El algod¨®n florece de nuevo
La subida de los precios propicia un aumento de la superficie de cultivo en Espa?a
El algod¨®n ha sido uno de los cultivos emblem¨¢ticos andaluces por su peso hist¨®rico en el empleo y la econom¨ªa de la comunidad aut¨®noma: m¨¢s de un mill¨®n de jornales, 10.000 agricultores, 24 empresas desmotadoras que llegaron a contar con m¨¢s de 2.000 trabajadores y, sobre todo, eje de la actividad en 140 pueblos. Por esos motivos, su mantenimiento ha sido un viejo objetivo, tanto de las organizaciones agrarias como de los sindicatos de trabajadores y de las propias Administraciones central y auton¨®mica. La ca¨ªda de las siembras ha creado un problema social en la regi¨®n.
En el pasado hubo momentos en los que se temi¨® por su desaparici¨®n. Hoy, los precios en los mercados internacionales -los m¨¢s altos desde la Guerra de Secesi¨®n en EE UU, en 1865- hacen que el cultivo del algod¨®n haya renacido de sus cenizas y que se haya desatado una fiebre no solo por aumentar las superficies de cultivo, sino tambi¨¦n para potenciar sus rendimientos.
El cultivo superar¨¢ las 72.000 hect¨¢reas con una cosecha de 200.000 toneladas
En los a?os ochenta, antes del ingreso de Espa?a en la Uni¨®n Europea, el incremento de los costes de producci¨®n derivados del uso masivo de mano de obra y el rechazo de los sindicatos a la recolecci¨®n mecanizada pusieron al cultivo del algod¨®n contra las cuerdas. Aquella situaci¨®n se solvent¨® con el desarrollo de planes de cultivo y acuerdos con los representantes de los trabajadores.
El ingreso en la UE supuso la aplicaci¨®n progresiva de unos mecanismos de ayuda y regulaci¨®n comunitarios basados, en el caso del algod¨®n, en fijar un precio objetivo, un precio m¨ªnimo y ayudas compensatorias en funci¨®n de los precios habidos en los mercados para una producci¨®n m¨¢xima garantizada de 249.000 toneladas para Espa?a, 1.031.000 toneladas para Grecia y 360 para Portugal. La producci¨®n comunitaria apenas si cubre el 20% de las necesidades internas.
Un primer ataque al cultivo del algod¨®n se produjo en 2004 con la aprobaci¨®n de una nueva regulaci¨®n del sistema de ayudas, que entr¨® en vigor en 2006, de acuerdo con la estrategia comunitaria de ir a un desacoplamiento en los pagos. Esta regulaci¨®n elimin¨® el sistema de cantidades m¨¢ximas garantizadas por pa¨ªses con pagos compensatorios y lo sustituy¨® por un mecanismo mixto basado en ayudas acopladas ligadas a la producci¨®n y otras desacopladas ligadas a la superficie hist¨®rica. Este sistema contemplaba el pago del 65% de las ayudas, 1.509 euros por hect¨¢rea desligadas de la producci¨®n y otros 1.039 euros ligados al cultivo sobre una superficie de 70.000 hect¨¢reas. Adem¨¢s, no se establecieron exigencias m¨ªnimas de laboreo y el desarrollo adecuado de las siembras.
Desde el sector se rechaz¨® la reforma por considerar que iba a suponer el desmantelamiento de la producci¨®n y la industria, al desincentivar el cultivo y, con ello, todo el tejido econ¨®mico de amplias zonas algodoneras. La Administraci¨®n y el conjunto del sector se pusieron de acuerdo para recurrir la regulaci¨®n ante las instancias comunitarias sobre la base del Protocolo de Adhesi¨®n de Grecia. El Tribunal fall¨® a favor de Espa?a y oblig¨® a Bruselas a modificar su regulaci¨®n de los pagos. Pero ya era tarde. Las superficies de cultivo cayeron hasta las 62.000 hect¨¢reas en 2006 y hundieron los rendimientos por hect¨¢rea, que pasaron de medias cercanas a los 4.000 kilos por hect¨¢rea a poco m¨¢s de 2.000.
De acuerdo con el mandato del Tribunal comunitario, Bruselas volvi¨® a modificar en 2008 el sistema de ayudas al algod¨®n, pero manteniendo algunos de los puntos m¨¢s importantes. La ayuda acoplada o ligada a la producci¨®n se elev¨® a 1.400 euros por hect¨¢rea, pero solo para una superficie de 48.000 hect¨¢reas. La ayuda desacoplada se fij¨® en 1.538 euros, cifra a la que se aplic¨® un ajuste del 15% para la obtenci¨®n de fondos para apoyar el desarrollo de producciones integradas con una ayuda medioambiental de 350 euros por hect¨¢rea, modulada en funci¨®n de la superficie por la que se soliciten ayudas.
La nueva regulaci¨®n no se tradujo en cambios espectaculares en el sector algodonero. Las superficies de cultivo siguieron cayendo hasta poco m¨¢s de 50.000 hect¨¢reas en 2008, y los rendimientos mantuvieron la misma l¨ªnea de ca¨ªda hasta unas producciones ligeramente superiores a los 1.000 kilos para cubrir, al menos, las exigencias legales para cobrar las ayudas. Las producciones, que hab¨ªan llegado en 2004 y 2005 a casi 350.000 toneladas, cayeron a su nivel m¨¢s bajo en 2008: solo 56.000 toneladas.
La recuperaci¨®n del cultivo del algod¨®n no se ha debido a la pol¨ªtica de ayudas, sino a la escalada de los precios en los mercados internacionales, que han pasado en poco m¨¢s de un a?o de 0,23-0,27 euros el kilo a superar los 0,70 euros, tras una ca¨ªda en las producciones por malas cosechas y una mayor demanda de pa¨ªses como China.
La respuesta a este comportamiento de los mercados ha sido el aumento de las superficies hasta m¨¢s de 70.000 hect¨¢reas y, sobre todo, un mayor gasto en medios de producci¨®n, abonos y semillas, para ir a los m¨¢ximos rendimientos posibles por hect¨¢rea con unas previsiones de producci¨®n para esta pr¨®xima campa?a superiores a las 200.000 toneladas.
Desmantelamiento industrial
Los cambios en la regulaci¨®n de las ayudas al algod¨®n tambi¨¦n afectaron directamente a la industria desmotadora que se hab¨ªa desarrollado en las ¨²ltimas d¨¦cadas y que trajo consigo la apertura de 28 plantas -24 en Andaluc¨ªa y otras 4 en Murcia-, con una capacidad para transformar m¨¢s de 400.000 toneladas y con un empleo fijo de unas 2.000 personas.
El hundimiento de la producci¨®n oblig¨® a la puesta en marcha de un plan de reestructuraci¨®n para proceder al desmantelamiento del sector. Este plan contemplaba unas ayudas de 48 millones de euros para las industrias que se acogieran al mismo y tiene una vigencia de ocho a?os. Las industrias se compromet¨ªan a no volver a la actividad en un periodo de 10 a?os. Su aplicaci¨®n ha supuesto el cierre de 21 plantas. El valor de los activos del sector desmotador se cifraba en 298 millones de euros.
Ante esta pr¨®xima campa?a, las preocupaciones se han trasladado a los algodoneros. Representantes de Asaja y UPA temen que con las desmotadoras hoy en funcionamiento sea muy dif¨ªcil atender adecuadamente las necesidades del sector para esta campa?a. Javier Fern¨¢ndez, de UPA, teme adem¨¢s que puedan actuar como oligopolio y pagar precios m¨¢s bajos. -
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