Kaurism?ki deja ganar a sus perdedores
Hay directores que independientemente del lugar en el que ambienten sus tramas, el idioma en el que est¨¦n rodadas, los actores que utilicen o las historias que cuenten son inmediatamente reconocibles para cualquier aficionado al cine con solo ver una secuencia, y tambi¨¦n lo ser¨ªan aunque no existieran los aclarativos t¨ªtulos de cr¨¦dito. El finland¨¦s Aki Kaurism?ki es uno de ellos. Normalmente, no le gusta salir de esa Helsinki tan sombr¨ªa que a veces te crees que es un decorado, sus personajes son siempre pintorescos, poseen gestualidad keatoniana, se expresan con monos¨ªlabos y jam¨¢s parece que sus sentimientos se alteren llueva o haga calor, est¨¦n acorralados o resignadamente de acuerdo con su triste vida. Los protagonistas son eternos y estrafalarios perdedores empe?ados en mantener su dignidad. Tambi¨¦n funciona en ese cine un inimitable sentido del humor y de la tragicomedia. Con Kaurism?ki sabes lo que te vas a encontrar, pero le salga mejor (La chica de la f¨¢brica de cerillas y Contrat¨¦ un asesino a sueldo son espl¨¦ndidas) o peor, garantiza una forma aut¨®noma de mirar la vida, un planeta emocional muy peculiar, la eterna duda de si lo que est¨¢s viendo o escuchando est¨¢ planteado en serio o en broma.
Tiene un metraje sagrado, en plan antiguo, jam¨¢s pasa de hora y media
Jodie Foster plantea con inteligencia dilemas morales turbios
En Le Havre Kaurism?ki se traslada a Francia, a esa ciudad normanda y portuaria que imaginamos brumosa, enigm¨¢tica y canalla. Tambi¨¦n utiliza un idioma que no es el suyo y tiene que prescindir de la mayor¨ªa de sus actores habituales. Da igual. Se las ingenia para encontrar los mismos caretos y pintas ex¨®ticas que caracterizan a su fauna, mantiene id¨¦ntico ritmo y atm¨®sfera, nunca sabes c¨®mo van a reaccionar esos marginales ante su problem¨¢tica existencia, te hace re¨ªr con los muy serios disparates que utilizan para defenderse.
La protagoniza un antiguo bohemio que ha renunciado a sus aspiraciones literarias para llevar una vida tranquila en Le Havre. Por normalidad entiende trabajar de limpiabotas callejero, sobrevivir en una casita en estado ruinoso en compa?¨ªa de su amada y muy enferma mujer y de un perro anodino, disponer para tabaco y vino en bares oscuros y habitados por un lumpen herm¨¦tico, coleguear con el verdulero y la panadera de su barrio. La placidez de este superviviente se ver¨¢ alterada y le exigir¨¢ astucia y coraje cuando se responsabiliza de que un ni?o inmigrante que iba de poliz¨®n en un barco logre escapar de una polic¨ªa con vocaci¨®n para cazar a los ilegales m¨¢s desamparados y llegar a Inglaterra en busca de su madre. Las argucias del limpiabotas, ayudado por la solidaridad y la conciencia de clase de otros marginados, para burlar el orden y que el cr¨ªo negro recobre la esperanza, poseen un encanto y una gracia notables. Como todas las pel¨ªculas de este director tiene un metraje sagrado, en plan antiguo, jam¨¢s pasa de hora y media. El tiempo se te hace muy corto y abandonas la sala con una agradecida sonrisa. Los presuntos marcianos de Kaurism?ki est¨¢n llenos de vida.
Jodie Foster, adem¨¢s de ser una actriz excepcional, una mujer sin atributos especiales que puede meterse en la piel y en el coraz¨®n de la fauna m¨¢s variada, tambi¨¦n ha dirigido pel¨ªculas nada desde?ables. El castor es la tercera. En ella retrata con veracidad, sentimiento y complejidad la feroz depresi¨®n de un aparente triunfador, de alguien que ve c¨®mo est¨¢ machacando a sus cada vez m¨¢s lejanos mujer e hijos, cuyo ¨²nico y l¨®gico y comprensible anhelo es dormir continuamente y que decide suicidarse. Una marioneta con forma de castor lo impedir¨¢, lograr¨¢ que ¨¦ste vuelca con energ¨ªa proteica a la existencia recobrando el amor de los suyos y el ¨¦xito profesional, pero a cambio le exige que se olvide de su antigua personalidad, de lo bueno y de lo malo, que obedezca ciegamente sus ¨®rdenes si pretende ser feliz. El instrumento de salvaci¨®n, su ¨¢lter ego, es un dictador que le obliga a habitar una piel confortable. A partir de ese drama psicol¨®gico ocurren muchas y desgarradoras cosas.
Jodie Foster plantea con inteligencia dilemas morales muy turbios. No solo el de este adulto que estaba ag¨®nico y es falsamente resucitado, sino tambi¨¦n el de sus hijos, bloqueados por la incomunicaci¨®n y el de una esposa que no acepta la plenitud que le puede otorgar una milagrosa impostura. Es una pel¨ªcula desasosegante y emotiva, muy bien interpretada por Mel Gibson, ese se?or tan bocazas y compulsivo como excelente director y actor de raza, alguien que tiene muy crudo mantener el estrellato o simplemente el trabajo debido a sus barbaries verbales, sus prejuicios y su violencia. Jodie Foster se arriesga, apuesta por ¨¦l y le ofrece un personaje conmovedor. Y es tan lista y tan poco diva que siendo la coprotagonista con Gibson en una pel¨ªcula que dirige ella, le ofrece a ¨¦l la parte del le¨®n y ella se retira con talento a un discreto segundo plano.
Babelia
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