El tipo que dice 'no' en 54 palabras
Trichet encara la recta final en el BCE con un gran prestigio - Los coletazos de la crisis fiscal y el futuro de los tipos ser¨¢n claves para examinar su legado
Jean-Claude Trichet va a acabar pareci¨¦ndose al personaje de aquella novela de Javier Mar¨ªas que se mesa el pelo polar con una pizca de presunci¨®n, que habla pausadamente eligiendo las palabras con cuidado para asegurarse de ser escuchado con atenci¨®n, y cuya pareja es int¨¦rprete: una inquietante semejanza con la esposa del banquero central europeo, Aline, que fue jefa de los servicios de traducci¨®n del Ministerio de Exteriores franc¨¦s. De alguna manera, comparte tambi¨¦n con aquel personaje de Coraz¨®n tan blanco una forma de contar sinuosa, envolvente, que parece estar alej¨¢ndose todo el tiempo de la historia para volver a acabar en ella. Trichet ha inventado un c¨®digo de comunicaci¨®n que mantiene en vilo al periodismo una vez al mes. Usa una media de 120 palabras para cada una de sus respuestas en las ruedas de prensa en las que se decide, con ese lenguaje imposible de los banqueros centrales, si usted va a pagar m¨¢s o menos por la letra de su hipoteca (va a ser m¨¢s: viva la pol¨ªtica monetaria). Y pronuncia 54 palabras cuando un simple no hubiera sido suficiente, seg¨²n una consultora que ha analizado al detalle su forma de expresarse.
"No va a ser f¨¢cil sustituirle", dice Ken Rogoff del presidente del BCE
Es el prototipo de alto funcionario franc¨¦s; la gesti¨®n de crisis est¨¢ en su ADN
No siempre fue as¨ª. "Un buen croquis vale m¨¢s que un largo discurso", sol¨ªa decir hace dos d¨¦cadas, en unos a?os claves para su formaci¨®n en el manejo de las crisis. Trichet, abonado ahora a los largos discursos que antes aborrec¨ªa, es un hombre cargado de paradojas. Y las paradojas casi siempre son interesantes. Hijo y nieto de profesores de lat¨ªn y griego, Trichet (Lyon, 68 a?os) ejerce como banquero central pero no es economista, sino ingeniero de minas. Se le considera un ortodoxo -por decirlo con un eufemismo- aunque en su juventud milit¨® muy a la izquierda y lleg¨® a tener nombre de guerra, Justix, por su encendida defensa de los derechos de los trabajadores. Y en el BCE se le recibi¨® con reticencias por su pasaporte, pero en una de sus primeras comparecencias en el Parlamento Europeo se deshizo de ese equipaje inc¨®modo: "No estoy aqu¨ª como franc¨¦s".
Trichet es un enarca (licenciado en la escuela de Administraci¨®n que forma a las ¨¦lites en Francia, ENA), aficionado a la ciencia, el arte, la m¨²sica -aprovecha los largos viajes para escuchar ¨®peras en su Ipod- y sobre todo la poes¨ªa. Bienhumorado, amable y diplom¨¢tico por regla general, pero tambi¨¦n seco y severo cuando conviene, fue capaz de ponerse a estudiar alem¨¢n hace ocho a?os para integrarse en la vida de la ciudad que acoge la sede del banco. Antes de llegar a Fr¨¢ncfort sirvi¨® para todos los pr¨ªncipes de Francia: fue consejero de Giscard d'Estaing director de gabinete de Balladur, director del Tesoro con el socialista B¨¦r¨¦govoy y, ya en el Banco de Francia (donde se gan¨® el apodo de Ayatol¨¢ del franco), aupado al BCE por Jacques Chirac, a quien se acab¨® ganando tras un duro enfrentamiento inicial.
