Par¨¢bolas evang¨¦licas
Resulta preocupante que el informe del pasado 1 de abril del Grupo de Estados contra la Corrupci¨®n (Greco), del Consejo de Europa, advierta de que Espa?a no ha cumplido de manera enteramente satisfactoria todas sus recomendaciones de 2009 en materia de financiaci¨®n de partidos. La cansina aparici¨®n de noticias sobre esc¨¢ndalos de corrupci¨®n relacionados con la gesti¨®n de fondos presupuestarios realizada por cargos electos con carn¨¦ est¨¢ enrareciendo la vida p¨²blica y socavando el prestigio de la clase pol¨ªtica. Si el pescado se pudre por la cabeza, la legitimidad de las democracias comienza a degradarse por el enriquecimiento corporativo o individual de sus gobernantes.
Es cierto que Espa?a no constituye una excepci¨®n dentro de una Europa supuestamente virtuosa. El sistema de partidos se derrumb¨® en Italia durante la d¨¦cada de los noventa cuando los fiscales de Manos Limpias apretaron las tuercas a sus contables: el r¨¦gimen populista de Berlusconi ense?a que el remedio puede ser todav¨ªa peor que la enfermedad. Si los abusos en provecho individual cometidos por los comunes brit¨¢nicos o por los europarlamentarios producen la misma verg¨¹enza ajena que el gorroneo, las sisas y los choriceos de los particulares, la financiaci¨®n irregular de las formaciones pol¨ªticas a trav¨¦s de las comisiones ilegales y los sobornos ha causado verdaderos estragos en Francia, Alemania y otros pa¨ªses de la Uni¨®n. Pero las estad¨ªsticas de robo comparado no deber¨ªan servir de consuelo a los contribuyentes y, menos a¨²n, de coartada a los autores de esos desmanes.
El Consejo de Europa censura la falta de control financiero y contable de los partidos espa?oles
Aun admitiendo progresos en otros terrenos, el informe de Greco de 2011 sigue denunciando el elevado endeudamiento de los partidos espa?oles (los cr¨¦ditos ascend¨ªan a 144 millones de euros en 2005), la falta de regulaci¨®n del l¨ªmite y las condiciones de esas operaciones, la opacidad de las cuentas locales en municipios de m¨¢s de 20.000 habitantes, la dificultad para comparar contabilidades fabricadas seg¨²n criterios diferentes, la ausencia de controles internos y auditor¨ªas externas de las finanzas partidistas, la escasez de personal y de medios del Tribunal de Cuentas y la inexistencia de normativa sancionadora para los casos de incumplimiento.
La indolencia del Parlamento espa?ol para llevar a la pr¨¢ctica todas las recomendaciones del Consejo de Europa no es casual. Aunque los partidos se apresuran a organizar grandes escandaleras cuando alguno de sus adversarios es atrapado con las manos en la masa (olvidando la par¨¢bola de la mujer lapidada del Nuevo Testamento), se dir¨ªa que sus dirigentes est¨¢n impl¨ªcitamente de acuerdo (al igual que los mercaderes del templo como gremio ocupado de velar por sus intereses comunes) en excluir sus finanzas de las severas medidas de vigilancia preventiva, control de resultados y sanci¨®n penal que acogotan a las empresas privadas y a los contribuyentes individuales.
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