Obama y la relaci¨®n euroatl¨¢ntica
Hace unos d¨ªas, en Washington, Obama, el que acab¨® con Osama, explic¨® su visi¨®n para un Oriente Pr¨®ximo transformado. La semana que viene, en Londres, pronunciar¨¢ un gran discurso sobre Europa y las relaciones transatl¨¢nticas. Se producir¨¢ en medio de una gira europea que incluye una visita al lugar natal de su t¨¢tara-t¨¢tara-t¨¢tara-tatarabuelo, Moneygall, en Irlanda; toda la pompa y circunstancia de una visita de Estado a Reino Unido, como invitado de su majestad la reina; la reuni¨®n del G-8 en Deauville, Francia; y dos d¨ªas en Polonia, donde seguro que los genealogistas de la Casa Blanca podr¨¢n encontrar alguna t¨¢tara-t¨¢tara-t¨¢tara-tatarat¨ªa, por ejemplo en la peque?a ciudad de Ustrzyki Dolne, para impulsar el voto de los estadounidenses de origen polaco, adem¨¢s de los de origen irland¨¦s, en 2012.
Hoy el objetivo com¨²n de europeos y norteamericanos debe ser ayudar a la primavera ¨¢rabe
Obama ha captado el mensaje: los ¨¢rabes no quieren que les hable de intereses sino de valores
Obama pronunciar¨¢ su discurso europeo en el londinense Westminster Hall, un edificio medieval en el que, desde 1945, solo otros tres dignatarios extranjeros han tenido el honor de dirigirse a las dos C¨¢maras del Parlamento brit¨¢nico: Charles de Gaulle, Nelson Mandela y el papa Benedicto XVI. Dos predecesores impresionantes. Un escenario magn¨ªfico, por tanto, para un discurso sobre el que me da la impresi¨®n de que todav¨ªa no han llegado a un acuerdo.
Por lo que me he enterado, todav¨ªa no tienen claro que los dos discursos sean una combinaci¨®n estrat¨¦gica. Y deber¨ªan tenerlo. No hay ning¨²n proyecto en el que la relaci¨®n estrat¨¦gica entre Europa y Estados Unidos se necesite con m¨¢s urgencia que la reacci¨®n al acontecimiento pol¨ªtico m¨¢s importante de principios del siglo XXI: la primavera ¨¢rabe.
No lo digo por buscar algo que las dos mitades del desaparecido "Occidente" de la guerra fr¨ªa puedan hacer juntos; lo digo porque es evidente que ning¨²n lado del Atl¨¢ntico lo puede hacer por su cuenta. Estados Unidos es el ¨²nico que puede quiz¨¢ (incluso a pesar de todos los colonos que han traspasado la frontera) convencer a Israel para que acepte la soluci¨®n de dos Estados; los europeos son los ¨²nicos que pueden proporcionar la ayuda, los conocimientos, el comercio y las inversiones indispensables para permitir la construcci¨®n de un Estado palestino viable. Estados Unidos es el ¨²nico que tiene suficiente influencia sobre el ej¨¦rcito de Egipto para impedir que estrangule la nueva democracia en la cuna. Pero dicha democracia no podr¨¢ crecer sin acceso a los mercados europeos, la educaci¨®n y el apoyo de todo el Mediterr¨¢neo. Y as¨ª sucesivamente, en todos los casos, desde Marruecos hasta Pakist¨¢n... si incluimos Pakist¨¢n en una definici¨®n generosa de Oriente Pr¨®ximo.Es decir, la relaci¨®n euroatl¨¢ntica no es un fin en s¨ª misma, sino el medio necesario para un fin com¨²n. Ese objetivo com¨²n debe ser ayudar a que la primavera ¨¢rabe se convierta en un verano de la libertad duradero para todo el mundo isl¨¢mico. Ese debe ser el tercer gran proyecto de colaboraci¨®n transatl¨¢ntica desde la II Guerra Mundial.
El primero fue la reconstrucci¨®n de Europa occidental despu¨¦s de 1945, simbolizada en el Plan Marshall y la fundaci¨®n de la OTAN, el Consejo de Europa y las instituciones que, con el tiempo, se transformar¨ªan en la Uni¨®n Europea actual. En esta etapa, Estados Unidos fue el socio m¨¢s fuerte, con gran diferencia.
El segundo proyecto fue la integraci¨®n de Europa central y del Este en lo que algunos centroeuropeos como V¨¢clav Havel llamaron "las estructuras euroatl¨¢nticas". Aqu¨ª, Estados Unidos y Europa fueron socios a partes iguales. Los momentos fundamentales y m¨¢s simb¨®licos fueron la ampliaci¨®n de la OTAN hacia el este, en 1999, y la de la UE, en 2004.
