Las auton¨®micas menos auton¨®micas
Las elecciones que se celebran hoy, y que abren la puerta de la octava legislatura, suponen un antes y un despu¨¦s en la reciente tradici¨®n auton¨®mica valenciana. Son, sin duda, las menos auton¨®micas de todas las auton¨®micas celebradas hasta ahora en la Comunidad Valenciana. Algunas circunstancias econ¨®micas y pol¨ªticas sobrevenidas lo han propiciado, pero esa transmutaci¨®n, por unos intereses muy particulares, era tambi¨¦n el escenario m¨¢s propicio para el PP valenciano, que ya empujaba desde hac¨ªa tiempo en esa direcci¨®n.
Todas las crisis econ¨®micas desgastan al partido responsable del Gobierno central. Y la que estamos sufriendo, por ser una crisis econ¨®mica extraordinaria, lo erosiona extraordinariamente, aunque no sea el Ejecutivo el que la haya originado y est¨¦ aplicando medidas para tratar de combatirla. No se trata de unas elecciones generales, pero las auton¨®micas constituyen la primera cita electoral para canalizar el malestar derivado del impacto de una sombr¨ªa situaci¨®n econ¨®mica sin precedentes. Es una fuerza gravitatoria que se ha apoderado de los comicios.
Camps ha escondido las elecciones de diputados a las Cortes Valencianas detr¨¢s de Rajoy
Esta coyuntura, que difumina el genuino objeto de las elecciones (revalidar la gesti¨®n del PP en la Generalitat o rechazarla apoyando una alternativa en las Cortes Valencianas) tiene un claro beneficiario: el principal partido de la oposici¨®n en el Congreso de los Diputados. En base a ese escenario, el PP ha planteado las auton¨®micas y municipales que se celebran hoy en Espa?a como unas generales anticipadas para sacar el m¨¢ximo provecho electoral de la debilidad del Gobierno central, subsumiendo o, en el peor de los casos, renunciando a la defensa de las prioridades espec¨ªficas de municipios y gobiernos regionales. Contra esa poderosa inercia, los otros partidos, el PSPV, Esquerra Unida y la coalici¨®n Comprom¨ªs, apenas han podido hacer nada que no fuera nadar contra la corriente.
Para el presidente de la Generalitat y candidato a la reelecci¨®n por el PP, Francisco Camps, este planteamiento, que ha postergado el debate auton¨®mico, ofrec¨ªa una doble ventaja. Por una parte, focalizar el discurso m¨¢s all¨¢ del territorio que administra le ha permitido solapar su delicada situaci¨®n judicial y la de su partido (est¨¢ acusado de cohecho pasivo impropio por recibir regalos de la trama G¨¹rtel y la c¨²pula del PP valenciano se enfrenta a la acusaci¨®n de financiaci¨®n ilegal) en el momento en que pod¨ªa ser sancionada en las urnas.
Y por la otra, eludir la responsabilidad de posibles desaciertos en su gesti¨®n al frente de la instituci¨®n (tambi¨¦n el desgaste social: malestar de proveedores impagados, dependientes no atendidos,...), as¨ª como sustraerse a la paradoja de tener que proponer medidas concretas para combatir la crisis (casi 600.000 parados y una tasa de paro del 24,1%, superior a la media espa?ola) que ya podr¨ªa haber aplicado, al menos, en la mitad de la ¨²ltima de las dos legislaturas en las que est¨¢ gobernando.
Sobre ese esquema, la campa?a del PP ha sido desahogadamente elusiva con la naturaleza de la principal instituci¨®n de gobierno de los valencianos. Y para la amplificaci¨®n de ese camuflaje ha sido indispensable, adem¨¢s, un resorte vistosamente auton¨®mico: R¨¤dio Televisi¨® Valenciana (RTVV). Para empezar, la publicidad electoral que remiti¨® el partido al inicio de campa?a a los integrantes del censo valenciano no pod¨ªa ser m¨¢s expl¨ªcita. El anverso estaba ocupado por una carta de Rajoy, con una fotograf¨ªa de plano americano, en la que instaba a un "cambio pol¨ªtico urgente y necesario" porque "Espa?a necesita pol¨ªticas cre¨ªbles, responsables y eficaces que reactiven nuestra econom¨ªa". En el reverso, Camps apenas ocupaba un tercio de la cuartilla junto al candidato a la alcald¨ªa.
