Bildu
La sentencia del Tribunal Constitucional (TC) que acaba de legalizar a la coalici¨®n independentista Bildu (formada por EA, el partido del exlehendakari Garaicoechea, una escisi¨®n de la Izquierda Unida vasca y candidatos independientes nombrados por la nueva izquierda abertzale que ha optado por abandonar definitivamente el terrorismo) es, quiz¨¢, la noticia pol¨ªtica m¨¢s decisiva del momento presente, pues determinar¨¢ el sentido del voto en las inmediatas elecciones territoriales. E incluso de la historia reciente, por cuanto implica superar quiz¨¢s definitivamente la Ley de Partidos: un aut¨¦ntico estado de excepci¨®n jurisdiccional que ha devaluado la calidad de la democracia espa?ola.
"Que la sentencia del TC me parezca justa no quiere decir que me satisfaga"
Aunque el veredicto haya resultado de una extra?a carambola de distintas razones pol¨ªticas, lo cierto es que el TC ha hecho justicia. Y ha hecho justicia no en el sentido justiciero de Barack Obama (p¨¦simo ejemplo de venganza por ajusticiamiento extrajudicial), como reclamaban las v¨ªctimas de ETA y sus patrocinadores pol¨ªticos, sino en el sentido garantista que exige el Estado de Derecho. En efecto, toda sentencia debe dirimir un conflicto de derechos. Y en el caso Bildu, la sentencia del TC ha supuesto reconocer la primac¨ªa del derecho fundamental a la participaci¨®n pol¨ªtica (que actualmente ampara de modo inalienable a EA) sobre el derecho de protecci¨®n judicial de las posibles v¨ªctimas futuras de ETA (potencialmente amenazadas por los candidatos abertzales incrustados en Bildu en el hipot¨¦tico caso de que volvieran a las andadas de complicidad terrorista).
Pero que la sentencia del TC me parezca justa no quiere decir que me satisfaga. Es muy triste que un antiguo partido de Gobierno, como fue la EA fundada por Garaicoechea, se preste hoy por puro electoralismo a ser la lanzadera pol¨ªtica de los antiguos c¨®mplices del terrorismo, que ahora se aprestan maquiav¨¦licamente a blanquear su negra imagen sin ninguna garant¨ªa de sinceridad democr¨¢tica.
Por eso resulta tan fuerte el parad¨®jico impacto causado por la foto del etarra exconvicto que sale de la c¨¢rcel al grito de "ETA vota Bildu". Bienvenida sea la conversi¨®n de ETA al electoralismo, ya que no puede continuar con su anterior terrorismo. Pero para juzgar la veracidad de su cacareado "proceso democr¨¢tico", habr¨¢ que esperar a ver como se desarrolla la esfera p¨²blica en los municipios gobernados por Bildu: ?proseguir¨¢ la intimidaci¨®n totalitaria de la sociedad civil?
No obstante, las paradojas no acaban aqu¨ª, pues si bien se mira, el otro gran beneficiado de la sentencia del TC, adem¨¢s de Bildu, es la derecha pol¨ªtico medi¨¢tica representada por el PP, lo que ya resulta menos obvio dado que actuaba como parte acusadora y, al perder el juicio, se ha indignado por la supuesta injusticia de la resoluci¨®n. Pero la misma sobreactuaci¨®n de su airada protesta revela su ¨ªntima satisfacci¨®n, dado que objetivamente la sentencia del TC ha puesto en sus manos un arma de potencia ret¨®rica inigualable, que les permitir¨¢ llevarse de calle tanto estas elecciones locales como las pr¨®ximas generales. De ah¨ª la doblez farisaica del PP y su armada medi¨¢tica, que fingen en p¨²blico rasgarse hip¨®critamente sus vestiduras victimistas mientras en privado se frotan las manos porque la sentencia les ha dado hecha la campa?a electoral. Y no s¨®lo eso, pues su derrota en el TC les facilita seguir propalando la calumniosa f¨¢bula de su falaz ecuaci¨®n: "ZP-Rubalcaba-TC = ETA-Batasuna-Bildu". Una estrategia conspiranoica que les permitir¨¢ apropiarse de la victoria final sobre el terrorismo, desvirtuando as¨ª su autor¨ªa socialista.
En cualquier caso, y aunque siguiendo su doble juego Rajoy hable s¨®lo de la crisis, los actuales comicios ya han quedado sobredeterminados por los sucesivos avatares del caso Bildu. Y esto es de lamentar, pues dada la generalizada desinformaci¨®n de la ciudadan¨ªa espa?ola, esta campa?a electoral hubiera sido una magn¨ªfica ocasi¨®n para hacer pedagog¨ªa pol¨ªtica, centrando la atenci¨®n p¨²blica sobre los asuntos cruciales que se ventilan en estas elecciones, que son fundamentalmente dos. Uno, la impune continuidad de las redes clientelares que controlan la corrupci¨®n pol¨ªtica en complicidad con las autoridades auton¨®micas y municipales. Y dos, la necesidad de proceder al saneamiento del ingente d¨¦ficit presupuestario que est¨¢ estrangulando las haciendas territoriales: ?c¨®mo se ir¨¢ a ajustar, tras el 22 de mayo, el gasto local que financia los servicios p¨²blicos (educaci¨®n, sanidad y servicios sociales) provistos por comunidades y ayuntamientos? ?se deber¨ªa ser el verdadero debate. Pero todo eso quedar¨¢ sepultado bajo los escombros medi¨¢ticos dejados por la onda expansiva de la descomunal bronca montada con el caso Bildu.
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