganistan y Cachemira, en la que, seg¨²n los medios paquistan¨ªes, existen campos de entrenamiento de muyahidin que luchan por la liberaci¨®n de Cachemira y por la expulsi¨®n de las tropas extranjeras de Afganist¨¢n.
Zardari no hizo ayer ninguna declaraci¨®n. Obama le llam¨® por tel¨¦fono despu¨¦s de que concluyera la operaci¨®n, pero no ha trascendido el contenido de la conversaci¨®n. El primer ministro, Yusuf Raza Gilani, se limit¨® a expresar la satisfacci¨®n del Pakist¨¢n por el ¨¦xito de la acci¨®n y afirm¨®: "No permitiremos que nuestra tierra sea utilizada por el terrorismo contra ning¨²n otro pa¨ªs".
A su vez, el Ministerio de Exteriores paquistan¨ª emiti¨® un comunicado en el que tras comprometerse a mantener la lucha contra el terrorismo internacional, consider¨® la muerte de Bin Laden como "un serio rev¨¦s para las organizaciones terroristas en todo el mundo". El texto es una suerte de disculpa ante la opini¨®n p¨²blica por la acci¨®n de EE UU o por no haber participado conjuntamente. "Esta operaci¨®n fue llevada a cabo por las fuerzas estadounidenses de acuerdo con la pol¨ªtica declarada por EE UU de que Bin Laden ser¨ªa eliminado en una acci¨®n directa de las fuerzas norteamericanas en la parte del mundo donde se encontrara".
India, el archienemigo paquistan¨ª, no ha dudado en el meter el dedo en la herida: "La muerte de Bin Laden demuestra nuestra preocupaci¨®n sobre que Pakist¨¢n es santuario de terroristas de distintas organizaciones", declar¨® el ministro del Interior.
El prestigioso diario paquistan¨ª Dawn se?ala en su web que las relaciones entre Washington e Islamabad se han deteriorado considerablemente en los ¨²ltimos tiempos debido "al incremento de los ataques estadounidenses en suelo paquistan¨ª con aviones no tripulados".
Tras los ataques del 11-S, el entonces presidente George Bush llam¨® a su hom¨®logo de Pakist¨¢n, general Pervez Musharraf, y le ofreci¨®, con la famosa frase de "est¨¢s conmigo o est¨¢s contra m¨ª", convertirse en su principal aliado de la "guerra contra el terror". Musharrad sell¨® esa alianza con la detenci¨®n de Jalid Sheij Mohamed, considerado el arquitecto de los ataques del 11-S. Pero conforme la guerra de Afganist¨¢n se alargaba y Washington desviaba su atenci¨®n a ese pa¨ªs para concentrarse en la contienda de Irak, Pakist¨¢n, y en especial el ISI, fue seleccionando los objetivos de su particular guerra contra Al Qaeda y la insurgencia talib¨¢n.
El ISI ten¨ªa magn¨ªficas relaciones con la organizaci¨®n fundada por el comandante muyahidin afgano Yalalud¨ªn Haqani durante la guerra contra los invasores sovi¨¦ticos (1979-89). El grupo de Haqani, que recibi¨® apoyo econ¨®mico de Bin Laden, de inteligencia de la CIA y formaci¨®n militar paquistan¨ª en la frontera con Afganist¨¢n, es considerado el precursor de Al Qaeda.
Islamabad, que obtuvo desde 2001 m¨¢s de 11.000 millones de d¨®lares de EE UU en ayuda militar para combatir a Al Qaeda y a los talibanes, considera que la "guerra contra el terror" le ha costado un alto precio en vidas. Las acciones terroristas han causado la muerte de 30.000 civiles en estos 10 a?os, a los que se suman los m¨¢s de 5.000 miembros de las fuerzas de seguridad muertos en combates contra la insurgencia.
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