Un banquero central debe ser aburrido, gris y predecible. Debe conocer los entresijos de un oficio cada vez m¨¢s complejo y para ello no basta con acumular conocimientos sobre los inevitables mercados: hay que tener habilidad pol¨ªtica, dotes para la comunicaci¨®n, facilidad para buscar consensos, esas cosas. La media docena de fuentes consultadas coinciden en que Trichet re¨²ne esas caracter¨ªsticas, que se han afilado en los casi cuatro a?os de una crisis que el propio presidente del BCE califica como "la m¨¢s dura para Europa desde las guerras mundiales".
Ken Rogoff, execonomista jefe del FMI, califica como "brillante" su trayectoria al frente del Eurobanco, que terminar¨¢ en octubre: "Ha hecho un gran trabajo durante un periodo extraordinariamente tenso y plagado de dificultades. Va a ser muy dif¨ªcil de sustituir". Paul de Grauwe, uno de los economistas que m¨¢s han reflexionado sobre ese extra?o oficio de los banqueros centrales, destaca que Trichet supo darle la vuelta al BCE para hacerse responsable de mantener la estabilidad financiera durante los momentos de m¨¢s turbulencias, con medidas pr¨¢cticamente ins¨®litas como la compra de deuda p¨²blica que le granjearon duras cr¨ªticas desde Alemania: "Los que le critican parecen pasar por alto que sin ese apoyo la eurozona estaba abocada al colapso", dice De Grauwe.
Los expertos espa?oles Jordi Gal¨ª, Guillermo De la Dehesa y Santiago Carb¨® destacan su talla, aunque no eluden alg¨²n borr¨®n: la subida de los tipos de inter¨¦s en julio de 2008 (apenas tres meses antes de la quiebra de Lehman Brothers) ha sido calificada como "el Gran Error" por el Nobel Paul Krugman; Trichet sigue defendiendo esa jugada, a pesar de los pesares. Antes de la crisis, adem¨¢s, "ni Trichet ni el BCE hicieron nada para evitar la explosi¨®n de cr¨¦dito que hinch¨® incre¨ªbles burbujas, si bien es cierto que casi nadie ve¨ªa eso entonces como un problema", resume De la Dehesa.
Puede que el BCE se haya quedado algo anticuado con esa ret¨®rica antiinflacionista por encima de todas las cosas, con ese presumir de independencia cuando otros bancos centrales han demostrado que hay otros caminos. Trichet poco ha podido hacer contra esas tendencias de fondo, tan enraizadas en la historia y en la sociolog¨ªa europea que solo es posible modificarlas a muy largo plazo. Su gesti¨®n "es de notable alto o sobresaliente", dice Gal¨ª, pero su legado puede estar vinculado a decisiones m¨¢s terrenales. Ser¨¢n los coletazos de la crisis fiscal y las nuevas subidas de tipos que ya se han iniciado las que marcar¨¢n su lugar en la historia: reclamadas en los pa¨ªses del Norte, pueden acabar de hundir el Sur de Europa.
Ajeno a las consideraciones sobre su herencia -"no soy yo quien debe juzgar eso"-, Trichet recordaba al final de la entrevista con este diario que no naci¨® en el BCE: negoci¨® Maastricht, luch¨® contra otros huracanes financieros y mucho antes de llevar las riendas en esta crisis ya lidi¨® con las de Latinoam¨¦rica, siempre como alto funcionario europeo, siempre con ese lenguaje elegante que en franc¨¦s se convierte en ir¨®nico y que en ingl¨¦s tiende a un cierto lirismo. "Hay una relaci¨®n entre la poes¨ªa y el dinero que siempre me llama la atenci¨®n. Los poemas, como las monedas de oro, est¨¢n hechos para perdurar, sostenidos por su ritmo, por sus met¨¢foras: en ese sentido son como el dinero, ambos aspiran a la inalterabilidad, ambos est¨¢n destinados a circular de mano en mano, de mente en mente", dec¨ªa en un discurso reciente en el que por momentos parec¨ªa el mism¨ªsimo personaje de Mar¨ªas.
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