Espect¨¢culo o seguridad
Mientras los organizadores buscan cada vez m¨¢s 'show', la UCI restringe los derechos de los corredores
Juan Antonio Flecha recuerda un par de historias sobre Wouter Weylandt, un tipo jovial, siempre alegre, dicen, tristes, los periodistas belgas, que le apodaron Le Petit Playboy -el grande es, claro, Tom Boonen- y que se lamentaban de que su poca seriedad en el oficio limitaba a veces lo que pod¨ªa conseguir, dada su clase. "Hace tres a?os, en la salida de una Gante-Wevelgem, a la hora de firmar, preguntaron a ?scar Freire por Weylandt, que entonces ten¨ªa 23 y era el ciclista m¨¢s idolatrado, pues es de Gante; el joven m¨¢s esperado, y justamente estaba detr¨¢s de ¨¦l", cuenta Flecha; "y Freire respondi¨® que ni idea, que no le sonaba de nada. Aquel a?o, la cl¨¢sica termin¨® en un sprint. Gan¨® Freire. Weylandt acab¨® tercero. Freire ya no se volvi¨® a olvidar de ¨¦l".
"No estar¨ªa mal que lloviera. Pero, si no, el polvo ser¨¢ terrible. ?Qu¨¦ fotos!"
La otra historia, m¨¢s que reflejar una de las razones por las que el ciclismo es un deporte hermoso, en el que las esperanzas suelen ser recompensadas, saca a la luz la cara fea, lo que inevitablemente parece ser el destino de las bicicletas. "Este a?o, hace apenas un mes, en el Gran Premio del Escalda, en el sprint, Weylandt sufri¨® una aparatos¨ªsima ca¨ªda. Le patin¨® una rueda y detr¨¢s de ¨¦l se organiz¨® un cafarna¨²n, una montonera espectacular", comenta Flecha, quien no corre el Giro, sino que se est¨¢ entrenado estos d¨ªas por los Pirineos. "Pues bien", contin¨²a; "en esa llegada, todos los a?os se producen ca¨ªdas porque hay como un doble bordillo en mitad de la recta y es imposible evitarlo. Lo sabe todo el mundo de toda la vida. Y lo saben mejor que nadie los borrachos, que son muchos ese d¨ªa por las fiestas del pueblo y que se ponen siempre en esa zona esperando verlas para divertirse. Pese a todo, los organizadores mantienen esa llegada y nadie les dice nada. Ni la UCI ni nadie. Todo parece formar parte del espect¨¢culo".
El espect¨¢culo, la lucha por la audiencia televisiva. Algunos kil¨®metros de la etapa de ma?ana del Giro transcurren por caminos rurales, sin asfaltar. Angelo Zomegnan, el organizador de la carrera, se relame. "No estar¨ªa mal que lloviera. ?Qu¨¦ espect¨¢culo!", dice pese a que la lluvia crear¨ªa barro, charcos, ca¨ªdas seguras...; "pero, si no llueve, no pasa nada. El polvo ser¨¢ terrible. ?Qu¨¦ fotos!".
El punto fuerte de este Giro llegar¨¢, sin embargo, dentro de 11 d¨ªas, el s¨¢bado 21, el del Zoncolan y, sobre todo, del ascenso y el descenso del Crostis, un puerto sin asfaltar en sus ¨²ltimos kil¨®metros. Alberto Contador fue a verlo y se asust¨®. "Bajamos a 30 kil¨®metros por hora y sudando", dijo; "hay terribles barrancos al lado del camino, estrecho, y ninguna protecci¨®n. Pero Zomegnan nos ha dicho que pondr¨¢n redes como las que se usan en el esqu¨ª alpino". Tambi¨¦n hay socorristas alpinos desplegados por los grandes puertos, como si el Giro tuviera consciencia de que su recorrido, en efecto, pone en peligro la vida de sus artistas.
La protecci¨®n de la salud. La UCI est¨¢ prohibiendo los pinganillos -el a?o que viene les toca ya el veto a las grandes rondas- porque cree que el exceso de informaci¨®n y la posibilidad de que el director hable con sus corredores durante la carrera matan el espect¨¢culo. Los ciclistas y los equipos se oponen a la prohibici¨®n, pues consideran el pinganillo, ante todo, un elemento de seguridad.
Tambi¨¦n los equipos y los ciclistas, o la mayor¨ªa de ellos, consideran que la protecci¨®n de su salud pasa por la posibilidad de recibir inyecciones para recuperarse y poder abordar en forma la sucesi¨®n de etapas espectaculares que se les ofrecen. Pero tambi¨¦n la UCI las ha prohibido.
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