Ensayo general
Lo siento por Baudelaire pero no hay ahora mismo nada que guarde tantos significados ocultos, tantas correspondencias y met¨¢foras como esta campa?a electoral que acaba de comenzar.
En teor¨ªa la gran pregunta es qu¨¦ modelo de ciudad y de convivencia defiende cada opci¨®n pol¨ªtica, pero esta es una cuesti¨®n que ni los partidos pol¨ªticos, ni la propia ciudadan¨ªa est¨¢ dispuesta a discutir.
La sociedad tiene otras urgencias, otras apreturas, otros malestares que quiere expresar. Son las primeras elecciones desde que estall¨® la crisis econ¨®mica y de alguna forma quiere manifestar el descontento con los compromisos incumplidos, los cambios de rumbo y la brecha social que cinco millones de parados suponen para un Estado que se proclama una democracia pol¨ªtica y social. El PSOE se escuda en las exigencias de los mercados, pero estos tienen la ventaja de no presentarse a las elecciones y la ciudadan¨ªa no puede ir a manifestarse a sus puertas ni a revocar el poder omn¨ªmodo que los gobiernos le han concedido, arrancado directamente de las manos del pueblo.
El PP, por su parte, ha convertido las elecciones municipales y auton¨®micas en un ensayo general para el acceso al poder que, seg¨²n dicen todas las encuestas, podr¨ªa producirse pocos meses despu¨¦s de estos comicios. En especial en Andaluc¨ªa, el PP pretende convertir las batallas de Sevilla, C¨®rdoba, Ja¨¦n y Jerez en la antesala de su triunfo en las pr¨®ximas auton¨®micas. Rajoy no ha iniciado su campa?a en Andaluc¨ªa para apoyar a su candidato Zoido, sino para investir a Arenas con la p¨²rpura del poder de la Junta de Andaluc¨ªa. Curiosamente, Andaluc¨ªa se ha convertido en el mayor objeto de deseo de la derecha pol¨ªtica, en la met¨¢fora perfecta del triunfo indiscutible y absoluto.
Por eso, b¨¢sicamente, el debate sobre las ciudades no se va a producir, ni tampoco un verdadero debate sobre la gesti¨®n pol¨ªtica o las propuestas program¨¢ticas. Pero una cosa es que el debate no se produzca y otra cosa que no existan modelos de ciudades diferentes. En anteriores elecciones el gran tema municipal era el desarrollo urban¨ªstico. Sin embargo, en estos momentos ese debate est¨¢ aparcado, no porque hayan muerto los proyectos especulativos y desarrollistas sino simplemente porque la crisis del ladrillo los ha hecho inviables a corto plazo. Es decir, no faltan especuladores, sino mercado; no faltan proyectos desarrollistas, sino compradores. Lo m¨¢s preocupante es que este debate ha sido sustituido por otro, a¨²n m¨¢s soterrado y turbio sobre la vivencia y convivencia social. A diferencia de otras posiciones, la desagregaci¨®n, los prejuicios contra los inmigrantes, contra los pobres, e incluso la limitaci¨®n de manifestaciones culturales en las calles, no han sido elevados a rango de debate pol¨ªtico, sino que se ha expresado en reglamentos municipales, verdaderos poemas enigm¨¢ticos de exclusi¨®n social y prohibiciones sin cuento. Naturalmente, nadie se atreve a pronunciar un discurso xen¨®fobo. Nadie nos va a prometer segregar a los m¨¢s pobres, ni desatender los barrios m¨¢s desfavorecidos. Simplemente se limitan a alimentar estos discursos sotto voce y a implementarlos con la pr¨¢ctica municipal. Dolorosamente, tampoco nadie se atreve a combatirlos de frente por miedo a perder el asentimiento de una mayor¨ªa social que se supone escorada, cada vez m¨¢s acusadamente, hacia estas posiciones. No se percatan de que es este un ensayo general para una batalla pol¨ªtica futura en la que se pondr¨¢ en solfa el papel redistribuidor del estado, comenzando por los servicios p¨²blicos de salud o de educaci¨®n.
En pol¨ªtica, como en la vida, tan importantes son las palabras como los silencios; el lenguaje verbal y el gestual; lo pronunciado y lo sugerido. Los que han decidido convertir estas elecciones en un juego de tronos, en un recuento de territorios conquistados o perdidos, es posible que ganen la partida. Pero la chincheta con la que marcar¨¢n su victoria en las urnas solo atrapar¨¢ la flor muerta de la desesperanza.
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