"Compr¨¦ por tres millones a mi hijo y muri¨®. Fue un castigo"
La mafia que vendi¨® al beb¨¦ extorsion¨® durante a?os a los padres - Manuel Esp¨ª ya no tiene hoy miedo a hablar
"Yo compr¨¦ a mi hijo Lucas. Pague por ¨¦l casi tres millones de pesetas. Me empe?¨¦ hasta las cejas. Por desgracia, Lucas muri¨® en un incendio cuando solo ten¨ªa 18 a?os. Estoy convencido de que ese fue un castigo por haberlo comprado. Lucas est¨¢ muerto porque no nos lo merec¨ªamos".
Manuel Esp¨ª Nacher, de 77 a?os, se emociona y no puede evitar las l¨¢grimas mientras Lucas esboza una sonrisa desde la enorme fotograf¨ªa que le fue tomada, con elegante uniforme de almirante, el d¨ªa de su primera comuni¨®n. Han pasado casi 30 a?os de aquella turbia operaci¨®n de compraventa, pero Manuel vive avergonzado y atormentado desde entonces. Es uno de los pocos padres que confiesa abiertamente, sin ambages, que "compr¨®" a un reci¨¦n nacido. Y est¨¢ arrepentido de haberlo hecho.
"Lucas est¨¢ muerto porque no nos lo merec¨ªamos", lamenta Manuel
"Los abogados me dijeron que o les daba el dinero o ir¨ªa a la c¨¢rcel"
Manuel y Mar¨ªa eran est¨¦riles, pero Lucas est¨¢ inscrito como hijo biol¨®gico
Una curandera, una prostituta y unos dudosos abogados facilitaron al beb¨¦
Cuenta que fue su mujer, Mar¨ªa Mart¨ªnez Lluch, la que se empe?¨® en ser madre: "Me dijo: 'Si me dejas adoptar este ni?o, no te pedir¨¦ nunca nada m¨¢s'. Era la ilusi¨®n de su vida". Manuel y Mar¨ªa, residentes en Ontinyent (Valencia), hab¨ªan frecuentado las consultas de varios ginec¨®logos durante diez a?os en busca de una soluci¨®n a sus problemas de infertilidad. "Hasta que uno, el ¨²nico honesto, nos dijo: 'No se gasten ustedes m¨¢s dinero. Es imposible que tengan un hijo".
Manuel trabajaba entonces en una empresa textil de la comarca. Ya casi hab¨ªa cumplido los 50 a?os. Mar¨ªa era empleada en una empresa similar. Decididos a adoptar un beb¨¦, empezaron un interminable peregrinaje por orfanatos y casas cuna. Alguien les hablaba de Cuenca y all¨¢ se iban, sin dudarlo, acompa?ados de otros familiares, en busca de un ni?o. Preguntaron en un sitio y en otro... y al final se volvieron a casa como hab¨ªan salido. M¨¢s tarde, otra persona les coment¨® algo de Teruel. Y, de nuevo, los Esp¨ª hac¨ªan las maletas y emprend¨ªan camino a esa ciudad. Hablaron con diversas instituciones y tampoco consiguieron su objetivo. Al cabo del tiempo, orientaron sus pasos hac¨ªa dos pisos para madres solteras regidos por monjas en Zaragoza, y en los que era f¨¢cil adoptar, seg¨²n hab¨ªa o¨ªdo Manuel a varias personas en un desguace en el que hab¨ªa estado trabajando. "La monja nos dijo que ten¨ªa que ser minusv¨¢lido. Nosotros quer¨ªamos un ni?o sano", recuerda Manuel.
?l est¨¢ enfermo. Sufre trastorno bipolar y recuerda que por aquella ¨¦poca lo llevaba muy mal. "Estuve a punto del suicidio". Decidi¨® acudir a una curandera, Petra, de Montaverner (Valencia). Y a trav¨¦s de esa curandera y de una amiga de su esposa fue como empez¨® a fraguar de nuevo la idea de adoptar a un beb¨¦. "Mi mujer, una amiga llamada Vicentica y la curandera se lo cocieron todo y lo pusieron en marcha", recuerda Manuel.
El 21 de abril de 1982, Vicentica, que, con su marido, hab¨ªa adoptado a un ni?o de seis a?os porque quer¨ªan que les ayudara en las labores del campo, le comunic¨® que todo estaba a punto y que tuviera preparado "mucho dinero", sin especificar cu¨¢nto. Le indicaron que ¨¦l y su esposa tendr¨ªan que ir a la puerta del hospital Virgen del Consuelo, en la calle de Callosa de Ensarri¨¤, de Valencia, y que all¨ª deber¨ªan contactar con una mujer que les esperar¨ªa en las proximidades.
