?Por qu¨¦, por qu¨¦, por qu¨¦?
Sede del PSC. Esto parece un vuelo nocturno de Ryan Air. Cuatro gatos y ausencia de cargos electos. Se masca una derrota que no la levanta ni Mou agarrado a un micr¨®fono. De hecho, esta semana -tras el jueves, cuando desapareci¨® la campa?a y apareci¨® la acampada-, un l¨ªder socialista local me explicaba que las esperanzas ya estaban depositadas en la Diputaci¨®n, una instituci¨®n, por otra parte, extra?a, como en tiempos el Palau de la M¨²sica, en la que se necesitan ocho militantes socialistas para poner una grapa.
En sus primeros titulares, por cierto, The Guardian y The Financial Times priman la protesta ciudadana sobre los resultados electorales. La protesta barcelonesa es especialmente importante si se piensa que, con ella, una de las ciudades de mayor tradici¨®n en la reivindicaci¨®n de la democracia econ¨®mica retoma un tema abandonado desde los Pactos de la Moncloa. El inter¨¦s de estar en esta sede consiste en escuchar la lectura respecto de un partido que hace d¨¦cadas que no tiene la voluntad de diferenciarse del PSOE, partido que hace exactamente un a?o abandon¨® la socialdemocracia y practica una pol¨ªtica en la que el rescate de la banca succiona otras opciones.
Hereu comparece, por fin. Gasta cara barcelonesa. Cara de cuando te cae un ERE. Argumenta su derrota por causas pol¨ªticas: "Se ha votado una lista de cambio". Alude de refil¨®n al movimiento ciudadano cuando defiende una aproximaci¨®n a la pol¨ªtica de los ciudadanos. Unos ciudadanos que, tal vez, jam¨¢s hab¨ªan estado tan politizados en toda la Transici¨®n. Hereu sale. Vuelve a entrar con Montilla, un hombre con la derrota m¨¢s masticada. Une derrota a decepci¨®n colectiva hacia su partido. Por primera vez.
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