Elogio del alto entendimiento

En el plazo de una semana Madrid ha vivido dos recitales de canto extraordinarios en los ciclos dedicados al lied en el teatro de la Zarzuela. El primero de ellos, con la soprano de Hamburgo Christiane Iven, ha sido una de las grandes sorpresas de la temporada l¨ªrica. Debutante en estos ciclos, la cantante dio una lecci¨®n de coraje, sencillez y rigor en un exigente programa con obras de Brahms, Schumann, Wagner y Wolf. El segundo, ayer, con la mezzosoprano de Salzburgo Angelika Kirchschlager ha redondeado la impresi¨®n de progreso y madurez que la cantante transmite a cada nueva actuaci¨®n.

El terreno de juego era tambi¨¦n exigente: Schubert, Mahler, Brahms y Liszt. Curiosamente las dos cantantes comenzaron y finalizaron sus ciclos dedicados a Brahms con id¨¦nticos temas: Mi amor es verde y Del amor eterno. En ambos casos la resoluci¨®n art¨ªstica ha sido extraordinaria. De Iven destac¨® su Wolf y de Kirchschlager, su Liszt. Pero no fue lo ¨²nico. La versi¨®n de la mezzosoprano austriaca de Elogio del alto entendimiento, de Mahler -del que, por cierto, ma?ana se cumple el centenario de su muerte-, fue sencillamente antol¨®gica y viene de perlas para titular este comentario. Porque un alto entendimiento es lo que ha caracterizado estos dos recitales l¨ªricos.

En primer lugar, por la elecci¨®n de los pianistas. Tanto Wolfram Rieger como Helmut Deutsch son sencillamente extraordinarios desde concepciones distintas del acompa?amiento. El primero es un perfeccionista de lujo con una obsesi¨®n por el detalle musical verdaderamente admirable. El segundo posee un fraseo de los que hacen escuela con una flexibilidad en el di¨¢logo con los cantantes que roza la perfecci¨®n. Un recital de lied necesita que cantante y pianista tengan un nivel de comunicaci¨®n, de complicidad, a alto nivel. En estas ocasiones lo han tenido.

En segundo lugar, los protagonistas han elegido unos programas exigentes y generosos, que han sabido resolver con precisi¨®n, estilo, naturalidad y empuje. Han ido al coraz¨®n del lied, transmitiendo toda la carga de intimidad, de respeto al texto y de poes¨ªa musical que las circunstancias exig¨ªan. Se puede hablar de la belleza vocal, de la solidez expresiva de Kirchschlager o de la valent¨ªa y profundidad de Iven.

Las dos son grandes int¨¦rpretes. Las dos, con sus pianistas, han hecho lied de gran altura, de alto entendimiento. Con 31 canciones una y con 27 la otra se han dejado la piel en escena. El p¨²blico de Madrid se lo ha agradecido con calor.