Tambi¨¦n los mensajes del presidente de la Generalitat durante la precampa?a y la campa?a han sido inequ¨ªvocos. Y se han sustentado sobre el mismo pedestal: Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero como problema y Mariano Rajoy como soluci¨®n.
En el debate de inaplicable formato de RTVV, Camps fue directo al grano: "La victoria de Rajoy devolver¨¢ el liderazgo a la Generalitat". Tampoco en el mitin celebrado en Gandia se anduvo por las ramas: "Es fundamental que Zapatero convoque elecciones generales para que el PP vuelva a multiplicar por dos los puestos de trabajo". O en una reuni¨®n con militantes de las Nuevas Generaciones del PP, donde asegur¨® que "gracias al voto joven, Zapatero se ir¨¢ a casa y Rajoy liderar¨¢ un gobierno que le devolver¨¢ a Espa?a el crecimiento econ¨®mico". O en el cenit de la campa?a, el acto central del partido en Valencia, donde ante Rajoy calific¨® las elecciones auton¨®micas como "las m¨¢s importantes de la historia de la democracia" porque "Espa?a, cuando tenga un gobierno del PP, se pondr¨¢ en marcha". Esa misma din¨¢mica ha llevado al PP a reunir a los principales empresarios en Castell¨®n para presentarles el programa de las elecciones generales (la legislatura termina en marzo de 2012).
Pero si el PP ha ocultado la Comunidad Valenciana en el ¨¢mbito de las propuestas y las responsabilidades, en cambio, la ha enarbolado con reincidencia en su argumentario como v¨ªctima del Gobierno central. El Consell ya ten¨ªa ese terreno muy abonado: la derogaci¨®n del trasvase del Ebro, las sanciones a los chiringuitos que exced¨ªan las dimensiones legales de sus terrazas, la autorizaci¨®n de prospecciones petrol¨ªferas ante la costa, un sistema de financiaci¨®n desacorde con la poblaci¨®n...
La afirmaci¨®n de la Comunidad Valenciana, desde que Zapatero lleg¨® a la Moncloa, se ha producido m¨¢s en la confrontaci¨®n con el Gobierno central que en la puesta en valor y est¨ªmulo de sus capacidades y posibilidades. El abuso de ese discurso ha ido forjando la imagen de una Generalitat reducida a un organismo subalterno y menesteroso (incapaz de alcanzar sus prestaciones sin un Gobierno central del mismo color pol¨ªtico) en el que el Consell no tuviera m¨¢s responsabilidad que pedir y quejarse. O forzar extremos funambulismos: ponerse de perfil cuando los datos del desempleo son negativos y culpar al Gobierno central (Gerardo Camps) y sacar pecho cuando los datos son positivos, como con los del pasado abril hizo el presidente del Consell.
El repertorio ha sido fiel a su redundancia: "[Zapatero] nos lo ha quitado todo y no ha podido con nosotros", como resumi¨® Camps en un mitin en Castell¨®n en el que tambi¨¦n participaron Alberto y Carlos Fabra. O, como exclam¨® el pasado martes en la plaza de toros de Valencia, agitando la matraca: "?Miradnos, hemos estado estos a?os contra un Gobierno maligno y nos hemos mantenido en pie!". O bien: "Hemos resistido, aguantado los embates de un Gobierno que no ha estado a la altura de la Comunidad Valenciana. Hemos esperado siete a?os a este gran momento, y solo falta marcar el n¨²mero de Moncloa y que al otro lado responda un espa?ol de verdad, que sepa que apostar por esta tierra es apostar por una gran naci¨®n".
El broche a este desaire a la autonom¨ªa lo puso el programa sobre el final de la campa?a electoral de Canal 9, en el que el espacio dedicado al PP, tras las intervenciones de Camps y Rita Barber¨¢, fue culminado por Rajoy. Nunca el palacio de los Borja (sede de las Cortes Valencianas) estuvo tan cerca de la Carrera de San Jer¨®nimo y tan lejos de la calle Navellos.
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