Pese al tiempo transcurrido, Manuel Esp¨ª rememora la escena como si estuviera ocurriendo ahora mismo. "Mi mujer me dijo que sacara mucho dinero del banco. Al llegar al hospital, en la puerta, una mujer me pregunt¨®: '?Cu¨¢nto dinero traes?' Le ment¨ª y le respond¨ª que alrededor de medio mill¨®n de pesetas. Ella me replic¨® que era poco, que se necesitaba m¨¢s para pagar a los m¨¦dicos, a los abogados y a toda la gente que intervendr¨ªa en la operaci¨®n. Yo acab¨¦ admitiendo que llevaba encima 750.000 pesetas, se las di y ella se guard¨® r¨¢pidamente los billetes en el bolso".
Esa mujer, el contacto inicial que formaba parte de la turbia red de compraventa de beb¨¦s, era una prostituta, seg¨²n averiguar¨ªa despu¨¦s Manuel. "Nos dijo que entr¨¢ramos en el hospital y que fu¨¦ramos a la zona de incubadoras. Fuimos. All¨ª hab¨ªa una chica de unos 20 a?os, que nos entreg¨® a Lucas. Antes de marcharme, me pidi¨® que nos traslad¨¢ramos a otro sitio porque yo deber¨ªa firmar unos papeles. Le ped¨ª a mi mujer que saliera con el ni?o y que me esperase dentro del coche. En cuanto pude y la chica se despist¨®, me d¨ª la vuelta y me march¨¦ sin firmar nada. Corr¨ª al coche y arranqu¨¦ a toda velocidad. No par¨¦ hasta llegar a casa".
El chiquillo estaba "muy tieso". "Yo me he dado cuenta ahora de que no pod¨ªa ser un reci¨¦n nacido. Calculo que deber¨ªa tener un mes de vida. Estaba muy sano. ?Claro, esa gente cuidaba muy bien la mercanc¨ªa!", afirma Manuel.
?l y su esposa eran conscientes de que aquello que estaban haciendo era oscuro y posiblemente ilegal. Se llevaron a casa a un beb¨¦ sin ninguna partida de nacimiento, sin ning¨²n documento que avalara la licitud de esa adopci¨®n. Sin embargo, lo que nunca sospecharon los Esp¨ª es que aquello solo era el inicio de un siniestro camino cuajado de dudas, temores, sobresaltos, amenazas y chantajes.
Al poco tiempo de tener en su casa al peque?o, Manuel fue convocado a un despacho de abogados de Valencia, a unos cien metros del hospital donde supuestamente hab¨ªa venido al mundo Lucas. Los abogados empezaron por exigirle 300.000 pesetas para realizar los oportunos tr¨¢mites legales. "Me enfad¨¦ y les grit¨¦ que eran unos estafadores porque yo ya hab¨ªa dado 750.000. Ellos me respondieron que si no les daba el dinero me denunciar¨ªan y que ir¨ªa a la c¨¢rcel. No entend¨ªamos nada de lo que dec¨ªan. Mi mujer y yo ¨¦ramos pr¨¢cticamente analfabetos. Termin¨¦ d¨¢ndoles el dinero".
Aquella no ser¨ªa la ¨²ltima vez. Solo la primera de cinco angustiosas entregas de grandes sumas de dinero para la ¨¦poca y para un matrimonio de empleados de una f¨¢brica textil. Los abogados siguieron extorsion¨¢ndole con la amenaza de enviarle a prisi¨®n. Bajo la espada de Damocles del m¨¢s puro chantaje, Esp¨ª tuvo que seguir dando dinero durante a?os. Tan asfixiado estuvo en alg¨²n momento que, seg¨²n cuenta, el director de un banco de Ontinyent se ofreci¨® a darle un pr¨¦stamo de hasta medio mill¨®n de pesetas sin exigirle ninguna garant¨ªa a cambio.
Esp¨ª calcula que en total invirti¨® cerca de tres millones de pesetas en pagar a los distintos integrantes de la trama. Y todo para callarles la boca porque nunca consigui¨® ni un certificado de nacimiento ni una inscripci¨®n registral en la que constara que el ni?o hab¨ªa sido adoptado. Nada. Lo ¨²nico que conserva, entre decenas de fotos en las que aparece el ni?o, es un Libro de Familia en el que, sorprendentemente, consta como hijo biol¨®gico de Manuel Esp¨ª Nacher y Mar¨ªa Mart¨ªnez Lluch ?Pero c¨®mo y qui¨¦n redact¨® semejante cosa sin que hubiera ni un certificado m¨¦dico en el que un ginec¨®logo asegurase que hab¨ªa asistido a Mar¨ªa en el parto? ?C¨®mo es posible que el funcionario de turno les diese ese Libro de Familia sin exigir ning¨²n documento que sustentase lo que en ¨¦l consta? Sin duda porque la mafia que orquest¨® toda la operaci¨®n fue sobornando a uno y otro para acallar las bocas y allanar la compraventa.
