Otra mayor¨ªa para el regidor guineano
De la Morena vuelve a ser por segunda vez el m¨¢s votado en Villamantilla
En el despacho de Juan Antonio de la Morena (Malabo, Guinea, 1971), el ¨²nico alcalde negro de toda Espa?a, hay dos bastones de mando. Uno dorado, muy pomposo, y otro m¨¢s sencillo, una especie de vara de almendro. El secreto de este palo reside en una pluma colocada en su punta. Una vidente africana se lo regal¨® al alcalde en funciones a petici¨®n de su difunta madre, que, seg¨²n cuenta, se hab¨ªa puesto en contacto con la m¨¦dium desde el mundo de los muertos. "Hazle llegar un bast¨®n que le proteja y le d¨¦ fuerza", comunic¨® al parecer la madre. Era una mujer guineana que siempre hab¨ªa tenido mucha fe en la magia.
Cuesti¨®n divina o no, el caso es que De la Morena (PP) revalid¨® el 22-M la mayor¨ªa absoluta en su pueblo. Para explicar c¨®mo ha llegado a ser el alcalde de un pueblo situado en la Sierra Oeste de Madrid hay que remontarse a los a?os 50. Su padre, Benigno de la Morena, entonces un joven con esp¨ªritu aventurero, se fue a trabajar a Guinea con una empresa de madera y cacao. All¨ª conoci¨® a Milagros Doca, una nativa de 14 a?os. Se enamoraron y tuvieron tres hijos en ese pa¨ªs, uno de ellos Juan Antonio, y otros tres en Villamantilla, a donde se traslad¨® toda la familia al cabo de los a?os.
Al volver, Benigno se hizo cartero y en la comarca a¨²n se recuerda la sorpresa que se llevaba la gente cuando le ve¨ªan repartir la correspondencia acompa?ado de todos sus hijos. Benigno sol¨ªa contar en la plaza del pueblo su destreza cazando ant¨ªlopes y ardillas en ?frica.
Juan Antonio ha heredado de su madre un car¨¢cter amable, dicharachero, y un cuerpo atl¨¦tico ("no puedo hacer pesas porque me pongo demasiado fuerte"), acompa?ado de una buena estatura. De su familia paterna, quiz¨¢ hered¨® el gusto por la pol¨ªtica. Su t¨ªo Tomas¨ªn fue alcalde del mismo pueblo durante el franquismo y en las primeras elecciones de la democracia gan¨® como candidato de UCD. En la siguiente legislatura su padre, Benigno, entr¨® como teniente de alcalde y de primer edil estaba Juan Francisco Garc¨ªa Mart¨ªn. Juan Antonio, m¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, sustituy¨® a Garc¨ªa Mart¨ªn. Y aqu¨ª sigue. "Mi vida ha sido muy normal. No ha cambiado nada el color de mi piel. Desde que llegamos nos acogieron de maravilla", dice en el bar del pueblo, agarrado a una jarra de cerveza.
Licenciado en Derecho por la Complutense y al mando de una asesor¨ªa fiscal, De la Morena se identifica con las pol¨ªticas de Esperanza Aguirre. "Tengo mi propia personalidad pero ella es cercana, con un car¨¢cter muy de alcaldesa. Adem¨¢s, toma decisiones sin que le tiemble el pulso", cuenta. El alcalde busca en los pr¨®ximos cuatro a?os rematar un sendero que bordea el pueblo, mejorar unas cuevas que sirven de bodegas y abrir una residencia de ancianos. Ah, y un campo de golf. Ah¨ª saca su vena aguirrista. ?Qu¨¦ opina de la inmigraci¨®n? "Tiene que ser controlada y moderada. Si est¨¢ fuera de control, el perjudicado es el propio inmigrante".
En la televisi¨®n del bar aparece Obama, presidente de EE UU. "Ese es m¨¢s negro que t¨²", le dice un cliente del bar. "Que va hombre, yo soy m¨¢s negro", contesta el alcalde en funciones. "Pero es m¨¢s bajito", insiste el se?or. "No, no, he le¨ªdo que mide m¨¢s de un metro noventa", corrige De la Morena. Estas conversaciones las tiene a menudo, dice. Los vecinos le ven como lo m¨¢s.
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