?Te importar¨ªa hacerle un hijo por m¨ª?
Una buena historia que contar e int¨¦rpretes dispuestos a afinarla durante cinco meses de ensayos. Para hacer buen teatro no se necesita nada m¨¢s. En la escuela de la crisis econ¨®mica argentina, Claudio Tolcachir y los actores de la compa?¨ªa Timbre 4 aprendieron que la creatividad se nutre de tiempo: sale m¨¢s rentable invertir en el arte del actor que en escenograf¨ªa y vestuario.
El viento en un viol¨ªn, tercera parte de la trilog¨ªa abierta con La omisi¨®n de la familia Coleman, es un gol de bolea. Si en la primera de estas comedias Tolcachir mostraba con humor tr¨¢gico la desintegraci¨®n de una familia disfuncional, en esta ¨²ltima argumenta con cierto optimismo que para compartir vida y afectos hay muchos caminos posibles, aunque el final id¨ªlico que nos presente est¨¦ sembrado de minas antipersona.
El viento en un viol¨ªn
Autor y director: Claudio Tolcachir. Int¨¦rpretes: Inda Lavalle, Tamara Kiper, Miriam Odorico, Araceli Dvoskin, Lautaro Perotti y Gonzalo Ruiz. Escenograf¨ªa: Gonzalo C¨®rdoba Est¨¦vez. Luz: Omar Possemato. Producci¨®n: Compa?¨ªa Timbre 4. Madrid. Matadero, sala 2.
Del 18 de mayo al 5 de junio.
El viento en un viol¨ªn dramatiza la historia de un treinta?ero de clase acomodada sobreprotegido por su madre, de una moza con problemas cognitivos y de su pareja, otra chica, que desea hacerle concebir un hijo (con la ayuda involuntaria de un tercero), porque su propio vientre qued¨® vac¨ªo despu¨¦s de una antigua operaci¨®n. No es f¨¢cil contar m¨¢s sin destripar un espect¨¢culo lleno de sorpresas peque?as, de giros tragic¨®micos felices y de enigmas que van cayendo como velos de Salom¨¦, hasta mostrar la verdad de cada personaje desnuda a los cuatro vientos.
El trabajo de los actores est¨¢ cincelado: el delicado v¨ªnculo amoroso entre las dos chicas, expuesto con sensibilidad extrema por Inda Lavalle y Tamara Kiper, sus int¨¦rpretes, alcanza su cima cuando Celeste, ansiosa por conseguir el ni?o que tanto desean ella y su pareja, le pide a Dar¨ªo que la lleve a su cuarto sin m¨¢s demora y se deja penetrar por ¨¦l. Al estupor del joven le sigue una violaci¨®n al rev¨¦s fracasada, un segundo intento inducido por Lena a punta de navaja y finalmente un acto de amor a tres bandas de una intensidad insospechada.
Tolcachir dibuja un delicioso tri¨¢ngulo con estos personajes da?ados por la vida o antes de nacer (en el caso de Celeste), pero traza a¨²n con mayor firmeza la figura de Dora, su abnegada madre, reencarnaci¨®n esc¨¦nica de esas juanas nadie que no suelen salir en el teatro. Araceli Dvoskin est¨¢ espl¨¦ndidamente humana en el papel de f¨¢mula eterna de propios y extra?os. En el ¨¢ngulo opuesto del cuadril¨¢tero est¨¢ la madre de Dar¨ªo (a la que Dora sirve), interpretada con un grado de locura inagotable por Miriam Odorico. En medio de tanta disfunci¨®n afectiva, el sexto personaje ten¨ªa que ser un psic¨®logo: el manipulador manipulado, al que Gonzalo Ruiz presta naturalidad extraordinaria.
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