Satisfecha la avaricia de los integrantes de la red, el matrimonio no volvi¨® a ser importunado ni molestado por las sanguijuelas. Con el correr de los a?os, Lucas se convirti¨® en un chico caprichoso y mimado. Mar¨ªa satisfac¨ªa todos sus antojos... y Manuel callaba y era incapaz de negarle nada porque ¨¦l tambi¨¦n se hab¨ªa encari?ado de su hijo comprado.
En la adolescencia, a Lucas le dio por las motos. "Ten¨ªa una de 49 cent¨ªmetros c¨²bicos trucada para que corriera m¨¢s y nosotros nos pas¨¢bamos el d¨ªa preocupados de que pudiera pasarle algo. Siempre dec¨ªa que quer¨ªa ser piloto de motos", recuerda Manuel.
El chico no quiso estudiar y con 17 a?os empez¨® a hacer trabajos espor¨¢dicos en una gasolinera y en un taller textil. Prometi¨® que les dar¨ªa parte de su salario a sus padres, pero jam¨¢s les dio ni un c¨¦ntimo.
"Nunca le dijimos que era adoptado. Recuerdo que una noche de domingo que est¨¢bamos viendo la tele, tuve ganas de cont¨¢rselo, pero no lo hice. S¨¦ que se lo dijo un d¨ªa un primo suyo, pero ¨¦l nunca nos pregunt¨® nada. Lucas era muy libre", relata Manuel. "Siempre tuve el presentimiento de que iba a morir joven", a?ade, quiz¨¢ porque el remordimiento de haber pagado por aquel ni?o lo acompa?¨® todo el tiempo que convivi¨® con ¨¦l.
A sus padres les preocupaban mucho las motos, pero no fue finalmente lo que acab¨® con la vida de su hijo, sino una terrible deflagraci¨®n en una caseta de campo en la que Lucas pasaba la noche con su novia y otra pareja de amigos. "Quer¨ªa casarse con su chica. El a?o que viene, el a?o que viene, nos dec¨ªa".
"Mi mujer suele decirme: 'Solo 18 a?os lo hemos disfrutado'. Yo siempre le contesto: 'No digas solo. Lo hemos disfrutado 18 a?os. No merec¨ªamos tanto", concluye al borde del llanto.
Lentitud de la justicia
- Las fiscal¨ªas de toda Espa?a contin¨²an investigando los centenares de denuncias presentadas dando cuenta de la desaparici¨®n de mellizos; la extra?a muerte de beb¨¦s nacidos aparentemente sanos; adopciones irregulares o directamente ilegales. Cada vez salen a la luz m¨¢s casos de ni?os que figuran inscritos como hijos biol¨®gicos de sus madres adoptivas, cuando estas jam¨¢s estuvieron embarazadas ni dieron a luz.
- Ning¨²n imputado por ahora. En la mayor¨ªa de las denuncias constan las identidades de m¨¦dicos, comadronas, curas, monjas y otros intermediarios, pero hasta el momento ninguno de ellos ha sido imputado por la justicia. Es m¨¢s, ninguno de ellos ha sido a¨²n llamado a declarar, lo que est¨¢ causando enorme inquietud e impaciencia entre los denunciantes.
- Carpetazo y archivo. La Fiscal¨ªa de Granada acaba de archivar ocho de las 29 denuncias que investiga sobre posibles casos de ni?os robados, debido a la falta de documentaci¨®n existente al respecto, la imposibilidad de localizar a los presuntos responsables e incluso la muerte de los testigos, seg¨²n la fiscal jefe de Granada, Ana T¨¢rrago. Las ocho denuncias a las que se les ha dado carpetazo corresponden a hechos ocurridos entre 1953 y 1966. "La Fiscal¨ªa no puede investigar bas¨¢ndose en meras sospechas. Tenemos que tener m¨¢s informaci¨®n", ha dicho T¨¢rrago, que ha recomendado a los denunciantes acudir al juzgado si no est¨¢n conformes con el archivo decretado.
- Probables exhumaciones. Los jueces ordenar¨¢n previsiblemente en breve la exhumaci¨®n de los restos humanos depositados en varias tumbas y nichos a fin de cotejar cient¨ªficamente si corresponden a los beb¨¦s que supuestamente fueron inhumados all¨ª hace d¨¦cadas. Hay familias que sospechan que en algunas sepulturas no habr¨¢ ning¨²n cad¨¢ver, sino ata¨²des vac¨ªos. Estas sospechas son especialmente intensas en La L¨ªnea de la Concepci¨®n y Algeciras (C¨¢diz).
- Banco de ADN. Centenares de hombres y mujeres han dado voluntariamente saliva para que de ella pueda extraerse su perfil gen¨¦tico. El objetivo es contrastarlo con el de otras personas con la esperanza de hallar coincidencias que prueben que entre ellos hay madres e hijos o alg¨²n tipo de parentesco. Esto est¨¢ dando origen a un banco de datos gen¨¦ticos de car¨¢cter privado, no p¨²blico. Sin embargo, hasta el momento ha arrojado un balance un tanto descorazonador: solo ha servido para facilitar el reencuentro de varios hijos con sus madres.
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