Una minor¨ªa caballerosa y conforme
Quien no pertenece hoy a alguna minor¨ªa m¨¢s o menos oprimida tradicionalmente -o incluso a alguna mayor¨ªa; parece que las mujeres, al menos en lugares y tiempos de paz, son siempre m¨¢s que los varones-, o a alg¨²n colectivo de v¨ªctimas o a alguna porci¨®n de la humanidad real o imaginariamente desfavorecida, lo tiene mal en muchos aspectos. Cualquier "discriminaci¨®n positiva" ir¨¢ en contra suya, y en los Estados Unidos, donde se cre¨® y desde donde se export¨® la pol¨ªtica proteccionista, es sabido que un hombre blanco, heterosexual, no grueso, con aceptable salud y sin discapacidades notorias, estar¨¢ en desventaja a la hora de conseguir un empleo, porque con sus caracter¨ªsticas no contribuir¨¢ a llenar ninguna de las "cuotas" que toda instituci¨®n o empresa deben exhibir para no ser acusadas de racismo, sexismo, aversi¨®n a tal o cual religi¨®n, homofobia o gordofobia. Ya en los a?os ochenta, cuando di clases en una selecta Universidad de ese pa¨ªs, vi c¨®mo ciertos candidatos eran preteridos porque no "ayudaban" a la buena imagen exigible al College, y c¨®mo algunos de sus responsables se frotaban las manos si, entre los aspirantes a un puesto, hab¨ªa una lesbiana negra y obesa o un hispano invidente, porque con ellos, dec¨ªan, mataban dos o tres p¨¢jaros de un tiro. No digo que ciertas discriminaciones positivas no hayan sido necesarias o no sean todav¨ªa hoy convenientes, y si algo me subleva y me parece incomprensible es que siga habiendo mujeres que cobren menos que sus colegas varones por el mismo trabajo e id¨¦nticas responsabilidades. Pero tambi¨¦n es verdad que, como en todo, se ha creado en este asunto una industria de la picaresca, del abuso, de la ridiculez y de la hipocres¨ªa.
"Somos casi 700 millones de zurdos, y aun as¨ª se nos discrimina"
Yo pertenezco al tipo de hombre que he descrito antes, y encima soy europeo, fumador y sin religi¨®n, tres elementos que me complican a¨²n m¨¢s las cosas. Me he dado cuenta, sin embargo, de que formo parte de una minor¨ªa discriminada y maltratada desde siempre y que, extra?amente en estos tiempos quejicas, nunca protesta de nada -de que el mundo est¨¦ hecho "contra" ella, nada menos- ni reclama ninguna cuota: soy zurdo. En un reportaje del New York Times leo que ese colectivo seguimos siendo "un enigma", y que, pese a que en Occidente ya no se nos corrija en la infancia ni se nos haga violencia oblig¨¢ndonos a ir contra nuestra naturaleza y a utilizar la diestra; pese a que ya no se nos acuse, como sucedi¨® durante siglos, de pactar con el diablo y de criminalidad cong¨¦nita, continuamos formando s¨®lo un 10% de la poblaci¨®n mundial, el mismo porcentaje, parece, que en ¨¦pocas remot¨ªsimas, seg¨²n han comprobado los m¨¢s detallados estudios de las pinturas rupestres, que han observado con qu¨¦ manos empu?aban los cazadores sus lanzas. No importa que, de los siete ¨²ltimos Presidentes de los Estados Unidos, cuatro hayan sido zurdos (Ford, Bush Sr, Clinton y Obama), ni que lo sean Nadal, Messi, Ra¨²l, ?zil y otros muchos ¨ªdolos deportivos. Los zurdos vivimos discriminados.
Todo est¨¢ concebido y hecho para los diestros, si se fijan. La gente se estrecha la mano derecha, a lo que tenemos que acostumbrarnos desde ni?os, ya que nuestra tendencia ser¨ªa a ofrecer la izquierda. El uso de los cubiertos contraviene nuestra inclinaci¨®n, y nos vemos cortando la carne con la mano en la que tenemos menos fuerza, y asimismo damos cuerda a los relojes de mu?eca con la que no nos tocar¨ªa hacerlo. Nos anudamos la corbata al rev¨¦s, utilizamos las tijeras impepinablemente con la derecha, y cuando alg¨²n bienintencionado nos regala unas "adaptadas", ya no sabemos cortar con la izquierda. Si queremos tocar buen n¨²mero de instrumentos musicales -guitarra, viol¨ªn, violonchelo-, lo tenemos muy dif¨ªcil o hemos de cambiar todas las cuerdas de sitio. Si escribimos con tinta, nos vemos forzados a poner la pluma en vertical para evitar correr aqu¨¦lla con nuestra propia mano, y los libros est¨¢n pensados para diestros, ya ven con cu¨¢l se abren y se pasan las p¨¢ginas, indefectiblemente. Las barandillas de las escaleras quedan siempre a la derecha, y hacia ese lado giran casi todas las llaves del planeta. Excepto en Gran Breta?a y en alg¨²n otro sitio, se conduce por el carril que saben. La lista ser¨ªa interminable, pero casi nadie repara nunca en ella. El mundo, se dice a menudo, est¨¢ hecho por y para los hombres. Puede. Pero yo dir¨ªa que est¨¢ a¨²n m¨¢s hecho por y para los diestros.
Nuestra mala fama no ha terminado. Al parecer hay un gen, LRRTM1, "relacionado" con el desarrollo de la zurdera, y un genetista del Instituto Max Planck de Psicoling¨¹¨ªstica sostiene que dicho gen tambi¨¦n se encuentra, en proporci¨®n exagerada, en las personas con esquizofrenia. No s¨¦. Mis cuatro abuelos y mis padres eran diestros, pero de los cinco hijos que tuvieron estos ¨²ltimos, nada menos que tres salimos zurdos. El mencionado porcentaje del 10% causa perplejidad en los cient¨ªficos, uno de los cuales se?ala que, aunque los zurdos podr¨ªan estar expuestos a algunos riesgos durante el desarrollo (sobre todo cuando se los demonizaba y se los consideraba "torcidos", a?ado yo, y en Espa?a eso ha durado hasta la muerte de Franco), "est¨¢ claro que tambi¨¦n debe de haber ventajas. Nadie sabe el motivo por el que se mantiene as¨ª". Sea como sea, somos casi 700 millones de individuos, y aun as¨ª se nos discrimina. Si, como las dem¨¢s, fu¨¦ramos una minor¨ªa quejica y a veces oportunista o ventajista, clamar¨ªa desde aqu¨ª: "?Justicia e igualdad para los zurdos!" Pero tambi¨¦n debe de estar en ese gen raro que quiz¨¢ poseamos no dar a los dem¨¢s la lata y mostrarnos conformes y caballerosos. A ver si otros aprenden.
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