?Qui¨¦nes habitan el kil¨®metro cero?
Sol es ya un centro de peregrinaje para unos y de residencia para otros
El kil¨®metro cero se ha convertido en un centro de peregrinaje para unos y en un lugar de residencia para otros. La rep¨²blica de Sol funciona. Quienes est¨¢n all¨ª se han organizado de tal manera que el visitante a cada rato recibe a modo de cortes¨ªa un vaso de agua o un chorret¨®n de crema solar. Los ni?os y los perros llevan pegada una pegatina con su nombre y un n¨²mero de tel¨¦fono por si se pierden.
Un recorrido por el campamento y sus alrededores da una idea de la heterogeneidad de las gentes que lo habitan y lo conforman. Unos est¨¢n desde el principio y vivieron los desalojos del primer d¨ªa, el lunes pasado, que parad¨®jicamente supusieron un mayor asentamiento del campamento. Otros llegaron ayer para quedarse, algunos van cada d¨ªa y otros pasan por all¨ª un rato. J¨®venes, mayores y ni?os. Sol es todo un mundo.
Romualda Salcedo, pensionista de 75 a?os, lleg¨® ayer por la ma?ana sola, desde su casa del paseo de Extremadura, y dispuesta a "compartir el festejo con la juventud". Esta viuda fue bautizada como "la matriarca del campamento". Sentada en una silla contaba su vida con 600 euros al mes: "Si pudieran subirnos un poquito la pensi¨®n, que son muchos los gastos: comunidad, luz... y ya no coso
[ejerc¨ªa de sastre en su casa] y ahora tengo un hijo de 38 a?os en paro". Rumi, como prefiere que la llamen, estaba plet¨®rica sentada en una silla debajo de las lonas, tras haber encontrado una buena dosis de afecto: "Han sido muy cari?osos conmigo, aqu¨ª hay comida para todos, me han dado macarrones".
A pocos metros, Pablo Villar, un inform¨¢tico madrile?o de 28 a?os, explicaba las funciones de la Comisi¨®n de Respeto que coordina: "Estamos para mediar en los conflictos, para evitar situaciones violentas, para que esto no se convierta en un botell¨®n y para concienciar a todo el mundo en el pacifismo". ?l lleva tres d¨ªas en el campamento. "Voy a currar y vuelvo a dormir, aunque sea de empalmada", cuenta. Dos tenderetes m¨¢s adelante ha surgido el centro de documentaci¨®n. Se ha constituido en un solo d¨ªa y aspira a ser la memoria de este movimiento. M¨®nica Caballo, una documentalista de 37 a?os, es una de sus integrantes: "Ayer nos dimos cuenta de que era imprescindible organizar todo el material: fotos, v¨ªdeos, audios, documentos escritos... Es b¨¢sico tener memoria, que exista la posibilidad de conseguir la informaci¨®n acerca de lo que est¨¢ ocurriendo y ha ocurrido aqu¨ª, esto formar¨¢ parte de la historia", explicaba entre ordenadores port¨¢tiles y discos duros.
Un chico camina por la carretera de dos carriles que cruza la Puerta del Sol. Lleva un meg¨¢fono en la mano: "???Por favor, el tr¨¢fico no est¨¢ cortado!!!". Los taxis intentan sortear a la gente. Este joven, que no quiere dar su nombre -"Este movimiento no es de nombres, es de personas"-, uno de los encargados de poner orden en la rep¨²blica de Sol, estaba preparando oposiciones a profesor de primaria cuando vio por televisi¨®n la magnitud que estaba tomando la protesta. "Yo, por edad, no hab¨ªa vivido nada relevante. Ni Mayo del 68 ni la Transici¨®n. Pensaba que hab¨ªa perdido para siempre la oportunidad de vivir un cambio en la sociedad. Y ahora lo tengo ante m¨ª. No iba a dejar pasar esta oportunidad". Cogi¨® sus cosas y se plant¨® aqu¨ª. Mientras tanto, se desga?ita: "Caminad por la acera, haced el favor".
Bajo un tenderete, el actor belga Didier Maes no sale de su asombro. "Hace un rato, te lo juro, he visto a mucha gente comprar comida en El Corte Ingl¨¦s de la esquina y dejarla ah¨ª en medio de la plaza". Ha cancelado varias actuaciones de su compa?¨ªa para estar aqu¨ª, vestido de clown. "Nunca pens¨¦ que algo as¨ª podr¨ªa pasar en Espa?a, pero ahora que lo ven mis ojos digo que esto no podr¨ªa ocurrir nunca en otro lugar. El grado de civismo y compa?erismo que se ve es inaudito. Este pueblo es maravilloso", a?ade. A lo lejos, una mujer deja en medio del campamento una olla de fideos y varias barras de pan. La rep¨²blica de Sol funciona a golpe de gestos espont¨¢neos.
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