"Nuestra transici¨®n debe tener ¨¦xito para que la revoluci¨®n se propague"
Goza de cierto prestigio, posee experiencia de Gobierno y ha cumplido 84 a?os. Carece, por tanto, de ambici¨®n. Todas esas razones fueron las que, probablemente, forjaron un consenso para designarle, hace tres meses, primer ministro de T¨²nez despu¨¦s de que las manifestaciones hubiesen echado a su predecesor, Mohamed Ghanouchi, demasiado comprometido con la dictadura de Ben Ali derrocada en enero.
Desde entonces Beji Caid Essebsi es el hombre encargado, al frente de un Gobierno de tecn¨®cratas, de culminar la transici¨®n de T¨²nez, el pa¨ªs donde empez¨® la revoluci¨®n que despu¨¦s se propag¨® al resto del mundo ¨¢rabe. Fue ministro de Defensa, Interior y Exteriores con Habib Burguiba, el padre de la independencia tunecina.
"Los partidos islamistas emergen como los m¨¢s organizados"
"El restablecimiento de la seguridad es mi prioridad m¨¢s absoluta"
Con Ben Ali en la jefatura del Estado, Essebsi desempe?¨® durante un a?o (1990-91) la presidencia de la C¨¢mara de Diputados y despu¨¦s se apart¨® de la pol¨ªtica. Rehus¨® presentarse candidato y regres¨® a su bufete de abogados, pero nunca se opuso a la dictadura.
Sorprende la escasa seguridad alrededor del viejo palacio de la Casba, la sede de la Jefatura del Gobierno, lugar de concentraci¨®n predilecto de los manifestantes hasta hace unas semanas. Essebsi, bajo de estatura, trabaja en un inmenso despacho de techos altos en el que parece un poco perdido. Pero cuando toma la palabra emana de ¨¦l la seguridad de muchos de los que sirvieron a la m¨¢s eficaz Administraci¨®n p¨²blica del norte de ?frica.
Pregunta. ?Por qu¨¦ se apart¨® de Ben Ali hace 20 a?os?
Respuesta. Porque comprend¨ª que los anuncios que hizo al llegar al poder no eran sinceros. En la vida pol¨ªtica hay dos partidos, el del orden y el del movimiento. Yo soy de este ¨²ltimo. Pero en aquel entonces se impuso el partido del orden.
P. ?Por qu¨¦ regres¨® a la pol¨ªtica hace dos meses?
R. Porque recurrieron a m¨ª. Porque era mi deber garantizar la continuidad del Estado en una coyuntura repleta de incertidumbres. Porque mi mujer y principal consejera me dio su acuerdo. T¨²nez ten¨ªa serios problemas de seguridad a causa de los excesos populares, algo normales tras 23 a?os de privaci¨®n de libertades. La situaci¨®n era tal que el Consejo de Ministros no pod¨ªa reunirse en su sede y lo hac¨ªa en el palacio presidencial de Cartago. Ahora nos reunimos aqu¨ª. Es un primer resultado. El restablecimiento de la seguridad es mi prioridad absoluta.
P. Por eso sus detractores le reprochan comportarse como un gendarme cuando el pa¨ªs necesita un m¨¦dico.
R. Sin orden en el hospital no se atiende a los pacientes. Actuamos tambi¨¦n como m¨¦dicos. Nuestro principal problema social es el paro: 700.000 desempleados de los que 150.000 son j¨®venes licenciados. Pusimos en marcha un proyecto para crear 60.000 empleos. Estamos reorientando el presupuesto del Estado para que el 80% de la inversi¨®n vaya al interior del pa¨ªs, all¨ª donde empez¨® la revoluci¨®n y donde hay mayores necesidades.
P. Tambi¨¦n dicen que es usted un hombre mayor desvinculado de la juventud.
R. La verdadera juventud no se refleja en el carn¨¦ de identidad, sino en el estado de ¨¢nimo. Vivo con mis nietos. Estoy imbuido de lo que piensan.
P. Hoy acude como invitado especial, junto con su hom¨®logo egipcio, a la cumbre G-8 en Deauville (Francia).
R. El G-8 dedicar¨¢ una sesi¨®n a la primavera ¨¢rabe en la que expondr¨¦ nuestro proyecto. Occidente nos penaliz¨® por no ser dem¨®cratas. Ahora tiene la oportunidad de demostrar que es capaz de ayudarnos cuando lo empezamos a ser. Espero que se concreten las promesas. Es necesario que la transici¨®n tenga ¨¦xito en T¨²nez para que la revoluci¨®n se propague. El ¨¦xito de T¨²nez es una responsabilidad compartida, nuestra y de la comunidad internacional. Conjuguemos, pues, nuestros esfuerzos.
P. T¨²nez celebrar¨¢ el 24 de julio sus primeras elecciones libres y lo har¨¢ con listas paritarias en las que se alternar¨¢n hombres y mujeres.
R. Cuando se empieza una revoluci¨®n no hay que quedarse a medias. Confieso que ten¨ªa dudas de que en circunscripciones remotas pudiese cumplirse ese requisito. Si no se respeta, la lista queda invalidada. Las mujeres disiparon mis dudas asegur¨¢ndome que estar¨ªan a la altura del reto.
P. ?Ser¨¢ el partido islamista En Nahda mayoritario en la Asamblea Constituyente que saldr¨¢ de las urnas?
R. Los partidos islamistas fueron utilizados como espantap¨¢jaros ante Europa. Fueron tambi¨¦n los que m¨¢s se sacrificaron en la lucha contra la dictadura y ahora emergen como los m¨¢s organizados. Obtendr¨¢n un resultado acorde con su peso espec¨ªfico. No hay que despreciarlo ni tampoco magnificarlo. Con el tiempo los dem¨¢s se ir¨¢n tambi¨¦n organizando.
P. ?Afecta mucho en T¨²nez la guerra en Libia?
R. Es casi un asunto interno nuestro. Desde que empez¨® la guerra hemos recibido 417.000 refugiados, algunos han viajado a sus pa¨ªses de origen y otros, eritreos, somal¨ªes y 200.000 libios siguen aqu¨ª, en campamentos o en ciudades, porque no tienen d¨®nde ir. Mientras tanto, desde nuestras costas emigraron clandestinamente a Italia 22.000 tunecinos, de los que el 40% posee un documento de viaje otorgado por Roma. Recibimos poca ayuda externa para atender a nuestros refugiados mientras Europa se indigna por la llegada de nuestros inmigrantes. A eso le llamo yo una doble vara de medir.
P. Si no fuera por la guerra, ?cree que Muamar el Gadafi habr¨ªa intentado que el T¨²nez democr¨¢tico descarrilase?
R. Es probable. Le conocemos. Le dije una vez a un ministro brit¨¢nico: Gadafi es como los reumatismos, a ratos provocan crisis agudas, a ratos se tranquilizan.
P. ?Fue provechosa la visita que le hizo el expresidente del Gobierno espa?ol Felipe Gonz¨¢lez?
R. Es un sabio. Vino a verme. Discutimos largo rato. Sabe mucho de transiciones democr¨¢ticas. Aprovechamos su experiencia.
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