La t¨¢ctica del oso hormiguero
Aseguran que estamos viviendo un auge del libro musical y, efectivamente, se multiplican los lanzamientos. Aun as¨ª, existen infinidad de huecos en la bibliograf¨ªa m¨ªnimamente deseable. Por ejemplo, no hay nada parecido a un diccionario o enciclopedia manejable del pop nacional, algo que tienen hasta parientes de menor tama?o, como Portugal o Cuba. A cambio, toda ciudad o regi¨®n cuenta con su El rock en..., financiado con dinero p¨²blico.
?Las paradojas de un pa¨ªs capitidisminuido! A trav¨¦s del INAEM, Cultura sac¨® en 2007 un (valioso) tomo sobre el rock progresivo internacional pero ah¨ª se acab¨® su aggiornamento.
As¨ª que urge celebrar el nacimiento de una colecci¨®n que promete analizar discos significativos de la m¨²sica espa?ola. Recuerden que, debido a prejuicios propios de una sensibilidad pretecnol¨®gica, aqu¨ª los discos suelen ser tratados como un subproducto: lo importante son los grandes conciertos o las declaraciones pol¨ªticas del artista.
Omega. Historia oral del ¨¢lbum que uni¨® a Enrique Morente, Lagartija Nick, Leonard Cohen y Federico Garc¨ªa Lorca
Bruno Galindo
Pr¨®logo de Santiago Auser¨®n
Lengua de Trapo (Cara B). Madrid, 2011
183 p¨¢ginas. 16,50 euros
Una semana en el motor de un autob¨²s. La historia del disco que casi acaba con Los Planetas
Nando Cruz
Pr¨®logo de Julieta Venegas
Ep¨ªlogo de Juli¨¢n Rodr¨ªguez
Lengua de Trapo
(Cara B). Madrid, 2011
187 p¨¢ginas. 16.50 euros
Como ocurr¨ªa con Morente, 'Omega' fue creciendo a izquierda y a derecha, partiendo de Lorca hasta las melopeas de Cohen
El men¨² de Cara B resulta ambicioso: anuncian t¨ªtulos sobre Honestidad brutal (Calamaro), Lujo ib¨¦rico (La Mala), El estado de las cosas (Kortatu) y Cajas de m¨²sica dif¨ªciles de parar (Nacho Vegas). M¨¢gicamente, las dos primeras entregas publicadas cubren discos concebidos en Granada que comparten m¨²sculo percusivo: Eric Jim¨¦nez, baterista de Lagartija Nick, luego fichado por Los Planetas.
A partir de ah¨ª, nada que ver. El volumen de Bruno Galindo usa la estructura coral. Se agradece la riqueza de tantas voces, pero reina cierta confusi¨®n que hubiera requerido una cronolog¨ªa rigurosa. Quedan muchos cabos sueltos entre tantos padres-de-Omega. Un servidor tiene n¨ªtidos recuerdos de un representante de Morente requiriendo un contacto con Leonard Cohen: aqu¨ª se cuenta exactamente al rev¨¦s.
Pero estamos en el Planeta Morente. El cantaor amaba las cortinas de humo, para sorprender y para no ofrecer un blanco f¨¢cil. Aunque ya hab¨ªa firmado discos el¨¦ctricos, era consciente de lo que implicaba una apuesta tan radical. Como ocurr¨ªa con Morente, Omega fue creciendo por izquierda y derecha, hacia la tierra y hacia el cielo, partiendo del Lorca m¨¢s opaco para incorporar las melopeas de Cohen, alternando el pulso del rock con chispeantes j¨®venes flamencos.
Omega es una obra multitudinaria, una labor cicl¨®pea que encontr¨® un eco inmediato, nada que ver con el trauma de La leyenda del tiempo, que oblig¨® a Camar¨®n a volver corriendo al redil. Como se?ala Alfredo Grimaldos, "hablar hoy de renovadores y puristas es un falso dilema, sostenido por reci¨¦n llegados a la periferia del flamenco. Como no pueden hablar de flamenco, hablan de lo cerrados que son los puristas". Morente pudo lanzar alguna provocaci¨®n al flamenquismo pero, en realidad, compatibilizaba los recitales asc¨¦ticos con el cortejo del p¨²blico del rock y la world music.
Aparcando la banal colaboraci¨®n con Sonic Youth, no hubo continuaci¨®n o desarrollo de Omega. La voluntad morentina de heterodoxia le llev¨® hacia las voces b¨²lgaras, la m¨²sica andalus¨ª o la electr¨®nica. Pero ya estaba atrapado por el juguete fatal: el Pro Tools del estudio propio.
Frente a la panor¨¢mica dispersi¨®n que supone la narraci¨®n de Omega, el libro dedicado a Una semana en el motor de un autob¨²s hasta resulta claustrof¨®bico. Los Planetas viven y trabajan en una burbuja. Nada sabemos de sus or¨ªgenes sociales, aparte de una an¨¦cdota que menciona que Florent naci¨® en Ceuta, en una familia militar. Si ocurre algo en el mundo exterior, no traspasa el caparaz¨®n de la banda granadina. Se detalla, eso s¨ª, todo lo que escuchan y, m¨¢s importante, lo que reciclan.
Aparte de ser la cumbre de ventas de Los Planetas, Una semana... supuso la reinvenci¨®n del grupo. J, su cabecilla, olvid¨® la frivolidad inicial para comprometerse con la creaci¨®n, asumiendo la experimentaci¨®n y la aventura. Mal momento, dada la desmembraci¨®n de la formaci¨®n original y la entrada de la hero¨ªna. En su nueva Weltanschauung, los disqueros son filisteos a batir. Nando Cruz argumenta que, con su insistencia en m¨¢s canciones, el director art¨ªstico del sello RCA, David L¨®pez, permiti¨® llevar el proyecto a su (feliz) desenlace.
Por lo dem¨¢s, la constataci¨®n de que aquellos Planetas constitu¨ªan un hogar disfuncional. Asombra la frialdad con que trataron al bajista Kieran Stephen, un escoc¨¦s reclutado por casualidad. Por no hablar de las jerarqu¨ªas evidentes en su viaje a Estados Unidos: hab¨ªa m¨²sicos con derecho a habitaci¨®n propia, otros que ten¨ªan que compartir, e incluso, alguien termin¨® durmiendo en el suelo del estudio. El estudio pertenec¨ªa a Kurt Ralske, luminaria menor del underground neoyorquino, que luego -ahora sabemos- renunci¨® a la m¨²sica para reconvertirse en videoartista. Disculpen el chiste f¨¢cil pero producir a Los Planetas tiene sus riesgos.
![Enrique Morente (1942-2010), en una actuaci¨®n con Lagartija Nick, homenaje a Federico Garc¨ªa Lorca en Nueva York en 2003.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PS6KAMA4II54PAIKUQMLXUTZJU.jpg?auth=161aed7134b28d945d9f411ecee884eacd431b8df73c5bdf1a62518a1961477f&width=414)
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