"Nos ha costado m¨¢s arrancar"
La protesta cuaja con m¨¢s fuerza en Madrid que en Barcelona - Los expertos lo atribuyen a la represi¨®n de la concentraci¨®n en la Puerta del Sol
La acampada en la plaza de Catalunya empez¨® fr¨ªa, en contraste con el entusiasmo que desde las primeras horas se vivi¨® en la de Sol. La protesta, de hecho, ha cuajado con m¨¢s fuerza en Madrid que en Barcelona, acostumbrada a ser la vanguardia cuando se trata de salir a la calle y alzar la voz. ?Por qu¨¦? "Pues precisamente por eso: el hambre que all¨ª tienen de calle, aqu¨ª est¨¢ m¨¢s saciado", razona Manuel Delgado, profesor de Antropolog¨ªa Social de la Universidad de Barcelona.
"En Madrid llevan demasiado tiempo con un discurso pol¨ªtico muy conservador. Hay j¨®venes que sienten asfixia emocional e intelectual, como si no hubiera otra forma de pensar", abunda el psic¨®logo y experto en movimientos sociales Jaume Funes. Los miles de j¨®venes que ocupan Sol "est¨¢n unidos contra Aguirre y Gallard¨®n; en cambio, la izquierda en Catalu?a est¨¢ m¨¢s dividida", dice Manu Simarro, miembro de la acampada barcelonesa.
Esther Vivas, del centro de estudios sobre movimientos sociales de la Universidad Pompeu Fabra, apunta a causas concretas m¨¢s all¨¢ del contexto sociol¨®gico. "La acampada de Madrid se mont¨® justo despu¨¦s de la manifestaci¨®n del d¨ªa 15, lo que permiti¨® arrastrar a muchas personas. En Barcelona comenz¨® al d¨ªa siguiente y de forma m¨¢s t¨ªmida". Vivas coincide con Josep Maria Antentas, profesor de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y tambi¨¦n especialista en movimientos sociales, en un segundo argumento de peso: "Lo central es que, al principio, la polic¨ªa reprimi¨® la protesta madrile?a. Muchas personas acudieron por solidaridad. Ese efecto de llamada no fue tan potente en Barcelona", precisa Antentas.
El Movimiento 15-M se gest¨® de forma espont¨¢nea a trav¨¦s de las redes sociales, lo que cogi¨® por sorpresa a los movimientos alternativos que, tradicionalmente, han agitado las calles en Barcelona. "No se sab¨ªa qui¨¦n hab¨ªa detr¨¢s de la protesta, porque surgi¨® en ¨¢mbitos m¨¢s culturales que pol¨ªticos, y eso gener¨® cierto recelo entre movimientos sociales", sopesa Simarro. Ese primer obst¨¢culo, dice, ya se ha superado y, ahora, la potente experiencia del colectivo okupa se est¨¢ aplicando en la organizaci¨®n de la acampada barcelonesa. "Nos ha costado m¨¢s arrancar, pero estaremos al nivel de Madrid", a?ade.
En un ejercicio de autocr¨ªtica, Simarro admite que los movimientos alternativos "han sido demasiado maximalistas y sus discursos han sido inasumibles para mucha gente". En lugar de pedir la nacionalizaci¨®n de la banca o llamar a la revoluci¨®n, el 15-M pide una democracia real con, por ejemplo, listas abiertas y sin pol¨ªticos corruptos. "Pensaron que primero har¨ªan la revoluci¨®n y luego la gente ya les seguir¨ªa", sostiene Funes, quien a?ade otro factor: en los ¨²ltimos a?os, la intensa actividad de los grupos llamados antisistema ha generado "cierta antipat¨ªa" en algunas capas sociales.
En el ¨²ltimo colectivo, los m¨¢s militantes han tratado de abrirse cada vez m¨¢s a la sociedad. Un ejemplo es su apoyo expl¨ªcito a familias desahuciadas. Pero ninguna de esas acciones hab¨ªa alcanzado el efecto del 15-M. Esa permeabilidad es la que ha permitido que la plaza del Sol est¨¦, desde el primer d¨ªa, a rebosar.
Para Vivas, la confluencia de las protestas por los recortes de la Generalitat tambi¨¦n pueden haber influido. El caldo de cultivo de la crisis ha sido clave pero, como insiste la experta, "las acampadas revelan que, a veces, las revueltas sociales llegan cuando menos se esperan".
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