Un jueves al sol
El ojo que avizora el prolijo paisaje con figuras de la Puerta del Sol es un ojo femenino y perfilado que anuncia, desde los muros de la antigua Casa de Correos, la exposici¨®n Una mirada femenina del toreo, pero para algunos viandantes ligeramente paranoicos es el ojo de Esperanza Aguirre que nos mira, nos vigila y nos pasa revista en v¨ªsperas de comicios. Puerta del Sol: abigarrado patio de vecindad de la urbe, mentidero y aliviadero de todas las mareas urbanas, epicentro de la ciudad catacl¨ªsmica que ha perdido temporalmente la protecci¨®n que desde las alturas prodigaba la silueta del "T¨ªo Pepe", indultado del pante¨®n de los neones, sol embotellado de Andaluc¨ªa, diosecillo pagano y jaranero, solitario desde que apearon a su colega "El Gaitero" de su cima. Hay otro gaitero, escoc¨¦s a pie de calle que interpreta los funerales compases de Amazing Grace con gesto imperturbable todas las tardes a dos pasos del humilde monolito del Oso y del Madro?o. El oso, la osa, rampante, y La Mariblanca, dos iconos madrile?os, tama?o pisapapeles, flanquean la estatua ecuestre del sobrevalorado Carlos III, siempre a punto de salir de caza por las frondas de El Pardo. En la Puerta del Sol no hay bancos ni asientos, y los viandantes fatigados se aposentan a los pies de la estatua aquilina de Su Majestad, el rey alcalde que supo rodearse de ilustres e ilustrados ministros que le descargaban del peso de la gobernaci¨®n para que pudiera dedicarse a su pasi¨®n cineg¨¦tica. A la estatua le faltan la escopeta y el perro. Puerta del Sol, imp¨¢vidas estatuas humanas, un torero de sal¨®n y un p¨²blico de turistas deslumbrados por los reflejos del caparaz¨®n acristalado que da acceso a la estaci¨®n subterr¨¢nea. Deslumbran tambi¨¦n los chalecos amarillos de los compradores de oro que brotaron como hongos con los primeros chubascos de la crisis.
La Puerta del Sol sigue siendo el gran foro, ¨¢gora popular, rompeolas de las causas pendientes
Como todos los jueves, un grupo de manifestantes invoca la memoria hist¨®rica y denuncia los cr¨ªmenes impunes del franquismo desfilando con sus pancartas y su meg¨¢fono, que difunde sus justas consignas y sus reivindicaciones sobre la algarab¨ªa general. De vez en cuando se les enfrentan desaforados nost¨¢lgicos del antiguo r¨¦gimen y se produce un intercambio de venablos verbales sin que prevalezca la dial¨¦ctica de los pu?os y las pistolas. Los guardias de la plaza peatonalizada encauzan el tr¨¢fico pedestre y ordenan el paso de las manifestaciones. La Puerta del Sol sigue siendo el gran foro, ¨¢gora popular, rompeolas de todas las causas pendientes. Por la calle de Alcal¨¢ fluye una multitud que reivindica la sanidad y la ense?anza p¨²blicas y avisa sobre las amenazas privatizadoras que Esperanza Aguirre a¨²n guarda en el armario hasta que las urnas confirmen un nuevo mandato que certifican los augures y las encuestas.
Aunque poco dotado para la contabilidad de masas, cuento por miles los participantes en una convocatoria que no firman los principales partidos pol¨ªticos en liza ni los grandes sindicatos subvencionados, por lo que su reflejo en los medios se prev¨¦ escaso, oscurecido por la previsible ret¨®rica de la campa?a electoral, anulado por un c¨®digo presuntamente objetivo que reparte los minutos de informaci¨®n electoral en funci¨®n de la representatividad obtenida en los anteriores comicios. El "Queremos salir en Telemadrid" que corean ir¨®nicamente algunos manifestantes es un puro sarcasmo, su convocatoria es un simple espejismo en un paisaje contaminado por la palabrer¨ªa de las falsas promesas y de los lugares comunes. La informaci¨®n pol¨ªtica est¨¢ copada, recontada y dividida por y para los mismos y los periodistas convertidos en correveidiles funcionariales, cronometradores al servicio de una rigurosa aritm¨¦tica que cuantifica y cosifica la materia informativa encerr¨¢ndola en casillas herm¨¦ticas.
Calle de la Montera arriba, en la plaza de Callao, celebran hoy su animosa fiesta los socialistas con ondear de banderas y canciones de Gabinete Caligari, que fueron heraldos negros de la extinta movida. En la batalla naval del puerto peruano del Callao pronunci¨® el almirante M¨¦ndez N¨²?ez su proclama suicida "M¨¢s vale honra sin barcos que barcos sin honra" antes de perder ambas cosas. En la plaza de Callao tienen su cuartel general los socialistas madrile?os, el "invictus" G¨®mez conjura el derrotismo y elude la posible par¨¢frasis: "M¨¢s vale honra sin votos que votos sin honra". En la Puerta del Sol gui?a el ojo torero de Esperanza Aguirre, ajena a la turbamulta de los compradores de oro y a las reclamaciones de sus privatizables s¨²bditos.
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