El Congreso del PCC y la econom¨ªa cubana
Las reformas y los acuerdos alcanzados pueden lograr modestas mejoras, pero, a menos que se profundicen los cambios, no conseguir¨¢n resolver los problemas econ¨®micos y sociales fundamentales
El pasado abril, bajo la presidencia de Ra¨²l Castro, se efectu¨® el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), tras 14 a?os sin celebrar dicho evento. La crisis econ¨®mica que comenz¨® en 2008 y se agrav¨® por la crisis global, ha sido una causa de las reformas modestas hacia el mercado introducidas en a?os recientes y de su ratificaci¨®n por el Congreso. La pregunta clave es si los acuerdos de este ser¨¢n capaces de resolver los problemas econ¨®micos y sociales del pa¨ªs.
Cuba afronta una crisis severa aunque a¨²n no llega al extremo de la de 1993-1994, tras el colapso de la URSS. En 2010 la econom¨ªa subi¨® un 2%, un tercio del promedio regional y una cifra dudosa: el 65% fue generado por servicios, los cuales est¨¢n sobrevaluados y crecieron un 7%, mientras que solo el 19% fue la producci¨®n que cay¨® un 7%, y el 16% fueron electricidad, gas y agua, que declinaron un 1%. La formaci¨®n bruta de capital disminuy¨® por segundo a?o consecutivo al 10%, menos de la mitad del promedio regional y del nivel cubano en 1989, antes de la primera crisis. La liquidez monetaria aument¨® al 42%, el doble que en 1989. Aunque mejor¨® algo la balanza de pagos, los t¨¦rminos de intercambio se deterioraron por tercer a?o consecutivo (por el incremento de precios del petr¨®leo y los alimentos), la deuda externa ascendi¨® a 14.300 millones de euros (el triple de 1989) y creci¨® la dependencia cubana de Venezuela. La construcci¨®n de viviendas baj¨® a la mitad de la tasa por 1.000 habitantes en 1989. El desempleo abierto se mantuvo en un 1,6%, pero en realidad era un 11,6% debido al excedente de mano de obra estatal.
Con el modelo de socialismo de mercado chino las probabilidades de ¨¦xito ser¨ªan mayores
Para afrontar el deterioro econ¨®mico, Ra¨²l anunci¨® en 2007 "reformas estructurales" del sistema, seguidas del debate m¨¢s amplio y profundo bajo la revoluci¨®n. Despu¨¦s de una espera aprob¨® varias reformas orientadas hacia el mercado, la gran mayor¨ªa modestas y solo dos profundas. Una es la entrega en usufructo de la mitad de las tierras estatales ociosas, que tiene serios obst¨¢culos: el Estado se reserva la propiedad y concede contratos a personas por solo 10 a?os, con obligaci¨®n al usufructuario de venderle parte de la cosecha a precios fijados inferiores al precio de mercado; los contratos pueden ser rescindidos o no renovados, el usufructuario no puede construir una casa en el terreno y debe pagar tres tipos de impuestos. Debido a estas trabas y desincentivos, despu¨¦s de casi dos a?os de entrega de tierras, la producci¨®n agr¨ªcola cay¨® un 3% en 2010.
Otra reforma importante es el despido de entre 500.000 y 1,8 millones de trabajadores estatales innecesarios (del 10% al 39% de la fuerza laboral) que se ocupar¨ªan en nuevos trabajos por cuenta propia y otros privados, pero tambi¨¦n con barreras muy fuertes. Algunas de las 178 ocupaciones aprobadas tienen cierta importancia (electricista, productor y vendedor de bienes, transportista de carga y pasajeros), pero la gran mayor¨ªa son artesanales (aguador, limpiabotas, pelador de frutas, payaso, carretillero). Siguen excluidos de realizar trabajo por cuenta propia los profesionales, muchos de los cuales ser¨¢n despedidos y tendr¨¢n que desempe?ar ocupaciones privadas no calificadas. Hay numerosos y pesados tributos: entre 10% y 40% sobre el ingreso, 25% por utilizaci¨®n de la fuerza de trabajo y seguridad social, 10% por ventas y 10% por uso de servicios p¨²blicos. Seg¨²n la ministra de Finanzas y Precios, la carga tributaria promedio es de 30-35%, pero tambi¨¦n se ha estimado una carga que puede exceder el 100% del ingreso neto. La ministra declar¨® a fines de 2010 que el impuesto por utilizaci¨®n de fuerza de trabajo crecer¨¢ proporcionalmente seg¨²n se contraten m¨¢s trabajadores a fin de que el negocio rinda menos utilidades e impedir as¨ª la concentraci¨®n de la riqueza. Con los impuestos, el Gobierno esperaba incrementar en un 300% el ingreso fiscal este a?o, pero mat¨® a la gallina antes de que pusiera los huevos de oro. En febrero de 2011, Ra¨²l reconoci¨® que el plan de despidos no funcionaba y que solo se hab¨ªan creado la mitad de los trabajos privados planeados, aplazando el proceso.
El proyecto de Lineamientos (un 92% econ¨®micos y solo un 8% sociales) fue publicado en noviembre de 2010 y, tras amplio debate nacional, sometido en abril al VI Congreso del PCC; este modific¨® o agreg¨® el 68% de las 291 cl¨¢usulas originales, pero la mayor¨ªa fueron fusiones y correcciones estil¨ªsticas, con pocos cambios sustanciales. Los acuerdos y reformas son positivos pero restringidos, con trabas y desincentivos que restringen su efectividad para resolver la situaci¨®n.
