"En el 'caso Strauss Kahn', el personaje es la camarera"
Gay Talese tiene el olfato intacto; cuando era un chico de los recados en The New York Times se empe?¨® en hacer un perfil, que no le firmaron, del hombre que manejaba los luminosos que ofrec¨ªan las noticias del peri¨®dico. La historia lo ha consolidado como uno de los mejores periodistas del mundo. Tom Wolfe quiso colgarle la famosa etiqueta del nuevo periodismo. "Yo hago periodismo. Y punto", se defiende. Periodismo sobre los perdedores, o los ganadores en el momento que pierden. Jam¨¢s ha dejado esa senda, y jam¨¢s ha perdido el olfato.
Vestido con traje de tres piezas, tocado con el sombrero que le hace a¨²n m¨¢s el personaje solar que parece salido de una novela de Scott Fitzgerald o de Truman Capote, este hijo de sastre italiano escribe en las etiquetas de lavander¨ªa en las que toma sus notas esta frase que es una declaraci¨®n de sus principios como periodista ante la actualidad del d¨ªa: "?Pobre Strauss Kahn...!, pero el personaje es la camarera".
El periodista ha perseguido siempre a la figura oculta tras la noticia
Talese tiene el bolsillo interior de su chaqueta lleno de peque?as notas sobre ese caso que acaba de estallar, y en la terraza del restaurante, donde nos sirven fruta (aunque no est¨¢ la pi?a, "esa es mi fruta") y un caf¨¦ que toma con la devoci¨®n que debe venir del ancestro italiano, no deja de interrogarse "por la estupidez de ese hombre que ha perdido su carrera... O vete a saber, quiz¨¢ sea todo un montaje. ?Usted cree que eso es un montaje?".
Est¨¢ en Espa?a porque aqu¨ª acaba de publicarse una nueva edici¨®n, con un nuevo ep¨ªlogo suyo, de uno de sus libros m¨¢s exitosos, Honrar¨¢s a tu padre (Alfaguara), que es un recuento ejemplar de la familia m¨¢s importante de la mafia de mediados del ¨²ltimo siglo, la familia Bonanno. En 1965 fue, como periodista, a un juicio contra Bill, el hijo del patriarca; inter-cambi¨® unas miradas, le propuso al hijo del mafioso una entrevista ("cuando usted quiera, el a?o que quiera"), y el g¨¢nster se sinti¨® tan atra¨ªdo por la mirada de este hombre que ahora toma caf¨¦ que tiempo despu¨¦s no solo accedi¨® a la conversaci¨®n que le hab¨ªa negado sino que lo adopt¨® como un padre. "?Como un padre? Bueno, s¨ª se puede decir as¨ª".
Talese ha escrito un memorable retrato de Frank Sinatra, en el que Sinatra tampoco quer¨ªa salir; desde una esquina de casi todos los grandes del siglo XX hizo el periodismo que est¨¢ desnudo en ese libro, Honrar¨¢s a tu padre. "Mirando. T¨² miras. Tampoco hace falta que hagas muchas preguntas. En realidad, no hace falta hacer preguntas; al final los personajes dicen lo que de veras les importa. Y t¨² testimonias".
Talese lleva ese sombrero que es su distintivo; es un caballero del sur de Italia trasplantado a Manhattan, y maneja una delicadeza que convierte una conversaci¨®n con ¨¦l en una lecci¨®n de periodismo. Pero no tiene que decir nada. Mira. Al lado est¨¢ la int¨¦rprete que le ayuda estos d¨ªas, en las entrevistas editoriales. Se llama Diana Valero; "toma notas de largas respuestas con dos o tres s¨ªmbolos, y luego lanza el discurso que yo he dicho. ?No es magn¨ªfico? Diana es el personaje que usted tendr¨ªa que estar entrevistando". Y se saca del bolsillo interior de su chaqueta la nota de la lavander¨ªa para poner, seguramente, esta idea entre todas las que ya tiene para hacer reportajes o entrevistas. Tiene 79 a?os, est¨¢ a punto de cumplir 80. Por la tarde va a los toros. Saldr¨¢ con una historia, seguro.
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