Tercer festejo Veleidoso e insensible p¨²blico
La corrida fue intoreable, que no ilidiable. Pero el espectador moderno quiere pases. Y los toros de Escolar no ten¨ªan ni uno. Guapos de cara todos, bien armados, de preciosas hechuras, pero con mala sangre, de esa negra condici¨®n que se ve a lo lejos, muy broncos, imposibles, que buscaban el bulto con sa?a en cada corto viaje, ga?afones por doquier, tornillazos van y viene, derrotes al por mayor... Seis regalos para tres h¨¦roes. Pero se est¨¢ tan acostumbrado al torito tonto, bobo e inv¨¢lido, artista que llaman, que, cuando sale una alima?a guapa, el p¨²blico toma partido por ella y se equivoca de pit¨®n a rabo.
?Qu¨¦ error! ?Qu¨¦ inmenso error esas ovaciones con la que gran parte de los tendidos despidieron a los toros primero y cuarto, el lote de Rafaelillo! ?Y qu¨¦ injustos esos pitos para el torero, que salv¨® los muebles de aut¨¦ntico milagro! Pero as¨ª es la vida. Ayer, le toc¨® la china al bravo torero, con la de apuros que pas¨®, -los pitones del cuarto eran sencillamente imponentes-, con la quina que tuvo que tragar, con el esfuerzo sobrehumano al que lo obligaron esos dos toros. Veleidoso e insensible p¨²blico de Madrid, tan generoso con los bailarines de pitimin¨ª y tan exigente con estos h¨¦roes.
ESCOLAR / RAFAELILLO, ROBLE?O, AGUILAR
Toros de Jos¨¦ Escolar, excelentemente presentados, cumplidores en el caballo, sosos, descastados, ¨¢speros, peligros¨ªsimos.
Rafaelillo: pinchazo, media y cinco descabellos (pitos); estocada perpendicular y un descabello (bronca).
Fernando Roble?o: bajonazo perpendicular (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda (palmas).
Alberto Aguilar: pinchazo y media tendida (silencio); media y un descabello (silencio).
Plaza de Las Ventas. Jueves, 12 de mayo. Tercera corrida de feria. Casi lleno. Se guard¨® un minuto de silencio por las v¨ªctimas del terremoto de Lorca.
Porque no hay otra palabra para calificar a los que ayer salieron al ruedo de las Ventas para jugarse literalmente la vida. Pero muchos espectadores no dieron importancia a su gesta; incluso, algunos rieron cuando m¨¢s de uno se vio en un mal trance. ?Qu¨¦ raro es el comportamiento humano...!
?Por qu¨¦ pitaron a Rafaelillo y aplaudieron a Roble?o? Ah, un misterio. Porque uno y otro hicieron exactamente lo mismo, con la diferencia de que el peor lote se lo llev¨® el primero, y el segundo tuvo oportunidad de mostrarse afanoso y con ganas de agradar. Bien es verdad que el torero madrile?o fue capaz de contentar a todos con unas garbosas ver¨®nicas al segundo de la tarde, que cerr¨® con una airosa larga.
Y el m¨¢s joven, Alberto Aguilar, sali¨® de la plaza con la cara alta despu¨¦s de que los pu?ales del tercero le olieran los muslos una y otra vez. Aguant¨® lo inaguantable a esa burra con malas ideas y le rob¨® muletazos que desprendieron sabor. En el sexto, otro soso imposible sorte¨® regates inveros¨ªmiles y pudo marcharse por sus pies.
?Qu¨¦ f¨¢cil se ven los toros desde la barrera, y cu¨¢ntos errores e injusticias se cometen desde los tendidos con un puro en la boca...! Veleidoso e insensible p¨²blico de Madrid...
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