El modelo econ¨®mico socialista no se cambia sustancialmente, sino que se "actualiza". Persiste la planificaci¨®n central como herramienta esencial, si bien transform¨¢ndose y teniendo en cuenta el mercado y la gesti¨®n "no estatal" (privada), pero sometidos al plan, estricta regulaci¨®n y controles financiero-administrativos. La empresa estatal sigue siendo la principal y se ratifican formas de gesti¨®n privada antiguas o introducidas por las reformas sin agregar nuevas. Se prescribe una mayor descentralizaci¨®n en la gesti¨®n de las empresas estatales que habr¨¢n de ser autofinanciadas, sin subsidios fiscales; aquellas que incumplan sus obligaciones y arrojen p¨¦rdidas ser¨¢n liquidadas o transferidas a la gesti¨®n privada.
Como las reformas, los acuerdos est¨¢n lastrados por serias limitaciones. Realmente no definen un "modelo", ya que no determinan el grado de participaci¨®n del plan y del mercado, a m¨¢s que hay contradicciones y vac¨ªos importantes. La descentralizaci¨®n, el autofinanciamiento y el cierre de empresas improductivas fueron intentados varias veces antes sin ¨¦xito. En la esfera privada "no se permitir¨¢ la concentraci¨®n de la propiedad", tampoco la propiedad cooperativa puede ser vendida o arrendada. Por otra parte, se autoriza la compraventa de viviendas, prohibida desde 1960, aunque sin especificar las normas. Se mantiene la determinaci¨®n centralizada de precios en las ¨¢reas que "interese regular", "descentralizando las restantes", sin especificar unas y otras. Los lineamientos conced¨ªan "flexibilidad" a las empresas para fijar precios, pero los acuerdos suprimieron esta cl¨¢usula; se estipula "revisar integralmente el sistema de precios" sin pautas de c¨®mo hacerlo. A pesar de la severa necesidad de transferencia de capital y tecnolog¨ªa for¨¢neas en toda la econom¨ªa, la inversi¨®n extranjera contin¨²a circunscrita a "aquellas actividades de inter¨¦s para el pa¨ªs", lo que ha llevado a la ca¨ªda en las empresas con capital extranjero. Abundan las metas idealistas: eliminaci¨®n de la dualidad monetaria (peso convertible y nacional); recuperaci¨®n de la capacidad exportadora en az¨²car, tabaco y pesca, as¨ª como la de n¨ªquel; reducci¨®n de la dependencia en las importaciones y erradicaci¨®n de los subsidios a las exportaciones. Pero ni siquiera se esbozan estrategias para alcanzar esos objetivos teniendo en cuenta la crisis actual.
La "actualizaci¨®n del modelo" no se ha implementado pero la experiencia hist¨®rica y las limitaciones citadas crean serias dudas sobre si se lograr¨¢. Si se hubiese seguido -adapt¨¢ndolo a las caracter¨ªsticas cubanas- el modelo de socialismo de mercado chino o vietnamita (con un rol mayor del mercado y del sector privado), que ha dado excelentes resultados por decenios, las probabilidades de ¨¦xito ser¨ªan mucho mayores.
Las explicadas fallas de las reformas no fueron corregidas por los acuerdos y hay que preguntarse por qu¨¦ no se hizo esto durante meses de debates en que participaron nueve millones de cubanos, as¨ª como en la Asamblea Nacional, el Comit¨¦ Central del PCC y su Bur¨® Pol¨ªtico, el Comit¨¦ Ejecutivo del Consejo de Ministros y entre los delegados en el Congreso. Ra¨²l hab¨ªa anunciado una Conferencia Nacional del PCC en la segunda mitad de 2011 y la pospuso para fines de enero de 2012, pero estar¨¢ encaminada a determinar el papel del partido y sus relaciones con el Gobierno, no a corregir las fallas.
La efectividad de las reformas y acuerdos est¨¢ lastrada por objetivos excluyentes o contradictorios. Por una parte se reconoce la necesidad de aumentar la producci¨®n, eliminar el empleo estatal excedente y el papel creciente que debe jugar el mercado y el sector privado. Por otra parte, se pone ¨¦nfasis en el plan central, el control, la regulaci¨®n, la empresa estatal y la fuerte tributaci¨®n al sector privado que impide su desarrollo. Esto sugiere un conflicto en la direcci¨®n, unos en favor de los cambios y otros renuentes o temerosos de los mismos, por lo que el resultado es un compromiso ineficaz.
En conclusi¨®n, las reformas y los acuerdos pueden lograr modestas mejoras, pero, a menos que se resuelvan las contradicciones existentes en la direcci¨®n y se profundicen los cambios, no conseguir¨¢n resolver los problemas econ¨®micos y sociales fundamentales. En ese caso, podr¨ªa ocurrir una lucha en la direcci¨®n para expandir las reformas. Por el contrario, si prevalece la inercia ocurrir¨ªa una erosi¨®n econ¨®mica-social mayor y el consiguiente descontento de la poblaci¨®n.
Carmelo Mesa-Lago es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos).
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