Sabidur¨ªa y democracia en el T¨ªbet exiliado
La carta enviada por el Dal¨¢i Lama al Parlamento tibetano en el exilio, anunciando que abandona por completo sus responsabilidades pol¨ªticas y administrativas, ha sorprendido a todo el mundo, y, sobre todo, a las autoridades chinas. Exiliado en la India desde 1959, el Dal¨¢i Lama ha estimulado as¨ª la joven democracia tibetana.
Las iniciativas democr¨¢ticas del Dal¨¢i Lama constituyen una firme expresi¨®n de sus convicciones budistas y gandhianas, est¨¢n en consonancia con los dos principios de confianza en uno mismo y no violencia que seguir¨¢n siendo capitales para cualquier medida que tome el nuevo primer ministro tibetano, Lobsang Sangay, y para cualquier di¨¢logo y acuerdo con Pek¨ªn.
El Dal¨¢i Lama ha abierto la v¨ªa a la separaci¨®n de la pol¨ªtica y la religi¨®n y al di¨¢logo con China
A sus 66 a?os, el Dal¨¢i Lama es consciente de su papel como s¨ªmbolo de la unidad y la independencia tibetanas, pero siempre ha puesto de relieve que, a su muerte, el problema tibetano seguir¨¢ existiendo. Desde el punto de vista espiritual, contin¨²a siendo una importante figura moral, en un mundo que se interroga sobre c¨®mo responder de forma eficaz y no violenta a la violencia.
Su mensaje contin¨²a sentando las bases de una renovada visi¨®n de la no violencia. La democracia, tal como ¨¦l la concibe, es una fuente de poder para los que se ven impotentes y de esperanza para los desesperanzados. Lo que el Dal¨¢i Lama propone como pol¨ªtica democr¨¢tica no encaja en absoluto con la ocupaci¨®n y la violaci¨®n de los derechos humanos que vive el T¨ªbet.
En el discurso pronunciado en Oslo al aceptar el Premio Nobel de la Paz, el 10 de diciembre de 1989, propuso "la conversi¨®n de toda la meseta tibetana en una zona de ahimsa, un santuario en el que los seres humanos y la naturaleza puedan vivir en paz y armon¨ªa". Por desgracia, la acelerada estrategia econ¨®mica de Pek¨ªn en el T¨ªbet, al causar inmensos da?os culturales y medioambientales y producir una creciente marginaci¨®n social de los tibetanos, ha ido en direcci¨®n contraria.
Los funcionarios chinos esperan que las en¨¦rgicas pol¨ªticas econ¨®micas y culturales que aplican en el T¨ªbet creen una nueva generaci¨®n de tibetanos que, menos influidos por el budismo, acepten por fin integrarse en China tras la muerte del Dal¨¢i Lama. Para Pek¨ªn, que sigue calificando su violenta invasi¨®n del T¨ªbet (1950-1951) de "liberaci¨®n pac¨ªfica", la decisi¨®n que ha tomado su santidad al renunciar a sus funciones como l¨ªder pol¨ªtico del pueblo tibetano en el exilio no ha hecho m¨¢s que incrementar la inquietud.
No obstante, la democracia tibetana todav¨ªa no se ha enfrentado a su principal desaf¨ªo. La reforma pol¨ªtica de la venerada instituci¨®n del Dal¨¢i Lama, que desde 1642 viene ejerciendo simult¨¢neamente la autoridad espiritual y la pol¨ªtica, constituye uno de los principales desaf¨ªos de la historia tibetana. De triunfar, podr¨ªa ser un muro frente a las iniciativas chinas -restringir los rituales tradicionales, arrinconar el tibetano para favorecer el chino y destruir el ecosistema en nombre del desarrollo de infraestructuras modernas- y promover una situaci¨®n favorable a todas las partes basada en la autonom¨ªa tibetana dentro de la Rep¨²blica Popular China.
En su alocuci¨®n ante el Parlamento Europeo de diciembre de 2008, el Dal¨¢i Lama reiter¨® que el T¨ªbet desea acceder a una "aut¨¦ntica autonom¨ªa" dentro de la Rep¨²blica Popular y reafirm¨® que la Administraci¨®n Central Tibetana desea fomentar una cultura de la confianza entre ambas naciones. La promoci¨®n de esa cultura es la principal tarea que tiene ante s¨ª Lobsang Sangay, reci¨¦n elegido primer ministro del Gobierno tibetano en el exilio.
?Podr¨¢ Sangay marcar una diferencia en los futuros di¨¢logos entre Pek¨ªn y Dharamsala? Este investigador jur¨ªdico de la Universidad de Harvard de 43 a?os ha declarado que su prioridad es solicitar a las autoridades chinas que revisen su "pol¨ªtica de intransigencia" en el T¨ªbet, adoptando "un enfoque m¨¢s moderado y abierto". Dicho esto, hay que se?alar que chinos y tibetanos seguir¨¢n esperando que el Dal¨¢i Lama desempe?e un importante papel en las futuras negociaciones y supervise c¨®mo se solventa la cuesti¨®n de la autonom¨ªa tibetana. Al fin y al cabo, ambos l¨ªderes, uno temporal y otro espiritual, necesitar¨¢n trabajar codo con codo por un nuevo T¨ªbet.
El camino que conduce a esa autonom¨ªa est¨¢ sembrado de dificultades. La elecci¨®n del nuevo primer ministro del Gobierno tibetano en el exilio y el anuncio por parte del Dal¨¢i Lama de su retirada de la vida pol¨ªtica inician un nuevo cap¨ªtulo. Ser¨ªa esencial demostrarle a China y al mundo que, aunque marginada, la comunidad tibetana en el exilio es capaz de formar un Gobierno estable y transparente. Los pr¨®ximos cinco a?os, periodo en el cual Sangay ser¨¢ primer ministro, ofrecer¨¢n una buena oportunidad. Y aunque Sangay no lograra convencer a Pek¨ªn de que abandone su intransigencia y acepte la autonom¨ªa para el T¨ªbet, su elecci¨®n democr¨¢tica y la gran evoluci¨®n que ha supuesto la decisi¨®n del Dal¨¢i Lama han cortado el resuello al r¨¦gimen autoritario chino.
El Dal¨¢i Lama ha demostrado que no es solo una carism¨¢tica figura espiritual, sino un aut¨¦ntico l¨ªder que, v¨¢lido para cualquier circunstancia, puede aportar sabidur¨ªa a la democracia.
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
Ramin Jahanbegloo, fil¨®sofo iran¨ª, es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Toronto.
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