El hostelero que cabre¨® al candidato

Gallard¨®n, aprende. Mentar a Zapatero una y otra vez en un debate municipal no basta para hacer enfadar a Jaime Lissavetzky. Antonio Garrido, hostelero de San Blas de 50 a?os, sabe c¨®mo conseguirlo. El candidato socialista hac¨ªa la ¨²ltima parada de su gira por el barrio. Hab¨ªa pasado por un centro de mayores y por un mercadillo -donde compr¨® lechugas y las se?oras hicieron la vista gorda y le dejaron colarse- y tocaba tomar el verm¨² con vecinos en la terraza del bar Baraka. Antonio, el propietario, "nacido y criado en San Blas", aprovech¨® para preguntar al candidato c¨®mo piensa apoyar a la peque?a y mediana empresa. "Lo que hay que hacer es ganar las elecciones", contest¨® Lissavetzky, y sigui¨®: "Estamos en el bar Baraka, que significa suerte..."

-La vas a necesitar, terci¨® Antonio. Toma. Suerte que Amparo Valcarce, la n¨²mero dos de la lista de Tom¨¢s G¨®mez, intervino y que el socialista se lanz¨® a contar su proyecto comercial para Madrid y a criticar esos desarrollos sin tiendas, dise?ados alrededor de un gran centro comercial. ?l, dijo, promover¨¢ las "calles mayores", que vertebrar¨¢n los barrios mediante el comercio de proximidad. Pero Antonio no iba a darse por vencido. "Yo os escucho a los pol¨ªticos y salgo siempre decepcionado. Ten¨¦is que ser m¨¢s pragm¨¢ticos, m¨¢s claros. Hablar de lo que nos interesa. Si la oposici¨®n no se limitara a venir a los barrios cada cuatro a?os, si estuviera aqu¨ª en el d¨ªa a d¨ªa, recuperar¨ªamos la confianza en la clase pol¨ªtica".

Lissavetzky, mosqueado, le contest¨®: "Me parece bien tu discurso, pero a m¨ª no me cuentes historias que no me afectan. Yo no estaba aqu¨ª hace cuatro a?os. En el debate fui el que m¨¢s habl¨® de barrios; solo habl¨¦ de eso. Y Gallard¨®n, de Zapatero, Zapatero, Zapatero". Antonio murmur¨® que no le estaba atacando. "No me est¨¢s atacando, pero yo me quiero defender. Fui el ¨²nico que hizo propuestas. Yo soy normal, no he ensayado, no me gusta esto de la telegenia. Soy leal, si soy alcalde, lo har¨¦". Y Antonio, conciliador, pidi¨® para ¨¦l un aplauso.

"Se ha picado", dec¨ªa luego Antonio. "Es que lo ¨²nico que puedo exigir a un pol¨ªtico es que baje a la arena, que se moje. Vienen a los barrios a pedir el voto y luego nada. Pues no, ven despu¨¦s y t¨®mate un vino o compra 100 gramos de jam¨®n york, aunque se los des al ch¨®fer". ?l sabe lo que es el comercio de barrio. "Llevo 29 a?os trabajando en el distrito". Ten¨ªa tres bares. La crisis le oblig¨® a cerrar uno y alquilar otro, que subsiste a duras penas. Pese al rifirrafe, Lissavetzky no sali¨® del Baraka tan mal parado: "Me ha gustado m¨¢s en el cara a cara que en la tele", concedi¨® Antonio.

El candidato tuvo una quinta jornada de campa?a muy apretada. A primera hora, con Tom¨¢s G¨®mez en los talleres de Metro de Torre Arias, record¨® que los socialistas quieren incluir a los taxis en el Consorcio Regional de Transportes, ampliar el abono joven hasta los 26 a?os, bajar las tarifas y abrir el metro las noches del fin de semana. Ya sin el candidato regional, y compartiendo pinchos y cervezas con los vecinos en el bar de Antonio, contest¨® preguntas sobre educaci¨®n (Valcarce record¨® las 24 escuelas infantiles construidas gracias al plan E), duplicidad de gestiones y participaci¨®n en los plenos de distrito, e hizo un repaso del debate. "Le pregunt¨¦ a Gallard¨®n si va a quitar el catastrazo. No contest¨®". Y lanz¨® la amenaza: "Pienso seguir pregunt¨¢ndoselo cada d¨ªa".