En este tercer proyecto, la capacidad potencial de la UE para impulsar un cambio pac¨ªfico es ligeramente mayor que la de Estados Unidos, un pa¨ªs lejano y que es m¨¢s d¨¦bil que antes. Al fin y al cabo, el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo son vecinos de Europa. Ante los movimientos de liberaci¨®n, las dimensiones econ¨®mica, social, legal, administrativa y cultural del poder, que son la riqueza de Europa, cuentan m¨¢s que los aspectos militares, en los que Estados Unidos sigue teniendo la supremac¨ªa. Resultaba un poco extra?o ver al presidente de Estados Unidos detallar, en su discurso de Washington, el nuevo papel que propon¨ªa para el Banco Europeo de Reconstrucci¨®n y Desarrollo y la iniciativa de asociaci¨®n de comercio e inversi¨®n para Oriente Pr¨®ximo y el norte de ?frica.
?No es lo que deber¨ªa haber hecho Europa? ?O, al menos, Europa y Estados Unidos en colaboraci¨®n expl¨ªcita? La culpa recae, en gran parte, a este lado del Atl¨¢ntico. En estos momentos, Europa no est¨¢ sabiendo, ni mucho menos, traducir su poder potencial en poder real. Pero ese es otro asunto. Este discurso lo va a pronunciar el presidente de Estados Unidos, que es uno solo, y no uno de los que se autoproclaman presidentes de Europa, que parecen infinitos (el de la Comisi¨®n Europea, el del Parlamento, el del Consejo, etc¨¦tera).
La pol¨ªtica exterior de Obama, hasta ahora, se ha caracterizado por lo que en t¨¦rminos educados se denomina "realismo". Durante la campa?a electoral, ¨¦l mismo dijo: "La verdad es que mi pol¨ªtica exterior no es m¨¢s que un regreso a la pol¨ªtica tradicional, bipartidista y cargada de realismo, de George W. Bush padre, o de John F. Kennedy o, en ciertos aspectos, Ronald Reagan". Hasta el momento, sus prioridades han sido: primero la seguridad, luego el desarrollo, y en un tercer lugar muy lejano, la democracia y los derechos humanos. Las pasiones de su juventud -la resistencia civil en la tradici¨®n de Martin Luther King, la autoorganizaci¨®n social, los movimientos de liberaci¨®n- no se han visto apenas en las acciones del presidente.
Es el momento perfecto para que abra un nuevo cap¨ªtulo de pol¨ªtica exterior, que contenga un poco m¨¢s de esa pasi¨®n por la democracia. La muerte de Osama Bin Laden ha demostrado que puede ser m¨¢s duro y m¨¢s eficiente que George W. Bush en la lucha contra los terroristas. Ya no tiene que temer las pullas de Fox News, las acusaciones de que es un antiguo "animador social" confuso, tercermundista, blando con el terrorismo y con las causas del terrorismo. Por otra parte, el maravilloso estallido de poder popular en el mundo ¨¢rabe exige respuesta de un heredero de Martin Luther King. Y estos dos acontecimientos son los que ya han iniciado ese nuevo cap¨ªtulo.
No ser¨¢ f¨¢cil dar con el tono. Un presidente de Estados Unidos, hoy, no puede dirigirse a Europa ni al mundo isl¨¢mico como se dirig¨ªa Truman, hace 65 a?os, a Europa Occidental y el mundo comunista. Ni los europeos ni los ¨¢rabes est¨¢n dispuestos a acatar las ¨®rdenes de Washington.
En un acto organizado por Google en Inglaterra el mi¨¦rcoles pasado, pregunt¨¦ a Wael Ghonim, el animador social de Facebook que contribuy¨® de forma muy significativa a iniciar la revoluci¨®n egipcia, qu¨¦ deb¨ªa decir Obama en su discurso Cairo 2. Ghonim se resist¨ªa a dar consejos, pero dijo que "a la gente en Oriente Pr¨®ximo" no le gusta que Estados Unidos le diga en qu¨¦ direcci¨®n debe ir. Y a?adi¨® que quer¨ªa o¨ªr hablar de "m¨¢s valores, no solo de intereses". Tanto en el estilo como en el contenido, el discurso de Obama en Washington satisfizo esa demanda.
Los europeos, por su parte, no est¨¢n dispuestos a que nadie le diga lo que debe hacer, ni siquiera Obama. Pero seguro que este maestro de la elocuencia puede encontrar una forma de expresar lo que espera que pueda hacer Europa para contribuir a la transformaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo, en una relaci¨®n estrat¨¦gica en pie de igualdad con Estados Unidos. ?Y qu¨¦ mejor lugar para desarrollar su compromiso democr¨¢tico que el ¨²tero medieval de la madre de las instituciones parlamentarias?
Suba al estrado en Westminster Hall, se?or presidente, y ay¨²denos a definir el tercer gran proyecto transatl¨¢ntico del mundo posterior a 1945.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford.
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